YA NO ESTÁ

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JUAN PABLO VILLAMIL

Las vacaciones terminaban, lo cual significaba regresar a México. A nuestra vida normal, volver a estar cerca de Leilani

Lo había estado meditando todo este tiempo, y realmente necesitaba hablar con ella. Quería arreglar las cosas y poder estar bien con ella, poder volver a ser la pareja de antes.

Desde que se fue de Bogotá no había hablado con ella, ni con mis amigos, a pesar de que ellos insistieran en salir o hacer un sin fin de cosas

Mi vuelo salía hoy, a diferencia de los demás que ya se encontraban en México

Estaba terminando mi maleta cuando mi mamá gritó desde la sala para avisarme que alguien me buscaba. Al bajar, me encontré con Fercho esperando en mi sillón

-Hey Villa ¿cómo va?- saludó

-¿Qué pasa perro?- respondí

-Oiga, lo que pasa es que quería contactar a la niña mexicana, sé que es amiga de ustedes, pero Isaza no responde mis mensajes y sólo quería saber si ella ya está en New York- en cuanto Fercho dijo eso me paralicé

-Tendría que estar en México, o al menos a nada de regresar, sus clases comienzan pronto- al decir esto la cara de Fernando se llenó de confusión

-No, perro, no me diga que no sabe. Isaza me dijo que ella se iría a estudiar a New York y por eso mismo quería saber si ella ya está allá- explicó

Me encontraba paralizado. Era verdad que ella ya no iba a volver, era verdad cada palabra que había soltado su boca aquella tarde que se marchó

-Villa ¿todo bien?- preguntó mientras intentaba ver mi rostro

-Sí. Emm... la verdad es que no sé nada de Leilani, perdona- giré sobre mis talones y entré a mi casa

Subí lo más rápido que pude y tomé mi teléfono para revisar sus redes sociales, y hasta el momento todo estaba tal cual antes de que ella se fuera de Bogotá. No había realizado publicaciones, no había historias, nada, ni una sola pista de qué demonios estaba haciendo con su vida.

Sin pensarlo dos veces llamé a Martín, pues sería el que más fácil soltaría información sobre el paradero de Leila.

Una, dos, tres, diez llamadas y no obtenía respuesta. Seguí con Simón y pasó lo mismo. Y justo antes de poder hablar con Isaza, los gritos de mi madre me inicaban que podía perder mi vuelo

LEILANI CANELA

-Gracias por todo chicos- lo abracé a cada uno

Era difícil tener que separarme de ellos, pero era lo mejor, al menos por un tiempo

-Prométanos que va a llamar todos los días- dijo Martín

-Te lo juro Bachi- dije corriendo nuevamente a sus brazos

-¿En verdad no se quiere regresar con nosotros? Apuesto que el vuelo aún tiene lugar- decía Simón para intentar convencerme

-No, necesito tener un tiempo para mi y esta es mi mejor oportunidad- sonreí- les juro que me quiero ir corriendo a casa, pero esto es lo mejor- finalicé y ellos asintieron

-Pero no dudes ni un segundo en llamar si necesitas algo, que yo tomo el primer vuelo y vengo por ti- dijo Isaza en tono protector

Los amaba con todo mi ser, odiaba la idea de no estar con ellos a diario y reirnos de mil cosas sin sentido

El hecho de estar sola en New York me daba pavor, quería correr a casa y llorar en las piernas de mi madre como niña de 5 años, pero tenía que madurar. Yo ya no tenía nada que hacer en México. Prácticamente había perdido todo lo que le daba sentido a mi vida en ese lugar, desde mi hermano, hasta el que pensé que era el amor de mi vida.

Causa Perdida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora