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¡Ya falta poco para los 15 de Izuku! La que se supone que será una fiesta pequeña, llegó a los oídos de la autoproclamada tía Mitsuki, quien no perdió el tiempo y avisó al pueblo entero

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¡Ya falta poco para los 15 de Izuku! La que se supone que será una fiesta pequeña, llegó a los oídos de la autoproclamada tía Mitsuki, quien no perdió el tiempo y avisó al pueblo entero.

Apocrypha no es ni muy grande ni muy chica, sin embargo, ¡Todos lo habitantes se conocen! Por lo que las fiestas de cumpleaños suelen celebrarse a lo grande.

Todos estaban contribuyendo a la creación de una de las más grandes fiestas, pues como muchos saben, -excepto ustedes, espectadores- en la ciudadela, se suelen hacer fiestas grandes.

Las crías de 5 y 6 años corrían por los calles con alegría, ayudando a sus padres con lo que podían y procurando no estorbar.

No hace falta decir que todos le tenían un especial cariño al amable pecoso, quien desde niño había compartido agradables momentos con los pueblerinos.

Sólo faltaba terminar los alimentos y en unas horas posteriores al descanso, podrían iniciar el "reventón", según Hizashi.

—¡KATSUKI BAKUGO! ¡VEN AQUÍ ESTÚPIDO!

Gritaba la Reina con furia. No hace mucho, una sirvienta le había informado que el rubio menor se negaba a salir de su cuarto. ¿Cómo podía hacerle eso al pequeño y precioso Izuku?

—¡No voy a salir, bruja! ¡No me interesa ir a la maldita fiesta de un desconocido!

—¡Es un desconocido, porque tú no putas quieres salir de tu maldita habitación!

Respondió Mitsuki enojada, pateando con fiereza la puerta del cuarto de su hijo. Casi destrozándola.

—¡Deja de molestar! ¡No quiero conocer más idiotas!

Siguió gritando el menor, cruzándose de brazos en su cama, ante la mirada de su amigo y casi hermano, Kirishima Eijiro.

—Eh.. Baku-Bro...

Hubo un silencio.

—Eijiro, ya te he escuchado. Abre la puerta si no quieres sentir mi ira.

Habló la rubia de forma tenebrosa al otro lado de la puerta, sacándole un escalofrío al de dientes puntiagudos.

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