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—Llegaste

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—Llegaste...

Susurró Izuku, observando al imponente príncipe.

Kastuki traía consigo a una preciosa yegua con una hermosa cril albina, una macha café en su hocico y piel café rojizo.

—Ella es Epona, será nuestro transporte.

Habló el oji-rojo, encima del animal. Al ver que el contrario no hacía ningún movimiento, chasqueó la lengua.

—Sube, nerd.

Dijo suavemente, extendiendo su mano hacia el sonrojado pecoso.

—La vista perfecta.

Pensó Izuku, con mucho nerviosismo.

—Creo que me he perdido ¿Para qué necesitamos un transporte?

Preguntó tomando con delicadeza la mano de Katsuki.

—Sabía que eras retrasado, pero no creí que tanto. Yo, el increíble Katsuki Bakugo, te llevaré a conocer todo Apocrypha.

Sentenció este, ayudando a subir a su compañero, sin soltar su mano.

—No es necesario que haga esto por mí...

Susurró avergonzado, rascando con nerviosismo su mejilla.

—¿Acaso no confías en mi?

—Yo... Sí, lo hago.

—Entonces no trates de hacerme cambiar de opinión. Sujétate de mi cintura, inútil.

Respondió el príncipe, con un ligero rubor en sus mejillas.

Katsuki hizo a su yegua avanzar, y por la rapidez, el pecoso abrazó la cintura del mayor, con el rostro en su espalda.

Salieron de la aldea, para ir a una zona tras el castillo.

—Probablemente esta es la razón por la que no sabías sobre las islas que rodean la ciudadela, estas se encuentran tras el castillo, y son pequeñas islas que le rodean.

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