Tutoreame

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La noche caía de lo más normal en todo el vecindario, apenas se escuchaban movimientos en la calle...bueno apenas, no era lo mismo para aquella chica de rizos la cual en estos instantes se encontraba escuchando música a un volumen considerablemente alto sin mucho interés por lo que pasaba a su alrededor.

Aunque algo curioso llamó su atención en un instante, más bien alguien. Por la ventana de su habitación la cual ahora mantenía abierta, se asomaba una cabellera rubia que si despertaba el interés de la pelinegra y como no hacerlo, santo Dios llevaba algunos días viendo a aquel chico que vivía a su lado y compartía el mismo curso que ella, pero aún así no se atrevía a hablarle, su excusa más frecuente era falta de tiempo o una oportunidad pero todos sabían que había algo de cobardía escondida detrás de aquellas palabras.

-Otra vez espiando al vecino, al final te van a llamar a la policia por acosadora sheila- La pelinegra dio un pequeño salto asustada, dándose cuenta de que sin siquiera quererlo ya estaba frente a la ventana agachada en esta y mirando hacia fuera, pero no era su culpa...o eso ella pensaba, simplemente era, curiosidad.

-No es cierto, deja de asustarme así ¿quieres?-se levantó de su lugar con la frente en alto y luego se tiró nuevamente en su cama boca abajo. No era su culpa, aquel chico de ojos pequeños llamaba la atención allí donde fuese, ella solo apreciaba la vista que le daba él querido mundo...y vaya vista.

-Bueno haré como que te creo- cuando su pequeña hermana salió de la habitación sin poder evitarlo y más por instinto que otra cosa la chica de rizos negros volvió a asomarse a la ventana, pero esta vez no había nada.

Ya no estaban ni el rubio ni rastro de su familia, suspiro rendida y se dio la vuelta cerrando sus ventanas y saliendo de su habitación, sin percatarse de que unos ojos curiosos miraban su habitación desde una de las habitación de aquella casa. Tal pareciese que no solo ella tenía curiosidad.