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Al final hasta tenía que agradecerle al rubio me había ayudado a explicar que solo quería hablar con él por el tema de algunas clases, lo cual me evitó aún más vergüenza de la que llevaba encima. Aunque no podía asegurar que mucha ya que ahora estaba en la mesa del comedor escuchando por tercera vez aquella explicación que de todas formas no se quedaría en mi cabeza, por más que lo intente.

—No es tan difícil— hice una mueca al escuchar su reclamación y pase mis manos por mi rostro con una expresión cansada. No es que fuese difícil, simplemente era algo que ahora mismo no me interesaba, por eso me costaba tanto retenerlo.

—Lo se, pero es algo complicado si te lo explico...Mejor déjalo así, no quiero quitarte más tiempo— tome mi cuaderno rápidamente, pero antes de siquiera moverme la mano del contrario estaba tomando mi brazo, de una forma bastante leve.

—No, quede en ayudarte y lo voy a hacer...Siéntate— bufé levemente volviendo a sentarme e intentando mentalizar mi cabeza en aquello, talvez si dejaba de presionarme tanto a mí misma lograría por lo menos resolver la mitad.

Y así pasó parte del tiempo, en donde sorprendentemente pude hacer la gran mayoría de los ejercicios además de charlar un poco y reírme de alguna broma que se le ocurría al rubio. Era bastante agradable la tutoría y nunca pensé que fuese a decir eso.

—Ya debo irme pero avanzamos bastante, hasta luego cerezita —me quede mirándolo extraño al escuchar como me había llamado, no entendía el punto del apodo y me estaba comenzando a dar vergüenza.

—¿Por que me dices así?— Comencé a cerrar mis cuadernos y guardar mis lápices con rapidez, en espera de alguna respuesta y de paso distraerme de la pena.

—Por que tus cachetes se ponen rojo como una cereza todo el tiempo...Por eso cerezita — de forma inconsciente toque mi rostro y luego arrugue mi nariz.

—Pues a ti tengo que llamarte ojitos...Si te ríes desaparecen

—Buen ataque...Pero no siempre es así

La tensión se cortó por una carcajada que había soltado él, en donde efectivamente sus ojos habían vuelto a desaparecer, cosa que también me hizo reír a mi.

—Hasta luego Jimin

Lo vi irse y luego tomé todas mis cosas entrando nuevamente a mi habitación y encerrándome allí. Como ese chico podía ser tan, amable, burlón y a la vez tan genial...estaba a punto de entrar en una crisis existencial.

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