Otra Vez

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Ya vine, mi amorcito- dijo el anciano- Te traje el pan que tanto te gusta. Hay suficiente para los dos. Pondré té para que lo comamos juntos. ¿Dos de azúcar, verdad amor? Enseguida lo preparo.

El anciano continuo, durante un largo timpo más, hablándole a la fotografía de su amada esposa.

Al pasar por la ventana, la cruz de madera en el jardín lo regresó cruelmente a la realidad.

Otra vez, lloro al recordar la muerte de su amada.

Cuentos Para MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora