Abuelita

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La niña corrio hacia el sillón, tomó la mano de su abuela y leyó el poema que acababa de escribirle.

Sin embargo, no logró conmoverla, no recibió la reacción que esperaba.

La niña solo quería que su abuela la sonriera, que le aplaudirá, que elogiara su poema o que simplemente le besara la frente.

Pero esas son las cosas que los cadáveres no hacen.

Cuentos Para MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora