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Un hermoso omega caminaba en círculos en la sala de su hogar sintiéndose frustrado, esa mañana había recibido una carta del consejo que exigía su presencia de manera urgente, ya que según sabía un grupo de alfas rebeldes había formado una nueva manada y al no tener omegas estaban yendo de manada en manada secuestrando y marcando a los omegas, situación que se estaba volviendo de gravedad, por lo que las nuevas generaciones de líderes estaban buscando emparejarse para poder unir fuerzas y así defender a todos y cada uno de sus omegas, Jung Hoseok, el líder de Gwangju se había negado ya muchas veces a emparejarse con algún alfa líder, pues él consideraba que las personas bajo su mando estaban en perfectas condiciones. Su ejército estaba conformado tanto de alfas como omegas y betas, incluso él mismo pelearía si la situación lo requiriera.

—Ya te dije que no tienes que ir si no lo deseas.—Expresó su madre Jung Se Kyung con una expresión severa, la mujer lucía molesta pero si deseaba obtener algo de su hijo debía ser prudente.—Has hecho muchas cosas buenas por la manada, tu padre y yo encontraremos otro modo de evitar la invasión de esos malditos alfas rebeldes.—Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro al notar el cuerpo de su hijo tensarse.

El pelinaranja sabía que esas palabras eran una mentira, aun si la manada que lideraba era la mejor, él solo no podría encargarse de proteger a todos los omegas, sus recursos no eran suficientes y ya faltaba muy poco para que esos malditos alfas llegaran hasta su territorio.

—No es necesario.—Su gélida mirada dio con su madre, quien elevó una ceja observándolo con fingido interés.—Esta es mi manada y soy yo quien debe responsabilizarse.—Expresó recibiendo un asentimiento de parte de la mujer.—Estaré fuera antes del atardecer, dile a Joo Hyuk que no tiene nada de qué preocuparse.—Pidió refiriéndose a su padre y sin esperar respuesta avanzó con pasos firmes en dirección de las escaleras, sintiendo aún la fría mirada de su madre, la cual se limitó a ignorar, sintiéndose a salvo cuando se adentró a su habitación, esas cuatro paredes eran el único lugar en el que se sentía seguro desde que tomó el cargo de líder.

En cuanto estuvo dentro cerró la puerta con algo de fuerza y caminó con pasos rápidos hasta su armario, del cual sacó una maleta que llenó con la ropa que consideraba necesaria para su corto estadía en el castillo principal del gran consejo, de uno de sus cajones tomó un par de frascos de supresores de aroma y los guardó en la maleta junto con la carpeta que contenía la información de todos los alfas lideres que podrían ser buenos candidatos para un futuro matrimonio. Había leído los perfiles de todos, dándose cuenta de que todos ellos eran de lo peor, a excepción de uno que parecía tener una ideología parecida a la suya. 

Soltó un suspiro pesado y cerró su maleta para después caminar hacía sus cajones en busca del collar anti mordidas que su madre le regaló solo tres días después de presentarse como omega y lo puso con delicadeza en su cuello para después  mirarse fijamente en el espejo.  Su rostro lucía mucho más pálido de lo que era y sus ojos grises que siempre resaltaban por su hermoso brillo ahora se notaban cansados y apagados. La hermosa sonrisa y el aura alegre que en su juventud lo caracterizó había sido reemplazada por una expresión aburrida y una sonrisa llena de amargura, pero era ese el precio de liderar una manada ¿No es así? 

—Joven amo, ha llegado el momento de irnos.—Una voz femenina se escuchó a sus espaldas, por lo que se apresuró a voltear, encontrándose con Park Shin Hye, una joven alfa que lo acompañó en su niñez y que al crecer se unió a su ejército con la finalidad de convertirse en su única protectora.

—No te escuche entrar.—Comentó con una expresión relajada y la alfa sonrió amablemente para después tomar la maleta y abrir la puerta de la habitación dándole paso al pelinaranja.—Vamos, nos espera un largo día.—Dicho esto se permitió salir de la habitación y avanzando con pasos firmes con dirección a las grandes puertas de la mansión que ya se encontraban abiertas con dos filas de sirvientes esperando para despedirlo, la sonrisa de Shin Hye se desvaneció, conocía el motivo por el que partirían y detestaba que su líder tuviese que cargar con todo el peso de la seguridad de su manada sobre sus hombros.

Intereses [Junghope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora