Carta

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Este prompt fue solicitado por JulchenAwesome, espero que te guste ❤️

El cálido sol de verano entraba por la ventana, iluminando toda la habitación. Remus se removió sobre la cama, haciendo que el susurro de las sábanas contra su piel desnuda se mezclará con el sonido de su respiración demasiado tranquila. Aún sentía el cuerpo pesado y un poco adolorido. No en el mal sentido, por supuesto, sino de la manera satisfactoria en la que uno se siente después de haber tenido una increíble noche de sexo.

Lunático se estiró sobre el colchón haciendo que un ligero dolor punzante atacara la parte baja de su espalda. El sólo recordar lo que había hecho para terminar así le hizo ruborizar un poco, como si se tratara de un adolescente demasiado enamorado del idiota que aún le tenía sujeto por la cintura, rodeándolo con sus brazos fuertes y llenos de tatuajes. Bueno, algo era cierto, aún estaba perdidamente enamorado, aunque ya no fuera tan joven como cuando se dio cuenta de ello por primera vez.

El reloj junto a la cama marcaban las ocho de la mañana y en domingo estar despierto a esa hora era un crimen, por lo que el lobo se las arregló para acurrucarse una vez más entre los brazos de Canuto quien sólo soltó un leve gruñido de satisfacción al sentir su cuerpo amoldarse de nuevo al suyo. Lupin miró por un instante sus facciones bien marcadas y perfectas y se preguntó cómo era si quiera posible que se volviera más hermoso con el tiempo. Por supuesto, no se lo diría, Sirius ya tenía un problema de narcisismo sin ello, pero él lo sabía y esa sola idea hacia su corazón latir con fuerza.

Joder quería besarlo.

Pero no lo hizo. En su lugar se quedó observando sus pestañas oscuras y densas. Su mandíbula cuadrada y sus pómulos altos. Su piel un poco bronceada y su cabello demasiado largo que caía en ondas sobre su cara, cubriendo parcialmente su nariz recta. Sirius siempre había sido así de perfecto, incluso en Hogwarts donde había sido tan popular que a Remus le costaba creer que él hubiera querido ser su amigo o su novio. Habían decenas de chicos en Hogwarts mejores para cualquiera de los dos puestos y aún así, Padfoot lo había escogido a él. Lo que sólo demostraba su gran problema de estupidez, aunque si a esas iba, tal vez él era igual de idiota por haber aceptado.

Remus cerró los ojos con los recuerdos de Hogwarts y el tiempo que pasó allí junto a James y Sirius, incluso Peter, mientras su cuerpo se relajaba y era arrastrado al mundo de los sueños una vez más. O casi.

El sonido de la puerta intentando ser abierta de manera abrupta le sobresaltó tanto que incluso logró despertar a Black. Ambos abrieron los ojos de golpe con el corazón en la garganta y preguntándose qué rayos era lo que estaba ocurriendo. Harry les llamaba desde el pasillo con tono acelerado y demasiado emocionado, pero Navidad ya había pasado y para su cumpleaños aún faltaba una semana. Tal vez Draco se había colado a su casa por la chimenea de imprevisto —de nuevo— y ahora querían el desayuno.

—¿Dónde está la ropa? —preguntó Remus en tono susurrante.

—No lo sé. Soy bueno para quitarla, no para ponerla —respondió Sirius y su novio le hizo tropezar con un encantamiento por listillo.

Remus encontró sus calzoncillos colgados vergonzosamente en la esquina de la silla del tocador y el pijama perdido debajo de la mesita de noche. Se lo colocó todo con el cuerpo un poco adolorido. Sirius debió notarlo porque sonrió descaradamente satisfecho y le hizo un ademán de volver a recostarse mientras él quitaba el seguro de la puerta y fingía haber acabado de levantarse. De cualquier forma, Harry no habría notado nada en su estado tan eufórico, ni si quiera las marcas rojizas en el cuello del lobo de las que ni él mismo se había percatado y que Sirius convenientemente no había mencionado.

The greatest adventures of Dadfoot & MoomyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora