CAPITULO III

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El edificio esta solitario, solo Robert que me ha saludado en la recepción.

Entro en el elevador y pulso mi piso, las puertas se cierran. Mi reflejo en el cristal del elevador no me gusta, muy demacrado. Unas enormes ojeras bajo los ojos y con la piel tan pálida que parezco un muerto. Doy asco.

Cuando entro en mi apartamento casi me muero del susto. Matt está sentado en el sofá muy cómodo.

— ¡Matt! ¿Qué haces aquí? —digo cuando por fin logro tranquilizarme.

—Te estaba esperando guapa, iremos de fiesta —se levanta de un salto con una enorme sonrisa de dientes perfectos. Cuando sonríe aparecen en su rostro esos hermosos hoyuelos a cada lado de sus mejillas.

—No estoy segura —resoplo. Me dirijo al sofá y me arrojo a un lado de Matt como si mi sofá fuera la cama más suave del mundo.

—No acepto un no por respuesta —dice mirándome autoritario. Matt siempre logra lo que quiere.  

Comienzo a pensar que haberle dado una llave de mi apartamento no fue buen idea, siempre termina arrastrándome fuera de él. Es como un ser lleno de alegría y optimismo, algo que no va conmigo. Sin embargo, es el mejor amigo del mundo. 

—Está bien, iré a cambiarme. 



— Hoy fue un tipo raro a la librería —comienzo a decir durante el camino. 

— ¿Raro? ¿A qué te refieres? —frunce el ceño mientras conduce.

— No lo sé, —empiezo a recordar todo lo que dijo, su forma de mirarme tan extraña—, no me agrado.

— Regina, a ti no te agrada nadie —señala burlándose. 

— Eso no es cierto —le miro ofendida—, tú me agradas.

— Pero soy tu mejor amigo —ríe—, además yo le agrado a todo el mundo.

Comienzo a reír. Es cierto, Matt es ese chico que le agrada a las madres de otros; que le agrada a la mujer de la tienda porque es un joven educado y apuesto. O eso diría la señora Williams, vecina de Matt.


Al parecer la fiesta resulto ser en casa de Olivia, la chica con la que Matt sale desde hace poco. No es nada formal ni nada serio, pues la tipa está muy cariñosa con un rubio cerca de las escaleras. Eso a Matt no le importa, porque de inmediato escanea el lugar en busca de nuevas conquistas.

— ¿Quieres algo de beber? —me grita en el oído, pues la música está demasiado alta.

— Agua, ya lo sabes —le devuelvo el grito. Asiente con la cabeza y se dirige hacia la cocina.

Le espero cerca de la entrada, no quiero ni adentrarme entre toda esta masa de universitarios. Osea, yo también soy universitaria, pero parezco más una anciana amargada.  Además, creo que la casa es una especie de fraternidad o algo así, la verdad no me interesa demasiado.

Reviso mi celular rápidamente para ver qué hora es y en la barra de notificaciones aparece que tengo varias llamadas perdidas de un número desconocido. Pulso la opción de regresar la llamada, talvez sea Mary. Olvidé registrar su número. 

Contestan al tercer sonido, pero nadie habla del otro lado de la línea. Yo tampoco lo hago; pasan algunos segundos y decido hablar.

— ¿Hola? —articulo con voz segura.

La llamada termina rápidamente, han colgado.

Me parece extraño, después de tanta insistencia deciden colgar. Miro el celular extrañada. Entonces no era Mary, muy seguramente era una broma sin importancia. 

Huyendo de mi oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora