Dudas

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Narra _____

Habían pasado semanas desde el incidente con Murdock y, como era de esperar, me tomé un tiempo libre del trabajo después de todo lo sucedido. Me sentía agotada, tanto física como emocionalmente, para continuar y estaba demasiado herida para enfrentar los interrogantes sobre mi relación con Matt. Evitar el trabajo también era una manera de evitar cualquier posible encuentro con su alter ego enmascarado, ya que sinceramente no estaba dispuesta a enfrentarlo.

Cada vez que pensaba en Matt, una mezcla de dolor y rabia me invadía. Me sentía traicionada y engañada, como si mi corazón hubiera sido destrozado en mil pedazos. No podía evitar preguntarme cómo pude haber sido tan tonta, cómo no pude ver las señales de que algo no estaba bien.

Evitar el trabajo se convirtió en una especie de refugio para mí. Era un lugar donde no tenía que enfrentar las miradas curiosas y las preguntas incómodas. Me permitía tiempo para sanar y procesar mis emociones, aunque la tristeza y la ira parecían envolverme como una sombra constante.

Foggy intentaba obtener información de mí sobre lo ocurrido utilizando sus increíbles habilidades de abogado, pero a pesar de todos sus esfuerzos, yo me mantenía en silencio.

En ese preciso momento, me encontraba revisando los informes que había logrado obtener anteriormente de la comisaría. Los estudiaba uno por uno, anotando cada irregularidad, las empresas ficticias y los bancos involucrados... todo parecía formar parte de un maldito imperio.

Cada detalle descubierto alimentaba mi determinación y rabia. Había una telaraña de corrupción y secretos que se extendía más allá de lo que podía imaginar. Mi corazón latía con fuerza mientras conectaba los puntos en mi mente. Los nombres, las transacciones sospechosas, las conexiones ocultas... todo apuntaba a una red de poder que se extendía por los rincones más oscuros de la ciudad.

No podía ignorar el hecho de que varios oficiales de policía estaban recibiendo sobornos bajo excusas ridículas, como ayudar a personas de la tercera edad. Conocía a la mayoría de ellos y sabía que eran unos verdaderos desalmados que nunca se detendrían a ayudar a nadie, ni siquiera a un compañero.

De repente, fui sorprendida por la vibración estruendosa de mi teléfono móvil. Salté en mi asiento y dirigí mi mirada hacia la pantalla, esperando que fuera Foggy llamando para preguntar si había cenado. Sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula al ver el nombre de Brett en la pantalla. Dudé unos segundos antes de contestar, pero finalmente decidí tomar la llamada, desbloqueando el dispositivo.

-Pensé que jamás volverías a hablarme.-dijo Brett en un tono calmado. Suspiré largamente ante su comentario, dispuesta a reprocharle, pero antes de que pudiera siquiera intentarlo, él me interrumpió.-Sé que estás en reposo, lo cual me parece extraño, ya que casi nunca te enfermas y has faltado tantos días al trabajo, pero la verdad es que te necesito aquí, porque nuestro jefe ya está empezando a presionarme con respecto a cuándo se termina tu licencia.

-Mañana se termina, Brett. No seas tan llorón-intenté añadir algo de humor a la conversación, aunque mi falta de ánimo era evidente, esto no se reflejó en mis palabras.

-Sí... Oye, no sé si te enteraste, pero tenemos a un ruso en la comisaría. Mañana lo van a interrogar... al parecer, dentro de su taxi había un chino con una bolsa llena de drogas.- continuó Brett. En otra circunstancia, esa información me habría emocionado, pero en mi mente había un torbellino de pensamientos y ninguno de ellos me transmitía ningún atisbo de positivismo.

Continué hablando con Brett durante un buen rato, hasta que finalmente tuvo que volver al trabajo. Después de esa llamada, decidí irme a la cama, anticipando que al día siguiente sería una jornada agotadora y llena de tensiones.

EUPHORIA | MATT MURDOCKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora