Después de haber tenido nuestra primera pequeña discusión las cosas se habían calmado cuando entablamos una conversación mientras tomábamos el té en la terraza, si no fuera porque mi hijo estaba en clases de esgrima, estaría con él, y eso, era algo que me molestaba, pensar en qué pasaría si ellos siguen estando más tiempo solos.
Tengo miedo porque ella es muy joven, suelen cambiar mucho de opinión y no quiero que después ella ya no quiera estar conmigo porque me ve demasiado viejo.
—Créeme, Gabriel, no hay manera que me enamore de Adrien o pose mis ojos en otra persona. Ninguno me hará sentir de la misma forma que me haces sentir a mí.
—Eso tú no lo sabes, Marinette.
—Por eso no quiero averiguarlo nunca.
Me dejó atónito sus palabras, su rostro se fue acercando al mío besándome detenidamente. Yo la abracé tratando de profundizarlo sintiendo como se movía hasta quedar sentada en mis piernas.
Nuestras manos tocaban el cuerpo del otro, nuestros labios intercambiaban besos, nuestras ropas se esparcían por el suelo hasta quedar desnudos en el sofá, sintiendo el contacto de su piel con la mía. Mis manos no dejaban de explorar cada centímetro de ella, mi nínfula era tan hermosa, con una gran delicadeza irresistible al tacto que me harían perder en mis pensamientos y llegar al paraíso. Un paraíso donde sólo existamos los dos, donde nadie pueda molestarnos y poder entregarnos a nuestro amor.
La terraza se ha vuelto parte de nuestros encuentros íntimos, le tuve que agregar algunos nuevos muebles y demás cosas para que estuviéramos más cómodos.
Tenerla así me llenaba de gozo, tocarla era un deleite, combinado con los besos eran el principio de mi placer, los cuales daban comienzo en cuanto le abrí un poco las piernas y le acariciaba su zona íntima. Sus gemidos se escucharon cerca de mi hombro, un sonido que me agradaba escuchar salir de su boca, mis dedos no paraban de tocar aquel sitio que ya conocí, me hacía relucir mi lado lujurioso.
Acabamos recostados en el sofá una vez que ya estaba lista para recibirme, entré en ella escuchando sus gemidos de placer y viendo como arqueaba su espalda. La hice mía una vez más, solamente mía.
Marinette acabó recostada encima de mi pecho, ambos estábamos agotados, nuestros cuerpos sudaban por el calor que teníamos.
Observaba detenidamente como recostaba su cabeza y lanzaba un largo suspiro.
—¿Por qué tan callada? —le pregunté mientras le acariciaba su cabello con ternura.
—Pensaba sobre esto, no va a durar mucho cuando esté de vuelta a la escuela.
—Entonces—le dije tomándola de su rostro para que me miraba a los ojos. — Será mejor disfrutarlo como podamos hacerlo.
Acaricié su rostro, con mis pulgares le acariciaba sus mejillas y sus labios que me incitaban a un beso, uno que no dudé en hacerlo, besarla con toda la pasión que se le puede entregar, ella se entregaba a mis besos, dejándome deleitar por completo al acariciarle su espalda desnuda, se sentía tan suave y esta vez no estaba teniendo un sueño libidinoso con ella, no los he tenido desde que comenzamos estos encuentros entre nosotros.
—La próxima vez lo haremos en mi habitación.
Nos quedamos por unas largas horas besuqueándonos entre nosotros.
Me encontraba ocupado escribiendo algunos apuntes para la Semana de la Moda, cuando mi teléfono sonó, era Marinette.
—Hay algo que debo contarte, mis padres se irán a visitar a un amigo en Bagnolet que está enfermo, estarán con él todo el fin de semana para hacerle compañía y ayudarle a comprar sus medicinas.
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Belleza Parisina [Original]
FanficLa vida del famoso diseñador de París Gabriel Agreste ha sido perfecta, mas nadie sabe lo que debe enfrentar cada día desde que su esposa desapareció, el desespero de la soledad, la tristeza profunda, un dolor que nadie entiende debido a la necesida...