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Oliver abrió la canilla del agua fría de la ducha y se metió de lleno bajo el chorro, si no se despertaba totalmente en menos de 5 minutos era más que probable que terminará llegando muy tarde al trabajo.

No podía permitirse ese lujo.

Se había quedado dormido plácidamente y sólo se despertó cuando sintió a Andrew tirarle del cabello desesperadamente.
¿Cómo había llegado allí? No tenía ni idea, de dos saltos se había encerrado en el baño y seguramente el pequeño moría de hambre, pero él no tenía tiempo para cuidarlo en ese momento.

Salió con una toalla atada a su cintura y, mojando todo el suelo, abrió su placard sacando un conjunto de vestir decente.

No había preparado ni siquiera su maletín, tan concentrado había estado en cuidar a Andrew que no prestó la más mínima atención a todo el trabajo que debía adelantar. Ahora le estaba pasando factura su descuido, claro que sí.

Se vistió rápidamente y corrió a la cocina a servirse algo para tomar y agarró un trozo de pan en el apuro para comer. De un vistazo rápido se aseguró de que llegaba a tomarse el subte y agarrando el saco que había tirado sobre la mesa, tomó su maletín y salió de la casa casi disparado.

Él jamás se había atrasado con anterioridad, era un hombre responsable con sus obligaciones, por lo que al subirse al subte tuvo que controlar los insultos que amenazaban con escaparse de su boca. Sus horarios iban a terminar de cabeza por culpa de aquel bicho que él había invitado a vivir a su casa y para el colmo aún no habían ni empezado a buscar alguna solución para el problema del pequeño.

Si es que había una.

Se apoyó contra la puerta corrediza cuando el transporte comenzó a funcionar y dejó escapar un suspiro relajado mientras miraba por la ventana. Urgentemente debía reparar su auto para no pasar por ese inconveniente otra vez.

Y urgentemente arreglaría sus horarios para no quedarse dormido otra vez.

Cuando entró a su oficina, luego de verificar que todos los trabajadores estuvieran en sus puestos y no tuviese ninguna conferencia pendiente, se sentó en la silla frente al escritorio y exhaló mientras dejaba el saco encima de éste. El día amenazaba con ser largo, la pila de papeles por revisar frente a él lo aseguraba y por si fuera poco sentía que su saco favorito le pesaba más que de costumbre. Un día terrible se le venía encima.

Sacó su bolígrafo predilecto y comenzó a leer los contratos en silencio, intentando prestar toda la atención posible, más su mente traicionera lo torturaba con preguntas constantes '¿Y si Andrew no se pudo cocinar?' '¿Y si muere aplastado?' '¿Podrá contestar el teléfono?'.
Mordió la parte trasera de su lapicera y observó en silencio su saco, pensando en si valía la pena llamarlo, más notó un bulto en el bolsillo que para nada encajaba ahí.

Se acercó frunciendo el ceño y al meter la mano sintió como una cabecita se removía dentro. Joder. La calma lo inundó para luego ser reemplazada por notable irritación, sacó al pequeño de su saco y lo despertó con suaves golpecitos mientras lo sentaba en el escritorio.

Andrew se rascaba la cabeza mientras lo miraba en silencio, parecía no entender que había hecho mal y eso era lo peor, no entendía porque no lo dejaba dormir.

"¿Ya has vuelto del trabajo?" murmuró Andrew con la vista fija en el rostro de Oliver, una gran ventaja a su favor era el poder observar detalladamente todas las imperfecciones de este y no era necesario invadir demasiado su espacio personal.

Eso de tener mucho sueño le hacía ver a Oliver más guapo que de costumbre.

Sykes gruñó acariciándose el puente de la nariz con los dedos y lo encaro mientras señalaba el ventanal.

"Te has metido en mi saco y ahora estas en mi oficina, Andrew" Se quejó el mayor con un deje de impaciencia en la voz. Andy giró su cabeza y miró con fascinación aquella sala antes de levantarse y dirigirse de vuelta al saco.

"No molestaré si me dejas dormir en él." Sugirió el pequeño mientras se metía dentro del bolsillo. Oliver arqueó las cejas incrédulo de la confianza que había tomado el pequeño hacía él más no se quejó, dejando que este cayera dormido en su ropa.

Debía rendirse ante los caprichos de un chico que apenas si llegaba subirse a una silla sin necesidad de dos cajas.

Las horas pasaron rápido y al mediodía su mente estaba tan metida en la pila de papeles frente a él que sólo cuando el pequeño se trepó a su cuello y le tiró del cabello, entendió que era realmente necesario comer.

"Si me hubieras dejado algo para prepararme el desayuno, te dejaría tranquilo." Se quejó el pequeño con reproche mientras acariciaba la mejilla del mayor con sus manos, había notado lo suave que era la piel desde que este casí quedó dormido frente suyo el día anterior.

Sykes suspiró levantando el teléfono mientras llamaba a su secretaria, pidiéndole que encargará algo de algún restaurante de comida rápida. Más mimos y más formas de consentir al bicho.

Andrew se mostró complacido y apoyó su cabeza contra la del mayor, cayendo dormido sobre su hombro. Oliver no se quejó, al contrario, no notó que el pequeño estaba ahí hasta que tuvo que levantarse a buscar la comida a la recepción y este casí cae al suelo.

Mientras comían en el escritorio, Andrew jugaba con las lapiceras del mayor.

"Hoy estaba en tu cuarto mientras te cambiabas, pero me tapé los ojos." Se sincero el pequeño mientras llenaba su boca con un pedazo de la hamburguesa de Oliver. Este lo miró con el ceño fruncido dispuesto a quejarse más, teniendo en cuenta que Andrew tardaría un siglo en atravesar todo el cuarto para salir de este mientras él se cambiaba, solo exhaló mientras comía las papas fritas. No se iba a molestar con el pequeño por algo tan simple.

El resto del día pasó bastante rápido, Andrew había encontrado entretenimiento en uno de los adornos de la oficina y cayendo la tarde se había dormido frente a la ventana. Oliver apenas si se había movido de su silla, realmente agradecía que el pequeño no fuese una molestía, el trabajo era excesivo en esas fechas.

Recién a las nueve de la noche pudo pararse de su asiento y estirarse, tocaba volver y para estar más cómodo se decidió que volvería en taxi.
Guardando todo en su maletín se dirigió hacía donde se encontraba el pequeño y, con sumo cuidado, lo recostó en el bolsillo y se puso el saco con delicadeza, poniendo su mano en este para cuidar de Andrew ante cualquier golpe.

¿Se estaba tomando demasiadas molestias? Sí, pero muy dentro suyo nacía ese sentimiento de protección que no le estaba gustando para nada. Un sentimiento de protección que él conocía.

Salió del edificio luego de despedirse de los pocos trabajadores que quedaban y se tomó un taxi, revisando de a ratos que Andrew siguiera dormido plácidamente. Cosa que no cambió en mucho, el pequeño se aferraba a su pulgar mientras susurraba cosas entre sueños.

Era tan pequeño y tierno.

Llegó a su hogar bastante tarde y apenas si tenía energía para prepararse un té antes de dormir. Sacó a Andrew y lo recostó sobre la cama de este en la caja, sintiendo que así podría cuidarlo mejor.

Se dio una ducha y, luego de apagar las luces, volvió a su cuarto con la taza en mano dispuesto a dormir.
Más, sin saber porque tuvo la tentación de acercarse a Andrew y observarlo mientras esté dormía, con sus pequeñas manos que se aferraban a la sábana improvisada y Oliver no pudo evitar sentirse conmovido por lo indefenso que se veía.

Y, con el mismo cuidado que tendría al tocar algo de cristal, acercó su dedo índice al rostro de Andrew con cuidado y acarició suavemente sus mejillas, subiendo hasta su suave cabello.

Andrew dormido parecía todo un muñequito.

Oliver suspiró antes de tomarse de un sorbo el té y recostarse en su cama en silencio, se sentía agobiado sin saber la razón y su corazón latía desbocado.

Se estaba frustrando demasiado, y muy dentro suyo sabía que Andrew tenía la culpa.

Cuidando a un Mini Andy •‖Sysack‖・Donde viven las historias. Descúbrelo ahora