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En cuanto la noche llegó y Oliver pudo terminar de limpiar el "sistema de emergencias" de Andy, Oliver se decidió a preguntarle al pequeño sobre su pesadilla.

Sobre su vida, en realidad.

Poco conocía sobre lo que había vivido antes de volverse un bicho raro. Le causaba curiosidad.

Andrew estaba muy tranquilo sobre la cama de Oliver, mirando al techo muriéndose de aburrimiento, pero estaba tranquilo. Como si aquella noche nunca hubiese pasado. Oliver apagó todas las luces de la casa y entró a su cuarto, sonriendo de lado.

"¿No tienes tu propia cama para desperdiciar tiempo?" Preguntó burlón, consiguiendo un gruñido de parte del chiquillo.

Andrew vió como el empresario tomaba su pijama y se metía dentro del baño. Dejó escapar un suspiro mientras cerraba los ojos y olfateaba un poco las sábanas. Eran suaves y tenían el olor a la colonia de Oliver, él había desarrollado una fascinación por esa colonia desde que Oliver lo había sentado sobre su hombro.

"¿Andrew podemos hablar?" Se sobresaltó sentándose de golpe y asintió, viendo a Oliver estirarse en su lugar.
El mayor sonrió y se sentó en la cama, dejando que Andrew se sentará sobre una de sus piernas.

"¿Es sobre lo qué paso anoche?" Inquirió en un murmuró el pequeño, y Oliver gruñó en afirmación. Andy se removió. "¿Qué quieres saber?" Preguntó ya resignado. No tenía sentido el seguirlo ocultando.

"¿Qué soñabas?" Cuestionó Oliver, acercando su dedo índice al rostro del pequeño y lo acarició suavemente, tratando de hacerlo sonreír cómodo. Andrew suspiró tomando valor y lo miró a los ojos.

«Andrew había perdido la cuenta de cuantos días llevaba durmiendo en una caja de cartón en la calle, apenas si comía algo de lo que hallaba en las mesas del restaurante enfrente de su callejón y se bañaba con el agua que recolectaba en un recipiente de plástico de un caño roto. No, no la estaba pasando especialmente bien, y si a eso se le sumaban las noches en las que las mujeres de compañía se paraban a trabajar allí… no podía dormir bien.

Era primavera, ya no hacía tanto frío y cometió el error de salir de la caja cuando atardecía.

Una niña, no recordaba su cara, no recordaba nada, sólo que la pequeña lo agarró como si de un muñeco se tratase y lo encerró dentro de su caja, llevándolo lejos de su único hogar.
El viaje era largo, veía como la niña de tanto en tanto miraba por una abertura de la caja y se reía a carcajadas miemtras sus padres hablaban. Nunca le había temido tanto a un niño pequeño.

Él intentó hacer ruido, escapar también, pero la pequeña sacudía la caja con fuerza golpeandolo. Esos moretones y raspones tardaron semanas en sanar.

Esa noche durmió a oscuras totalmente encerrado, extrañando la luz de las farolas medio rotas y el olor a cigarillo.

La pequeña lo había usado como un muñeco por una semana, obligandolo a cambiarse de ropa y a jugar en una casita de muñecas de madera. No era dulce con él, sus manos torpes lo agarraban con demasiada fuerza y el aún puede ver algunos golpes en sus piernas. Tampoco comía bien, ella apenas si se acordaba de alimentarlo o le daba agua para limpiarse.

Extrañaba la cañería rota y las sobras del restaurante.

Andrew aprovechó una noche en la que la niña ya no estaba, salió de la caja y sin mirar atrás corrió por cada rincón de la casa antes de huir por una ventana.

Corrió tan lejos como pudo, perdiéndose aún más.»

Oliver parpadeaba incrédulo mientras Andrew acariciaba su mano, perdido en su relato. El mayor hizo una mueca de lástima y con sus dedos acarició el cabello del pequeño, sacándole una sonrisa tímida.

"¿Quién eras antes de todo eso?" Preguntó queriendo distraerlo. Andrew dejó escapar un suspiro nostálgico y cerró los ojos, dejándose llevar por las caricias.


«Andrew Biersack, un chico que recién cumplía sus buenos 17 años, criado por sus abuelos toda su vida.

Trabajaba lo justo y necesario para ayudarlos en todo lo posible, había abandonado los estudios en el último año y, sumado al fallecimiento de su abuela, las cosas fueron de mal en peor.

Su abuelo también había muerto, hacía años en realidad, y quedó totalmente sólo y en la calle. Ya no le quedaba nadie.»


Oliver asintió comprensivo.


«Estaba desesperado por algo de dinero, no tenía el valor para ir a la casa de sus amigos a pedir hospedaje, y comenzó a robar. Nunca uso armas, temía lastimar a alguien. Era un carterista, corría y le arrebataba la cartera a las mujeres que veía con dinero.

Pagó muy caro el día que le robó a una anciana que caminaba por la calle, lo único que había hallado dentro de ese bolso había sido un colgante extraño y demasiado anticuado.
Decepcionado hizo lo que solía, siguió a la mujer hasta su casa y tiró la cartera al patio de esta sigilosamente,  más la mujer no era tonta.
Él se había quedado con el collar, y esa noche al dormirse se encogió al mismo tamaño de la joya."»


Andrew bajo la mirada avergonzado y tapó su rostro. No estaba orgulloso. Oliver parpadeó repetidas veces y le sonrió.

"No te voy a criticar, si eso es lo que temes." Lo consoló. "¿Cómo acabaste en mi casa?" Preguntó.


»Luego de huir de la casa de la niña, Andrew corrió a toda la velocidad que sus cortas piernas le permitían y durmió por días en un parque cerca de un instituto.

Vagó por poco tiempo, hasta que vió a un chico bastante adinerado salir de una casa interesante. Entró por la ventana que vió más accesible y se concentró sólo en tomar lo indispensable para hacerse un refugio.

No contaba con la llegada del dueño de la casa.»

"Así que sí, me querías robar." Comentó Oliver haciéndose el ofendido. Andrew rió y asintió sonrojandose.

"Lo lamento." Se disculpó mientras camimaba hasta quedar sobre la almohada al lado de la cabeza de Oliver. El mayor sonrió y apagó la luz del velador, recostandose también. Se sentía muy comodo y sonrió mientras con su mano rozó con lentitud la cabeza del pequeño. Este se recostó tomando la mano del mayor y rápidamente se quedó dormido, abrazado a ésta.

No había mucho que decir, Oliver tenía demasiado por hacer y por suerte, ya había aprendido a no hablar cuando no fuese necesario con Andrew.

El pequeño parecía más cómodo cuando menos presionado estuviese y él quería que el chiquillo fuese feliz con él.














Maratón 3/3

Cuidando a un Mini Andy •‖Sysack‖・Donde viven las historias. Descúbrelo ahora