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Andy revoleó el control remoto con esfuerzo al quinto intento de prender el televisor. Estaba aburrido y sólo, no tenía ánimos para poner música y tampoco energías para hundirse en su dolor otra vez. Oliver se había ido muy temprano por la mañana, dejándole el desayuno y el almuerzo preparados.

Ni siquiera quería comer, el solo recordar lo ocurrido el día anterior lo avergonzaba y hundía en la tristeza aún más.

«Oliver se recostó en la cama con Andy sobre su pecho y dejó que esté llorará todo lo que necesitaba, no lo interrumpió, simplemente acariciaba su espalda y cabecita cada vez que éste temblaba o tosiá.

Sólo lo consolaba, era lo único que podía hacer.

"O-Oli~" Murmuró su pequeño, a punto de caer dormido por el agotamiento. Oliver gruñó y se removió tratando de mirarlo.

"¿Sí, bebé?" Inquirió preocupado por su bebé.

"Tu corazón late rápido." Susurró Andy apoyando su oído contra el pecho de Oliver. Sentir sus latidos y su calor lo estaban reconfortando muchísimo. Era todo lo que necesitaba.

Oliver suspiró profundamente y asintió cerrando los ojos.

"Bebé." Susurró apuntó de caer dormido.

"¿Sí?" Andy levantó su cabeza, para mirar su rostro, más solo podía ver la línea de su mandíbula.

"Prómeteme que intentaras estar mejor." Rogó y Andy no podía creer que la voz de  Oliver estuviese quebrada. ¿Iba a llorar por él?

"Lo prometo." Aseguró aferrándose a la camiseta de su mayor.»

Cerró los ojos dejándose caer entre los mullidos almohadones del sofá. Oliver no le había dejado con muchas opciones para poder matar el tiempo, y para peor, había metido en una caja sobre una repisa todas las reglas. Bien, eso estaba justificado, ya que Andy se la pasaba revisando su altura, pero seguía siendo una privación a sus libertades.

Quizás estaba exagerando un poquito.

El pequeño saltó como resorte al oír el sonido de unas llaves en la cerradura y corrió hasta la puerta, encontrándose a Oliver totalmente cansado abriéndola.

"Hola bebé." Susurró el mayor, dejándo sus cosas al lado de está y lo tomó entre sus manos, acercándolo a su rostro. "¿Has estado bien?"

Andy asintió, más la culpa por tener a Oliver tan preocupado por él cuando este apenas si podía con su vida luego de trabajar lo hundió aún más de lo que ya estaba.

"Te he extrañado." Respondió Andy, sonriéndole. Oliver suspiró profundamente antes de sonreírle de vuelta y darle un beso en la cabecita. Al menos así evitaba preocupar a su protector.

Lo depósito con mucho cuidado sobre la mesa de la sala antes de ir arrastrando los pies hasta el cuarto.

Andy bajó la mirada, se sentía terriblemente mal, por ser una carga para aquel hombre que tanto lo había estado cuidando, cada día venía más cansado y aún peor, debía cuidar de él porque era un bicho pequeño e inútil.

Miró hacía la ventana evitando llorar, Oliver no se merecía la tortura de tener que cuidarlo, se merecía ser libre de una vez. Seguir con su vida.

El sólo pensar en cómo se iba a sentir Oliver el día que apareciera muerto le partía el alma, no iba a permitirlo. No quería hacerle más daño.

Sus ojitos se iluminaron cuando se le ocurrió la mejor idea del mundo.

Se iría el siguiente día a primera hora de la mañana, acabaría con todo de una vez.

Y podía ser repentino, pero era demasiado egoísta querer atar a Oliver a él por más tiempo. Sonrió orgulloso de haber tenido una buena idea en semanas y se sacudió entero antes de saltar al sofá y luego al suelo, debía agarrar algo pequeño en el que meter su ropita y lo más necesario, total no iba a vivir mucho tiempo más.

Su labio inferior tembló, más el solo pensar en que Oliver por fin iba a estar en paz le alegraba la vida, le daba más ilusiones. Corrió hacía la cocina y, con un esfuerzo sobrehumano, abrió un cajón sacando una caja de cerillas. Eso iba a ser suficiente.

Oyó a Oliver entrar a la ducha y aprovechó para ir hacía el cuarto y tomar la ropa más cómoda posible para meterla dentro de su maleta improvisada. Revisó a su alrededor, encontrando el perfume de Oliver. Amaba ese perfume. Tomo la primer camiseta que este le había comprado y la rocío con él, guardándola al instante. Así tendría un buen recuerdo de Oliver.

Justo cuando escondió la caja debajo de la mesa de luz, Oliver apareció a la puerta y comenzó a vestirse. Andy se tapó los ojos totalmente avergonzado y sonrió.

"Uh, Andy, no sabía que estabas aquí." Habló el mayor tomándolo con sus manos. Andy rió y lo miró a los ojos, quería acordarse de su rostro para siempre. Oliver sonrió y le acarició el cabello.

"Te ves muy alegre bebé." Ese apodo lo hizó temblar, lo iba a extrañar, tanto. Se encogió de hombros y sonrió.

"¿Cenaremos pizza?" Inquirió, cambiando de tema. Si Oliver seguía hablando, probablemente terminaría llorando otra vez.

"Pizza y películas." Contestó Oliver guíñándole un ojo. Andy aplaudió felizmente.

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Andy sonrió al ver a Oliver totalmente dormido en el sofá. Se suponía que debían estar viendo esa película de acción que tanto quería ver, pero había caído rendido por el cansancio.

Andy suspiró mirándo el rostro del mayor dormido, era sumamente hermoso. Los ojos se le llenaron de lágrimas y se aferró aún más a su mano, sollozando. Lo quería mucho, tanto que su pechito le dolía y el corazón le latía muy rápido. No era justo, si él no fuera pequeñito seguramente Oliver se hubiera fijado en él, pero no, él era sólo una carga para el mayor.

Una carga que se iría pronto.

"¿Bebé?" Murmuró Oliver alzándolo. Sus ojos estaban entrecerrados y la voz ronca. Andy se secó las lágrimas y saltó al pecho de Oliver aferrándose a su camiseta.

"Te quiero Oli, y mucho." Y él sabía que iba a ser la última vez que lo vería, por eso decidió perder el miedo.

"Oh bebé, también te quiero." Susurró Oliver, acariciandolo con los dedos. Quizás esa sería su última noche juntos, pero al menos sería la mejor, y por ello Andy se aferró lo más que pudó a Oliver, disfrutando de las caricias de su mayor.

Jamás podría estar tan agradecido y rogaba que, quizás en otra vida, pudiesen estar juntos.

Cuidando a un Mini Andy •‖Sysack‖・Donde viven las historias. Descúbrelo ahora