perdida

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(5-5-2017; 4:00 de la madrugada)

No sé si estoy o no durmiendo.

No consigo enfocarme.

Me llega un mensaje, respondo.

Una mata de pelo rubio ceniza.

¿Por qué se lo ha cortado?, nunca me hace ni puñetero caso, nunca me dice como se siente.

Otra de las personas que solo consiguen hacerme daño.

Empiezo a sudar.

El estómago se me revuelve y la cabeza me da vueltas.

(7-8-018)

Mi cita para la operación que llevo esperando todo un año por fin ha llegado.

Jenny ha estado conviviendo conmigo desde que empecé el instituto.

Jenny ha sido el mejor grano del mundo, así que, obviamente eso ha sido algo malo para mí.

Jenny es uno de los múltiples granos que tengo en la ingle, tengo las ingles asquerosas, llenas de cicatrices y bultos.

No paso ni una hora en el quirófano, y Jenny ya está fuera.

(14-8-2017, Por la mañana)

Alex y yo llevamos días raros.

Le dejo por mensaje.

Al principio es raro y duele.

Me tiro en la cama y lloro, y lloro, y lloro un poco más.

Pero al final lo acabo aceptando.

(17-8-2017)

Han cambiado a la abuela Juana de residencia, la abuela está muy malita, tiene alzhéimer y hace poco se ha quedado postrada en una silla de ruedas, cuando era pequeña vivía con nosotros.

Mi hermana y yo siempre le andábamos habiendo alguna trastada, nunca supe valorarla lo suficiente.

Me dolía verla en aquella cama.

Era tan pequeñita, y parecía tan frágil, aquel día Lea, la amiga de mi madre había venido con nosotros.

-La abuela está muy mal y tenéis que despediros de ella.

Mi madre había dicho esas palabras demasiadas veces a lo largo de estos años, por eso, no la tomamos enserio.

(18-8-2017, Medio día)

Mamá ha ido esta mañana a ver a la abuela.

Estoy en el campo de futbol cuando escucho sonar las campanas, y en mi pecho se instala esa sensación, la sensación de que algo malo está a punto de pasar.

Y después suena mi móvil

-Hola, cariño-se trata de mamá-hoy vais a comer a casa de Javi.

Siento una suave presión en el pecho, pero la ignoro.

-Vale.

La casa del amigo de mamá siempre huele a madera, pintura y tabaco.

Me gusta esta casa, la conozco desde que tengo memoria, Javi y su mujer, Almudena han estado en mi vida desde siempre, al igual que sus hijos; Javier y Álvaro, ambos mayores que yo.

Álvaro pone la mesa y Javi, como cada vez que vengo, está por ahí perdido.

No debió de extrañarme cuando llamó mamá y nos dio la noticia.

Era algo que, al fin y al cabo esperábamos que acabase pasando.

De pronto, los paseos hacia el súper mercado y por el pinar parecían aun más lejanos de lo que ya lo fueron cuando metieron a la abuela en la residencia.

Los consejos.

Las historia que nos contaba, algunas ya confusas debido a su enfermedad.

Su pasado, un pasado que tantas veces le pedíamos mi hermana y yo que relatara

Su vida había sido dura, muy dura.

Una madre joven, un padre fusilado, tener que hacer de criada, vivir la guerra civil, el intento de suicidio por parte de su marido e hijo alcoholico.

Pero más duro tuvo que ser para mi madre, ya que fue quién aguantó todo sin derrumbarse.

No lloramos, no lloramos hasta que no llegamos al tanatorio y no vimos a mamá.

No nos lo creímos, no nos lo creímos hasta que pasaron las semanas y sentimos la sensación de vacío por no ir a verla a la residencia.

Yo nunca quería ir a la residencia, nunca quería ir porque me hacía sentir un extraña presión en el pecho, como el augurio de algo.

Yo nunca quería ir a la residencia porque, Teófilo, uno de los ancianos con los que solíamos jugar a las cartas me tocó una teta en una ocasión, y me ardía la teta cada vez que le veía, mis padres me dijeron que eso eran cosas de la edad, pero eso para mi no era explicación suficiente.

Y entonces sí que lloré.

Por no haberla valorado y querido lo suficiente cuando debí haberlo hecho.

Por sentir que perdíamos el tiempo cuando íbamos a verla.

Por no abrazarla más o decirle cuanto la quería.

Por todas las veces que me dijo que no pisase las urugas del pinar, hoy en día continúo escuchando su voz cuando veo una fila de procesionarias, Por las mañanas de manos negras recogiendo los piñones del pinar, por sus visitas en el patio de clase cuando aun no tenía amigos y hablábamos a través de las rejas, con mi hermana pequeña en brazos.

(27-8-2017)

La nueva temporada de balonmano empezaba, y con ella las ganas de comernos el mundo.

Lo que yo no sabía aun era cuantos sueños podrían estar a punto de cumplirse y a la vez volverse añicos.

(10-9-2017)

El curso ya empezaba sin ganas, cosa que, era comprensible, ya que, mi madre, como siempre, había decidido que era lo mejor para mí.

Y ahora estaba haciendo cuarto de ciencias.

Para entendernos mejor, el año anterior, a pesar de estar emocionadísima con física y química y deseando dar esa materia, fue un desastre total y absoluto, tanto que ahora eran mi peor enemigo.

Sinceramente, no me merecía el valioso cinco que me habían puesto para la evaluación final, dijo valioso porque, aunque todavía no lo supiera me salvaría el culo este curso .

Y aprobé matemáticas, porque, gracias a una fuerza sobre natural, mi profesora, que estaba embarazada se puso de parto y la sustituta explicaba lento y simple, saqué un seis.

Le doy las gracias en este libro.

Era el último curso de la ESO.

Iba e ser inolvidable, tenía que serlo.

Iba a salir todo bien, y después ya haría el bachiller que yo eligiese.

Clase nueva, compañeros nuevos, material también nuevo.

Una nueva yo, una nueva Paula.

Mierda, incluso mi pelo era nuevo, más largo que el año pasado.

Mi relación con Pablo Aisa era totalmente diferente ahora, hacía tres años que no nos hablábamos, después de todo lo ocurrido en primero de la ESO.

El curso fué un desastre total y absoluto, lo único que de verdad mereció la pena fué la temporada de balonmano que nos hicimos mi equipo y yo,estuve seleccionada para la madrileña, quedamos segunda de españa.

Y con el Lega, mi equipo oficial quedamos segundas de Madrid, pasando al intersector de españa, donde ya perdimos todo...

Borrosa realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora