(El día que conocimos a Lara la zorriputa, principios de curso)

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(El día que conocimos a Lara la zorriputa, principios de curso)

La salida del instituto siempre es frenética y nerviosa, llena de empujones y, en el caso de mi instituto, escaleras.

Me gusta la ropa, me gusta fijarme en el tipo de ropa que llevan los demás, es por eso que la primera vez que me fijé en la cara caballo fue por sus plataformas de color rosa palo, me encantaron, eran del mismo modelo que las que me quería comprar yo.

-Mira Isabel- dije a mi hermana-esas son las bambas que me

-No

-¿Qué?, pero si todavía no he

-No-Esta vez es Lucía la que me corta, pongo cara de enfado y comienzo a andar de espaldas para mirarlas a la cara.

-¿Y eso por qué?- Exijo saber

Mamá jamás te dejaría y tú madre jamás te dejaría son las frases que se escapan de sus bocas justo al mismo tiempo.

Se miran entre ellas sonriendo y chocan las palmas.

-Malas pécoras.

Nos reímos y continuamos caminando hacia la parada del bus, pero al girar en la esquina lo vemos pasar por delante de nuestras narices.

-Paso de esperar al siguiente- Si algo se sabe de mí es que no tengo paciencia y si algo sabemos del 155, nuestro querido bus es que te hace esperar demasiado.

-Pues nada, a patita como, los caballos- ¿Se me había olvidado decir que Lucía es mi amiga porque es rara?

Y eso hacemos, con la chica de los zapatos envidiable y ¿el crush sin culo de Lucía?, no sabíamos el nombre del chico porque:

a)Yo no lo había preguntado porque la que estaba loquita por él era Lucía y b) Nunca habíamos hablado con él.

Sabíamos lo más básico, que éramos vecinos y que venía con nosotras en el bus porque asistía a nuestro instituto.

Más tarde supimos también que era amigo de Irache, el caso es que ese día iba acompañado de aquella chica.

El tramo descojonante tuvo sentido gracias a los sucesos que ocurrirán a continuación:

El trecho que va del Ábaco (instituto concertado cerca de mi casa) y pasa por el pinar, hasta llegar a mi casa siempre resulta el más entretenido y nunca quiero llegar a mi casa, intentando que las conversaciones y risas con Lucía se hagan eternas.

Giro mi cabeza, intentando visualizar el autobús, pero nada, en lugar de eso, mis ojos quedan fijos en la chica estilosa y en su acompañante, están discutiendo, rápidamente vuelvo mi cabeza hacia delante, intentando no meterme donde no me llaman.

-Parece que viene el bus, ¿Lo cogemos?

Casi podía sentir sobre mis hombros el aplastante peso de la responsabilidad que implicaba mi decisión.

Los últimos días del curso los pasé con Lucía, fue entonces cuando me arrepentí, como siempre tarde, de no haber estado más tiempo con ella, porque al curso siguiente no me quedaría allí.

Terminé escogiendo artes.

Y gracias a mi beca deportiva, tenía plaza en un buen instituto.

Borrosa realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora