Todo lo contrario.

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Lydia había salido del hospital, tenía un miedo latente junto a voces que le susurraban todo el tiempo, en cada momento que estaba sola y creía estar sola. Cuando miro a Stiles en la semana después de empezar a enloquecer tranquilamente se sorprendió. Erica Reyes, Vernon Boyd caminaban a un lado del chico de lunares. Erica vestía jeans de cuero negro, junto a unos tacones que a cualquiera le darían envidia, chaqueta de cuero negro y una blusa corta de un color en contraste que más que ropa parecía un corset que dejaba relucir sus encantos bien ocultos entre capaz de ropa que antes habían sido parte de su vestuario. No a cualquiera le quedaba bien el negro y el cuero, pero la rubia parecía estar luciendo lo de una manera increíble.

Stiles estaba menos torpe, más ligero y grácil. Como si sus largas y grandes extremidades por fin hayan coordinado para poder hacer al pálido y alto chico lo que debió ser desde hace años. Porque era guapo, con el cabello comenzando a crecer en su cabeza rapada. Esos ojos de color whisky intenso y esa sonrisa bobalicona que solía resaltar en su rostro. Por primera vez en años, Lydia Martín se había fijado en el antes torpe y totalmente nerd Stiles Stilinski.
El chico noto la mirada de la pelirroja, y sonrió cuando atrapó esos ojos mirando con insistencia. Al final de su mente, un susurro cautivador le dijo que algo en la chica había cambiado, que la necesitaba de su lado. Que sí conseguía hacerle participar por sí sola sería una gran adición a su manada.

—Chicos—llamó con delicadeza consiguiendo a la beta y al aún humano mirando en su dirección—¿les gustaría que Lydia se una ha la manada?

La pregunta tomó por sorpresa a los dos adolescentes que miran a la dirección en la que su Alfa tenía puesta su atención. Boyd sonrió un poco al notar como Stilinski realmente estaba formando una familia, eso hacía más fácil su decisión de tomar la mordida. Pedía su opinión. Preguntaba si estaban cómodos, les dejaba pasar tiempo en su casa, rodeado de su atención, películas, comida, iban a comprar ropa con un dinero que estaba seguro que Stiles no poseía y que siempre que preguntaba aseguraba que les contaría todo cuando la manada fuera estable. Solo pedía tiempo, confianza y unión. Solo quería hacerlos sentir bien, y personalmente era genial aunque le costará a veces seguir el ritmo de sus divagaciones.

Boyd miró a Erica y ambos compartieron miradas seguras.

—Sí Alfa, nos gustaría tenerla—aseguró divertida la chica colgándose del castaño—si no es molestia Batman.

La risa melodiosa del castaño consiguió a ambos chicos satisfechos por haber conseguido algo bien.

—Lo que mi Catwoman quiera.

—Alfa, gracias—Boyd dijo simplemente sin usar grandes palabras.

La mirada se sorpresa de Stiles fue cómica, primero sus ojos cafés se abrieron dejando ver a un pequeño ciervo ante los focos de un carro. La boca se abrió y boqueo un par de veces para luego asentir dándole un par de palmadas en la espalda para luego revolver el largo y brillante cabello rubio de su primer beta.

—Son los mejores betas—halago sin problemas—llegando a casa plantearemos como hacer que tomes el turno—prometió fielmente antes de ir detrás de la pelirroja.

Se acercó a la chica que parecía asustada, la miró sostener su cabeza como si tuviera una intensa jaqueca. Había investigado sobre lo que Lydia Martín podría ser, muchas historias de grandes monstruos (Kanimas) le preocupaban. Beacon Hills era ahora su territorio, debía mantenerlo a salvo. Le diría todo a su padre cuando su sanidad mental estuviera estable y no quisiera matar a cualquiera que amenazara su poder Alfa.

—¿Estás bien?—la voz preocupada del chico consiguió a Lydia mirándolo desde su posición de dolor.

—Eres tú—el susurro sorprendió a Stiles que se arrodilló a la altura de la chica—logras que las voces dejen de susurrar. De suplicar por ayuda, estan conectadas a ti.

La sonrisa deslumbrante del castaño sorprendió a la mujer. Parecía satisfecho de tener razón en algo, lo sabía por ese brillo feliz en los ojos contrarios.

—Puedo ayudar, solo necesito que me escuches—la tomo del hombro con delicadeza.

—Pero, Jackson...—la pregunta por lo bajo no pareció sorprenderlo.

—Puede venir, no te estoy pidiendo que renuncies a tu vida—arreglo los mechones del siempre cuidado cabello de la adolescente—trae a Jackson y a Danny. Se que el no irá ha ningún lado sin su mejor amigo—su sonrisa fue cegadora y terriblemente comprensiva—no tienen que renunciar a nada. Pero me gustaría que fuéramos más unidos, una familia sí es posible después de lo que hablaremos.

—¿Cuándo?—La voz determinada y la muerte brillando suavemente a su alredor de la chica sorprendió a los betas que estaban distrayendo a Scott para que no se acercara ha la platica de su Alfa. La mujer estaba casi jurando que sí lo obtenía no la complacía o dañaba a Jackson conseguiría a una Lydia Martín enojada detrás de su cabeza.

—Hoy, en la antigua casa Hale. Dos horas después de la escuela—le ayudó a levantarse—tengo que arreglar algunas cosas. Prometo ser totalmente honesto.

La chica le dedico una mirada complacida para arreglar su ropa y quitar el polvo imaginario. Su sonrisa de diva regresó rápidamente a su rostro sin preocuparse por parecer presumida.
Agito su cabello dejando que sus rizos rebeldes cayeran por los costados desprendiendo un olor a fresas. Los labios rojos brillaban casi maliciosamente en una sonrisa triunfante.

—Sí le dices a alguien lo negare todo—se alejo a paso altivo escuchando por poco la respuesta del chico.

—No esperaba menos de Lydia Martín.

Cuando regresó con Erica estaba que brincaba en su lugar feliz. Scott parecía molesto y al verlo casi le gruñó. El beta estaba dándole una mirada de muerte, al parecer había escuchado toda su platica.

—¿Estas haciendo el trabajo sucio se Derek?—siseo por lo bajo con sus ojos casi brillando del enojo.

Stiles alzó las manos al notar como la beta rubia tomaba posición para atacar a su mejor amigo (ya no sabía si debía seguir llamándole de esa forma). Boyd aún no era un beta lobo, pero si uno humano que frunció el ceño y dio un paso hacia adelante para tomar al lobo de la ropa y estampar lo contra los casilleros si era necesario.

—No soy la perra de nadie y menos hago su trabajo sucio—escupió dejando que sus ojos casi se vean—estoy consiguiendo a mis betas, mi manada. Puedes unirte o irte.

—No eres un lobo Stiles—el hispano tomó al de lunares por el cuello de la camisa casi alzando lo.

Erica gruñó más fuerte pero Boyd impidió el paso cuando noto los hombros tensos de su Alfa, la sonrisa ladeada y la cara más oscura que había conseguido del chico desde que se conocían. Los chicos que caminaban por los pasillos se detuvieron al ver pelear a McCall y a Stilinski que parecían unidos por la cadera.

—Y tu te crees el mejor hombre lobo de todos—de un manotazo alejo las manos del chico—pero yo fui quien te anclo. Entonces piensa en cómo estás presumiendo a base de mi esfuerzo.

Se alejo de él hispano siendo seguido por Erica que sólo gruñia por lo bajo y se colgaba fácilmente del muchacho. Mientras Boyd caminaba detrás con una mirada de advertencia.

El AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora