Naruto los guió por el río sólo unos minutos más tarde, y en unos instantes, un gruñido llegó a ellos desde arriba. Dos dragones y sus caballeros se abalanzaron sobre ellos, pasando a escoltarlos tan pronto como vieron la piel negra de Naruto.Ella supuso que los otros dragones y sus jinetes debían estar hablando en silencio
con Naruto, pero no hicieron ningún intento de hablar con ella o con Mitsuki por lo
que pudo ver.¡Míralos, Hina! Son de colores tan bonitos. La voz de Mitsuki rezumbó de admiración al
mirar a los otros dragones, los primeros que veía, además de Naruto.Sí, son bastante bonitos, cariño, pero ninguno tan brillante y deslumbrante como tú.
Ella notó la mirada que ambos dragones, y los caballeros en sus espaldas le dieron a las escamas brillantes de Mitsuki, mientras volaban hacia la Guarida de la que Naruto les había hablado. Había un adorable dragón dorado brillante, y otro rojo
cobrizo, ambos un poco más pequeños que Mitsuki pero más largos que Naruto.Las últimas palabras de Naruto seguían sonando en su cabeza, generando una sensación de hormigueo en todo su cuerpo. Él había dicho que la deseaba y el
profundo rugido provocado por sus palabras había despertado su matriz a la vida.
Había sentido su primera exaltación esa misma mañana, bajo sus manos suaves, y
quería más.¡Oh, quería más de ese dulce placer!
Pero también tenía miedo. Como esclava en la casa de Danzo había visto lo peor de los hombres y su deshonor.
Aunque dudaba que Naruto tuviera nada que ver con cualquiera de los cerdos que
había eludido en el reino de Danzo, él era todavía un hombre, y que era aún, en gran medida, desconocido para ella. Él era también —sorprendentemente- un dragón.
No sabía qué pensar de su naturaleza dual.
Conocía sólo a un dragón, y Mitsuki era sólo un bebé.Recordó vagos cuentos de caballeros y dragones de su niñez, pero nunca había oído hablar de hombres que se convirtieran en dragónes y ceversa.
El remolino mágico alrededor de Naruto la asustaba un poco. Su pasión agresiva la tentaba, y el fuego en sus ojos le calentaba los huesos.
Él le había dicho que la deseaba, y que la Madre la ayudara, se dio cuenta de que lo deseaba
también.La única pregunta era cuándo sucedería. Nunca había estado más segura de nada en su vida.
Quería conocer la plenitud de la pasión de Naruto. En caso de
que llegara, sólo la Madre de Todo lo sabía con certeza.Hina haría su mejor
esfuerzo para dar un paso a la vez. Por ahora, lo seguiría a donde la llevara para
conocer a su gente y a los dragones de la guarida del Norte.Cuando, lo que ella suponía era la cornisa de aterrizaje de la guarida estuvo a la vista, tanto los dragones como los caballeros que los habían escoltado se
desviaron, permitiéndole a Naruto aterrizar primero, seguido de Mitsukiy Hina.Inmediatamente, el respeto de los otros dragones y caballeros de la zona fue evidente. Dieron un paso hacia Naruto, inclinando sus cabezas con respeto, aunque no bajaron los ojos.
A ella le gustaba eso.
Le gustaba la forma en que mostraban respeto, pero manteniendo su propia dignidad, a diferencia de la forma en que Danzo había exigido a la gente que se inclinara y arrastrara ante él.Hina se bajó de la espalda de Mitsuki y se quitó la capucha con la que se cubría la cabeza para mantener el calor en la altura. Oyó jadeos cuando sus cabellos largos y negro azulados se revelaron, interceptó algunas miradas sorprendidas de los caballeros que no le quitaban la vista ni a ella ni a Mitsuki.