Humano

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Hina se acercó a Naruto, drenada emocionalmente y necesitando aferrarse a su fuerza. En sólo unos pocos días este extraño dragón negro se había convertido en un guía por tierras desconocidas, en un protector y en un amigo cercano. Y
ahora le daba la esperanza de que pudiera encontrar a su familia después de todo
este tiempo.

Era suficiente para hacerla llorar, y ella nunca lloraba.

Bien, al menos no a menudo. Había aprendido, desde el principio en la casa de Danzo, que el llanto era una pérdida de esfuerzo y sólo llamaba una atención no deseada.

La fuerza emocional de Naruto era aún mayor que la de Mitsuki.
Naruto estaba plenamente desarrollado por un lado y emocionalmente maduro. También estaba dispuesto a dejar que se apoyara en él, mientras sus emociones la oscilaban de un extremo a otro. Había algo tan reconfortante en su cercanía.

Había dormido mejor
estas últimas noches, bajo su ala protectora, de lo que lo había hecho nunca en su
vida.

Se sentía tan bien. Tan correcto.

—¿Podemos Mitsuki y yo quedarnos contigo al menos por un tiempo, cuando
lleguemos a tu casa?
Quiero decir, ¿hay algún lugar para nosotros?

Si, pequeña. Siempre habrá espacio para ti y Mitsuki donde yo esté. Sois mis amuletos de la suerte.
No dejaré que te vayas nunca
más.

Ella se apoyó en su amplio pecho, abrazándose a su largo cuello.
—Eso suena muy bonito, ¿pero y si esa mujer, Hanna, es realmente mi madre?
¡Oh, dulce Madre de Todos! Naruto, muchas gracias por traerme noticias suyas. Realmente
podrían ser mi familia.

Creo que probablemente lo son. Y si estoy en lo correcto, iremos donde están o les pediremos que vayan a nosotros, se que querrán verte tanto tú deseas verlas.

—¡Oh, espero que estés en lo correcto!

Yo siempre estoy en lo correcto, lo aprenderás muy pronto.

Su tono fue de broma, estirando el cuello para respirar calidez en la piscina que ella había estado usando para lavar sus cosas.

Estás temblando Hina. Caliéntate en la piscina y termina de lavarte. Tenemos que descansar para poder cruzar el río con las primeras luces. Quiero que el sol brille en las hermosas escamas de plata de Mitsuki y hacer una gran entrada a mi tierra. Su tamaño solamente tendrá a todos los dragones hablando de él muy pronto, pero tenemos pocos dragones de plata entre nuestras filas y ninguno tan brillante como Mitsuki.

¿Es cierto? Mitsuki había dejado de jugar ya, lleno de peces y empezaba a sentir
sueño, como los dragones jóvenes actuaban a menudo. ¿Hay otros dragones que se parecen a mí?

Unos pocos, le dijo Naruto. Pero ninguno tan grande como tú, Mitsuki, no lo creo. Los dragones en mi tierra son de todos los colores del arco iris. Hay solo un puñado de negros como yo. Unas pocas decenas de ellos son plateados, aunque más bien son en su mayoría de un gris plateado, no de un irisado plateado brillante como tú, si tuviera que adivinar diría que eres un dragón de hielo. Son raros incluso en las tierras de norte.

¿Un dragón de hielo? Eso suena bien, fue la respuesta somnolienta de Mitsuki cuando acomodó su gran cuerpo para una siesta. En unos minutos, estaba profundamente dormido.
Hina le sonrió con cariño mientras hacía su trabajo en la pequeña piscina climatizada que Naruto había conseguido para ella. Se quitó el calzado y probó el agua con los pies, dudó un poco sobre la profundidad del agua. Con cautela, se
metió en la parte baja de la piscina donde aún podía ver el fondo, moviéndose
centímetro a centímetro en el agua caliente. Se sentía como el cielo.
Sus pantalones y túnica sucios se elevaron a su alrededor mientras ella se hundía más y decidió quitárselos una vez que estuvo en el agua hasta los hombros.
Volviendo hacia la orilla, encontró un buen lugar en una gran roca, plana y
una zona poco profunda donde lavar su ropa y escurrirlas lo mejor que pudiera.

Amor de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora