«Capítulo Cuatro»

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Una cosa es lo que soy y otra, tan sólo, lo que muestro.

(Beret - Ojalá)

~°°°~

Goku

—¿Goku? ¿Eres tú? —se burló, llevando sus manos a la boca y fingiendo sorpresa.

Por milagro, hoy me había levantado temprano y fui el primer, de mi clase, a llegar a la escuela.

La verdad, este milagro tenía nombre: Raditz.

Él se había quedado en casa hoy. Mi padre dijo que el pobre estaba trabajando demasiado y que merecía un descanso. Las cinco de la mañana, el muy desgraciado me había sacado de mi cómoda cama, alegando que yo debería ser más responsable y no llegar tarde a clases, que si siguiera siendo así, llegaría después de la novia a mi boda. Como si un día me fuera a casar.

En fin, después de lo que pasó, no pude volver a conciliar el sueño y no tuve otra opción más que levantarme e irme a la escuela.

—¡Al fin llegas! ¡Pero qué falta de responsabilidad, ChiChi! ¿Llegando después del alumno que siempre se atrasa? Esto no es cosa tuya, ¿Acaso entraste en el mundo de las drogas? —bromeé, imitando lo que dijo el maestro de biología la única vez que ChiChi se atrasó. Sabía lo cuanto esto la molestaba.

Ella no me respondió, pero podía notar que su cuerpo se había, levemente, tensado y oí como soltó un gruñido de frustración antes de sentarse a mi lado. Empecé a reírme. Ella se molestó más y me golpeó, sin fuerza, en el hombro.

—¡Deja de reírte de mí!

—Lo siento, lo siento. —dije, fingiendo sacar una lagrimita de mi ojo derecho.

Ella se cruzó los brazos y infló las mejillas. Hizo un tierno puchero con sus labios y conectó su mirada con la mía. Y, aunque sus ojos demandaban, indirectamente, que tenía ganas de matarme, su expresión sólo me causaba ternura.
Se veía como una niña cuando hacia esa carita.

—Si intentas intimidarme, no estás logrando. —apreté una de sus mejillas y acerqué mi rostro al de ella. —Te ves tierna. —besé la punta de su nariz y acaricié su sedoso cabello. Ella no se sorprendió. Siempre tuvimos ese trato el uno con el otro.

Gruñó, frustrada, alejándose de mí y cruzando los brazos. Reí. Siempre la molestó el hecho de que no lograra verse intimidante.

—No te pongas así, Chi. —pedí, besando su mejilla y acercándola a mí. Ella soltó una risita, antes de acomodarse mejor en mi regazo. ChiChi era muy bajita comparada a mí y se veía aún más pequeña cuando nos poníamos en esa posición.

—¿Supiste lo que pasó a Helena? Parece que la golpearon en la cara y tuvo una derrame nasal. Pobre, aunque me aborrecía a veces su actitud, nunca quise que le pasara algo así. —comenté, cambiando el asunto.

Sentí como el cuerpo de ChiChi se tensaba sobre el mío. Miraba hacia ningún lugar en específico. Me preocupé al verla tan pérdida.

—Chi, ¿Estás bien? —ella pareció reaccionar al oír mi voz y, tras mirarme, asintió.

—No te preocupes, estoy bien. Sólo... —dió un largo suspiro. —No sabía lo que la había pasado. —su mirada reflejaba ¿Tristeza?

Me confundió su reacción, parecía haberse puesto triste por lo que pasó a Helena. Pero, por lo que sé, Helena siempre la detestó por el hecho de ser mi mejor amiga. Ella siempre estuvo enamorada de mí y veía a ChiChi como una amenaza a su plan de conquistarme. Sé que ChiChi es una buena persona y que no le alegraría el hecho de que alguien, por más que la detestara, estuviera en el hospital, pero no pensé que la afectaría tanto la noticia.

Filofobia ||GoChi||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora