Capítulo 4

83 13 6
                                    


Ninguno volvió a mencionar palabra alguna después de eso. 

Siguieron caminando en total silencio por un rato más, hasta llegar finalmente a un claro. Donde varias tiendas de tela estaban levantadas y, cerca de cincuenta hombres y treinta mujeres se encontraban reunidos. 

Mientras que unos caminaban de un lado a otro con escudos y espadas en sus manos, otros parecían estar entrenando para una batalla.

¿Una batalla?

Minho frunció el ceño. No entendiendo lo que sucedía. ¿Acaso los del Clan Lee sabían lo que su padre planeaba hacer? Imposible. Se respondió a si mismo.

— Te sorprende eh? — habló el ojigris a su lado.

— Esto... — Minho no sabía ni que decir. Estaba estupefacto. 

Su clan no tenía información alguna de que los Lee estuviesen preparándose para un posible enfrentamiento. 

La turbación en su rostro fue evidente. Y el castaño disfrutó verle de esa manera. 

— Camina. — ordenó, adelantándose. 

Minho no dijo nada. Simplemente le siguió, aún en estado de shock.

Detuvieron sus pasos solo hasta quedar frente a una de las tiendas más grandes. 

— Si te mueves de aquí, terminaras muerto con un espada clavada en tu pecho por mi. — advirtió el ojigris antes de entrar.

Solo entonces, Minho pudo sentir varias miradas posarse sobre su persona. Atravesándole como dagas en el cuerpo. Odiaba estar ahí. 

Desearía poder volver en el tiempo y no cometer el estúpido error que le llevó a terminar donde estaba ahora. Maldita su mala suerte.

Pronto, una hora se cumplió, y el castaño aún no salia.

«Bastardo.» maldijo por lo bajo, rechinando los dientes. Empezando a sospechar que el contrario lo estaba haciendo a propósito. Confirmandolo solo dos horas después cuando escuchó al éste decir detrás suyo:

— Vaya, al parecer te has ganado la cena.  

Y Minho entonces quiso matarle ahí mismo. 

 — Vamos. — el contrario empezó ya a alejarse.

Las siguientes horas pasaron aburridas y tortuosas para Minho. Teniendo que estar solo observando al castaño mientras ayudaba a un anciano beta a reparar su casa. 

Pero cuando pensó que ese día no podía ir peor, lo que siguió después le hizo ver su error.

— Gracias, Taekwoon, Hongbin. Ahora pueden volver a sus labores diarias. — el castaño sonrió con agradecimiento a los guardias que les acompañaban.

El primero; un omega, asintió ante su orden. En cambio, el segundo; un beta, les miró con sospecha y, con reticencia dijo: 

— ¿Esta seguro alfa Jinki? 

— Por supuesto. — respondió con seguridad el contrario. Mostrando seriedad en su mirada. — Mañana voy a necesitarles de nuevo, pero por ahora ya pueden retirarse. —  

El beta pareció dudar, pero terminó asintiendo y retirándose junto con el omega.

Al ya no verles. La mirada de Jinki se oscureció.

— Bien. Llego la hora. — anunció, dirigiendo sus pasos a un pasillo contrario al que habían tomado los guardias.

Girando en varias esquinas y, adentrándose más en el castillo. Llegaron hasta a una puerta de madera que tenía un tallado de un escudo con una espada atravesándole en el centro.

Destined Partner / OnHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora