Capítulo 3: Fuertes sensaciones

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Durante el camino hacia el salón, un silencio incómodo llegó entre nosotros, pensé en un tema de conversación, pero no sé me ocurría nada. De pronto, Ángel comenzó a hablar.

- Y... ¿Cómo fue que pasó todo eso?- dijo Ángel para acabar con el silencio.

- ¿Qué cosa? - Respondí pensando en que podría estar hablando de cuando llegué al salón y lo vi por primera vez.

- Lo de Elías - Mencionó.

- Ah... Eso...- Respondí aliviado -. Pues, cuando salí del baño accidentalmente choqué con él e hice que derramara un poco de la bebida que traía, no me fijé que estaba en frente de mí.

- Oh, entiendo - Respondió Ángel, girando los ojos y pensando el por qué lo había dudado, quería averiguar la otra parte que me preocupaba más -. Pero esa no es excusa para casi mandarte a la enfermería, o al hospital.

- Sí, lo sé - Respondí -. Espera, ¿Cómo fue que llegaste al baño?... Quiero decir, te había dicho que no hacía falta que fueras.

- Bueno, quería comprobar que realmente habías llegado y que no te habías perdido en el camino - Mencionó -. Y al parecer, estuvo bien que dudara, o ibas a regresar con un hueso dislocado, ese Elías no sabe medir su fuerza.

- Vaya - Quedé sorprendido al escuchar a Ángel -. ¿Y no han hecho algo por arreglar el comportamiento tan agresivo del chico?

- El director intentó mandarlo a una actividad fuera de clases, fue como una regularización donde le enseñaban disciplina y control de ira a Elías, pero no le hizo nada.

- ¿En serio? ¿Por qué no le hizo nada?

- Sospechan que hay algún problema en su casa, algo que tiene que aguantar allí, y viene aquí a desahogarse.

Quite por un momento la mirada de Ángel y me puse a pensar en Elías, y en su situación, ¿qué tan horrible debe ser para comportarse así? Creo que puedo entenderlo... O bueno, no sé, aún no he escuchado que problema tiene. Pero yo también he estado en situaciones que llegas a odiar tu propia casa. Volví a mirar a Ángel, noté que también se sentía preocupado, al parecer es muy empático con los demás, aún si éstas personas actúan mal.

Nos detuvimos por un momento.

- Y...- Mencionó Ángel con un suspiro -. Mientras no se arreglen las cosas en casa, no va a mejorar en la escuela.

- Sí... Entiendo - Respondí con la cara decaída -. Hay cosas que te afectan demasiado y no se pueden ocultar para siempre. De alguna u otra forma se tienen que liberar, a veces en llanto y otras veces en ira, cada una con la misma intensidad con la que sufres durante el problema.

Desvíe mi vista de Ángel, estaba sintiendo un nudo en la garganta. Me vino a mi mente el triste pasado que he tenido y no quería que me viera así. Pero sentí como Ángel no me quitaba la mirada de encima, intenté mirarlo sin que se diera cuenta y pude notar sus ojos dando una expresión de preocupación, eso me hacía sentir peor, evité que me mirara a la cara volteándome por completo, prácticamente dándole la espalda. Sabía que era grosero de mi parte, sin embargo, no quería que me viera ni quería verlo, me iba a sentir mucho peor y seguro iba a empezar a llorar.

- ¿Estás... bien? - Me dijo Ángel girando la cabeza. No me atreví a responderle. De pronto, siento que pone su mano sobre mi hombro -. ¿Sabes? No tiene ni una hora de conocernos pero se ve que eres un chico increíble, muy amable y gentil, y... dijiste eso con tanto sentimiento que no hace falta conocerte demasiado para saber que algo te pasa. Quiero decirte que puedes contar conmigo en todo, porque me agradas. Si no me quieres contar, no importa, lo entenderé, es tu decisión y yo la respeto, solo que no quiero que olvides... que no estás solo para enfrentarlo - Con la mano que tenía en mi hombro me hizo girar hacia él, se acercó y me dió un fuerte abrazo. No pude contenerme, de mis ojos empezaron a escurrir lágrimas, nadie me había dado tanta atención como él y en verdad la necesitaba desde hace tanto. Mis lágrimas caían sobre su hombro, mis mejillas se recargaban en su cuello, podía sentir la suavidad de su piel y su calidez, fue un sentimiento nuevo para mí, como si no necesitará nada más. Mis brazos habían quedado atrapados entre su pecho y el mío, podía sentir el calor que emanaba y los latidos de su corazón. Con esas sensaciones fue que empecé a calmarme, ya no pensaba en nada más que en querer estar así para siempre.

Ángel se apartó y me miró a los ojos.
- ¿Ya te sientes mejor? - Me dijo con una tierna sonrisa.

- Sí, gracias - Contesté. Con su mano limpió una lágrima que corría sobre mi mejilla. Miré a nuestro alrededor y vi como dos chicas nos estaban viendo, supuse que lo presenciaron todo. Ya conocía a una de ellas, su nombre era Sara, nos habíamos conocido un día en el parque de la ciudad. Ella suele hablar demasiado, incluso con gente extraña, claro que no le es ningún problema hacer amigos, y ahora es una de mis mejores amigas. Aunque, no sabía que estaba estudiando aquí.

-"Ay... qué vergüenza"- Pensé -. Perdona por haber hecho este momento tan... dramático - Dije con tono avergonzado pero bromista.

- No te preocupes - Contestó Ángel riendo -. Esto no fue nada, ya sabes que, si te sucede algo, puedes decírmelo y yo te apoyaré, sea lo que sea.

- Muy bien, te lo agradezco - Dije aliviado y suspirando -. Es que nadie me había dado tanta atención.

- Oh, pobre de ti - Respondió Ángel. Levantó su mano y me dio ligeras palmadas en el pecho -. Debes estar guardando tantas cosas, ¿verdad? ¿te gustaría hablar conmigo de eso? Si es algo muy personal, no te preocupes, puedes confiar en mí, no sé lo diré a nadie.

- Pues, ya que lo dices...

De pronto, fui interrumpido por el timbre de entrada. Ya eran las 7:00.

- Ay, no - Dijo Ángel mientras miraba el pasillo -. Hay que irnos, pronto.

- Está bien - Respondí.

Ambos apresuramos el paso de camino al salón de clases. Al llegar, cada quién fue a su silla, Ángel estaba del otro lado del salón de dónde yo estaba. Me senté, recosté la cabeza sobre la paleta de la silla, di un fuerte suspiro y esperé a que el profesor llegará.

Pensé en todo lo que me ha pasado esta mañana y en todo lo que sentí cuando Ángel me abrazó, fue tan lindo; me sentí realmente seguro en sus brazos, el calmante calor de su cuerpo y la suavidad con la que acariciaba su mano en mi espalda. Me sonrojé pensando. También recordé el momento en que me salvó de ser golpeado, y cuando me miraba con esos bellos ojos. Reí en mi interior.

- "¿En qué estoy pensando?" - Me dije en mi mente -. "Me estoy enamorando de un chico, vaya. Sigo sin poder creerlo... Pero... Si realmente esto es lo que mi corazón quiere, pues adelante" - Froté mis ojos y mi cara para limpiar un poco lo que quedó de la vez que lloré -. " Hm... Así que soy bisexual, creo que tiene sentido que sea así. Oh, bueno... No sé, es muy complicado para mí entender. De una u otra forma no puedo negar que lo que siento es amor "

De repente escuché algo caer al suelo.

- Oye, no te duermas - Dijo en susurros una voz.

Levanté la vista para ver quién era. Se trataba de Ángel, se había pasado al asiento de al lado. Fue él quien hizo ese ruido con su mochila al momento de ponerla en el suelo.

- No me estaba durmiendo - Contesté riendo.

Ambos escuchamos la clase, sólo que casi no podía prestar atención. Lo único que quería era mirar a Ángel, había algo en él que me encantaba. De ratos lo miraba cuando no se daba cuenta, me gustaba mucho enfocarme en sus ojos, es lo que más me atrae de él en cuanto de lo físico se trata. Pero lo que más me gusta es su tierna personalidad. La verdad es que todo en él me gusta. Lástima que no tengo a quién contárselo.

Los dos caminos del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora