Capítulo 7: El origen de Emmanuel

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Cuando guardamos nuestras cosas, bajamos por las escaleras Sara, Emmanuel y yo, nos dirigimos a la enfermería para recoger a Jeremías, vimos que todavía estaba sentado en la camilla siendo tratado por la enfermera Hellen.

- Buenas tardes enfermera Hellen - Saludó Emmanuel.

- Hola, Emmanuel... Muchachos - Contestó Hellen -. ¿Vienen por su amigo?

- Sí, queremos saber cómo está - Mencioné.

- Él está muy bien, el parche que le puse está haciendo efecto junto con la crema para cicatrizar. Creo que en unos cuantos días esa cortadura se cerrará por completo y con la mínima marca.

- Suena bien - Opinó Sara.

Jeremías se levantó de la camilla, tomó la crema que la enfermera le recetó ponerse cada vez que termine de tomar un baño, se despidió de ella y se acercó a nosotros.

- ¿Qué tal?, amigos - Dijo.

- Jeremías, ¿ya te sientes mejor? - Preguntó Emmanuel.

- Lo mejor que puedo, creo - Contestó intentando no hacer expresiones faciales -. Aún me duele si abro demasiado la boca.

- Está bien, no hagas muchos movimientos con el rostro - Dije -. ¿Te gustaría que te acompañemos hasta tu casa?

- Claro - Respondió Jeremías sonriendo con los ojos.

Nos preparamos para salir en la puerta de la escuela, acomodando nuestras mochilas, estirandonos un poco y colocando a Jeremías en medio de nosotros para evitar que otros que pasen lo lastimen sin querer.

- Oye, Jeremías, ¿Y exactamente dónde queda tu casa? - Pregunté absurdamente colocando una mano por detrás del cuello. Todos comenzaron a reírse de mí; pensar que fue mía la idea de ir a un lugar que no sabía dónde estaba les resultaba muy gracioso, de todas formas no me molestó, sino que me reí con ellos.

- Está a tres cuadras cruzando el parque, y éste está a otras tres cuadras de la escuela así que serían una seis cuadras en total... siete, si contamos el parque que es del tamaño de una cuadra completa - Contestó Jeremías todavía con tono burlesco.

- Hm... Está un poco lejos pero aún así te acompaño - Mencioné.

En el camino charlamos de varios temas distintos, Emmanuel quería hacer sentir mejor a Jeremías hablando de la nueva entrega de su franquicia de videojuegos favorita, se veían bastante entretenidos con eso. Mientras tanto, Sara y yo platicábamos de su primo y los desafíos a los que se enfrentó cuando quiso cambiar su vida por completo.

- Sara, ¿y tú cómo lo supiste? - Pregunté.

- Él me lo dijo - Respondió - Es que siempre hemos tenido una relación muy íntima, nos confiamos muchas cosas y un día, cuando estábamos nosotros dos solos me lo confesó todo.

- ¿Qué pasó después?

- Admito que él estaba súper nervioso cuando escuchaba las palabras que salían de su boca, de hecho, tomé su mano y noté que estaba temblando.

- Sí, debe ser muy difícil decirle a alguien tú mayor secreto. ¿Hace cuánto fue eso?

- Hace dos años, creo.

- ¡Dos años! Por un momento pensé que era más reciente.

Sara rió al ver mi cara sorprendida. Todos giramos a nuestra izquierda para mirar el parque, pausamos nuestras conversaciones y empezamos a cruzarlo viendo lo que pasaba en él. Por un lado, habían niños jugando en unos balancines, columpios y resbaladillas; por otro, personas que paseaban a sus perros y jugando con ellos en las áreas verdes; y por último, una multitud haciendo sus rutinas de ejercicio. La gran cantidad de árboles provocaba que el viento se sintiera fresco y puro, el cantar de las aves sonaba melodioso y los rayos del sol que pasaban entre las hojas hacían lucir al parque con alta belleza. A todos nos alegraba contemplar tal paraíso natural. Una vez que cruzamos el parque, continuamos con nuestras conversaciones pendientes.

Los dos caminos del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora