Capítulo 9: Obedece a tu corazón

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Amaneció, llegó el día en que llevaríamos a Ángel hasta su hogar, lo cual significaba que lo vería otra vez y quizá me diga eso que tanto me hacía pensar.

Desperté como de costumbre en un día de escuela, apagando mi alarma y levantándome a tomar un baño. Al salir del baño mi madre me vió muy entusiasmado, le sorprendió verme así.

- Ahora, ¿tú? ¿Qué te trae tan feliz?

- Nada, solo... me siento así.

- Hm... se me hace que algo tienes escondido.

- "Ja', si supieras" - Pensé -. No, ¿por qué crees eso?

- Porque tú nunca te levantas a esta hora en días sin escuela.

- Ah... Es que voy a salir, eso es todo.

- Oh, está bien.

Entré a mí habitación a vestirme, mi teléfono sonó, era Emmanuel quien me había mandado un mensaje de texto, le había dado mi número a todos ayer cuando salimos del hospital así que no era de extrañarse que me lleguen mensajes de ellos. Sin embargo, mi teléfono sonó nuevamente, esta vez era una llamada, igual de Emmanuel. Recogí el celular y contesté.

- Hola - Dije.

- Hola, ¿Ryan? - Respondió Emmanuel.

- Sí, ¿qué pasa?

- Oye, ¿ya estás listo para ir a recoger a Ángel?

- Aún sigo vistiéndome, ¿por qué?

- Bueno, porque voy a pasar por ti en 10 minutos.

- ¿Qué? ¿Cómo?

- Pasaré por ti en auto.

- ¿Tienes auto?

- Hm... no del todo, en realidad es de mi padre pero me lo prestó para que podamos recoger a Ángel.

- ¿Ok? Pero, ¿que no los padres de Ángel también tienen auto, van a querer que se suba con ellos.

- Nah... No creo que sus padres estén ahí.

- ¿Por qué? Si se trata de su hijo.

- Casi nunca los hemos visto en estos dos años que conocemos a Ángel, creo que ni siquiera están en este Estado.

- Oh... hm... entiendo.

- Bueno, date prisa en alistarte.

- Ok.

La llamada terminó y traté de alistarme lo más rápido que podía, salí de la habitación, me hice un licuado y me lo tomé, me lavé los dientes y guardé en una mochila todo lo que podría necesitar allá, por lo que escuché de Emmanuel me imaginaba que estaríamos un buen tiempo en casa de Ángel.

El pitido de un auto sonó afuera, era Emmanuel, me despedí de mis padres, me subí en el asiento del copiloto y partimos al hospital.

- Ryan, ¿cómo estás?, ¿listo para ver a Ángel - Mencionó.

- Listo - Contesté seguro.

- ¿Qué tanto avanzaron ayer?

- Mucho realmente, estaba a punto de decirme algo.

- ¿En serio?, ¿qué tal y quería decirte que le gustas? - Dijo Emmanuel con entusiasmo -. Me emociono con solo pensarlo.

- Pues, no sé, pero ya sabe que soy bisexual.

- ¿Ya le dijiste?, ¿y qué te contestó?

- Me dijo que no tenga miedo, que él me quiere tal y como soy.

Los dos caminos del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora