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Puedo recordarme en la habitación, separando en cestos distintos la pila de inseguridades que me dejaron, combinadas en grandes nudos con tristezas y defectos; ¿Por qué cargaba yo con todo eso? No tengo idea, pero a diario lastimaba mi espalda cargandoles a donde sea que fuera.
Tenía los ojos hundidos, sin brillo; mis amigos repetían miles de veces como los tenía de cachorro al borde del llanto. Que me perdone Solar, Taehyung y Jaehwan, por cada noche que les orille a dejar sus planes de lado para venir a cuidar de mi, porque con mi alma ya no podía. Que me perdone toda esa gente a la que le hice daño, a la que golpee con simples palabras.
 
Aún recuerdo ese día, cuando al café llegaron clientes "especiales". ¿Qué había de especial en esos chicos? Además de ese rostro bonito y carisma inigualable... Para mi eran irritantes, pero las pupilas de Binnie ocuparon toda su iris cuando los vio entrar, después corrió al segundo piso y le avisó al gerente de aquella visita. Este bajó mas rápido que nunca y me empujó

—Dales una cálida bienvenida y portate bien— Me murmuró mientras arreglaba los pequeños cabellitos que tenía doblados hacia arriba con saliva, tal como lo hacía mi madre cuando me llevaba a la escuela. Y después me entregó el plato completo de galletitas de chocolate, esas mismas que no quería gastarse en nadie. Me percaté que los demás clientes volteaban a mirar ese grupo de 6 chicos de vez en cuando desde su llegada, y yo, sin comprender nada, me dirigí a ellos para hacer mi trabajo.
 
—Buen día, bienvenidos a Murasame, ¿Qué ordenarán hoy?...— Pregunté con la misma cara de siempre, con el mismo tono de siempre y esos seis pares de ojos me miraron con atención, después miraron el plato de galletas recién horneadas que dejaba con delicadeza en el centro de la mesa; como pensé, no había nada especial en ellos. El más alto, quien parecía ser el líder, ordenó primero. Después uno, y otro... hasta que los seis ordenaron, sin hacer preguntas ni preguntar por especialidades como los clientes nuevos generalmente hacían. Más bien, parecía que esos seis pidieron lo primero que vieron, mis siete años trabajando como moso respaldaban mi teoría.
 
Me fui de ahí lo más pronto posible, no sin antes hacer una reverencia pequeña, y de regreso a la barra, me esperaba Binnie junto a Jaehwan. No, Jaehwan no trabajaba ahí, sin embargo, perdía mayor parte del tiempo en el café hablando con nosotros y de vez en cuando echándonos una mano. Ambos estaban emocionados, saltando de felicidad, estoy casi seguro que Binnie llamó a Jaehwan mientras yo no me daba cuenta y éste vino corriendo más rápido que un flash.
 
—¡¿Cómo son, cómo son?!— Gritaron al unísono en voz baja.

Sus expresiones eran dignas de un par de personajes anime, solo les faltaba tener corazones en los ojos.

—¿Cómo son, quiénes?— Murmuré mientras le entregaba a Binnie la lista de pedidos, lo cual me dio tiempo a comprender el origen de la pregunta

—Oh, ya. Bueno... Son altos, y... Tienen cabello, un par de ojos ¡Nariz y boca también!—Agregué con falsa emoción y las miradas asesinas de ambos convirtieron sus asiáticos ojos en dos guiones largos

Pronto se entrometió el gerente y nos hizo regresar al trabajo, vaya trabajo...
 
¿Será que ese grupo de chicos eran famosos? No lo creo, pues ya se hubieran acercado un montón de personas a tomar fotos, ¿Tal vez eran millonarios? No, entonces estarían restregando sus joyas en la cara de todos. ¿Eran simplemente los chicos más populares en Seúl? Tal vez y t...
 
—¡Oye, disculpa! ¿Ki... Ki... hoon? —Me llamó uno de aquellos chicos de "la mesa especial", quien leía mi nombre, escrito en la placa del uniforme que usaba.
Ese hombre se acercó a la barra para interrumpir mis importantísimos análisis; apuesto a que era el más alto de todos, yo ni siquiera le llegaba al hombro; tenía el cabello... ¿Platinado?, ¿Rosado?...

— Es Kihyun— Respondí inmediatamente, intentando ocultar lo muy irritado que estaba
—Ya veo... ¡Kihyun! Mi nombre es Hyungwon, me preguntaba si podías darnos un par de cubitos de azúcar extra, verás, a Jo...— ¿Acaso yo pregunté su nombre? Por Dios, ni siquiera me importó ser descortés, interrumpí su irritante historia, entregándole los irritantes-cubitos-de-azúcar.

—Van por mi cuenta, no te preocupes— Musité con el volumen suficiente para que el miembro del "grupo irritante" pudiera escuchar. Éste sonrió y se fue de regreso a la mesa.

[...]
Dos horas después, los hombres incómodos se retiraron. Si bueno, les cambié el nombre porque dejaron una propina increíble y una carta pequeña escrita con la caligrafía más bonita que alguna vez vabía visto en toda mi vida. Decía lo siguiente:
 

"¡Hola, señor gerente! Queremos agradecerle por el buen trato de sus empleados, ese delicioso café y por supuesto, las famosas galletas que siempre quisimos probar ~ sin duda alguna, Murasame es el mejor café para reuniones de amigos, ¡Esperamos volver a pasar pronto por aquí!

xoxo, MX"


 
¡Uy, pero por supuesto! Cuando vi que habían dejado una pequeña hoja con algo escrito, me bajó el pulso. Pensé que sería una mala nota, una queja pidiendo que me despidieran por hacer las vibras del café horribles con mi mal humor o algo parecido, pero contrario a mis pensamientos, sonreí con una mierdera carta y además, dejaron una propina tan buena como para comprarme el desayuno a diario por un mes. Si, seguro que eran un grupo de millonarios restregando todo su dinero.

SAKURAGARI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora