O3

46 13 5
                                    

No está de más informar que esa mañana no pude ir a trabajar debido al golpe de esa madrugada, donde conocí a Changkyun. Mi espina dorsal era muy frágil y dolía con apenas tocarla; ahora, ese pequeño "accidente", me dejó un moretón en la frente y un dolor horrible hasta la cadera. El día que siguió a ese, desgraciadamente, tampoco asistí.

Estuve postrado en la cama dos días sin comer bien, sin dormir bien, y por supuesto, sin descansar plenamente, pues no me podía mover; simplemente estuve ahí, como un vegetal, a expensas de medicamentos que ya ni siquiera funcionaban como al principio hacían.

Taehyung pasaba a alimentarme temprano por la mañana y también en la noche, para mí él era como un hermano mayor y gracias al cielo vivía cerca de mi hogar. ¡Qué suerte la mía! De una u otra forma, parecía encontrar manera de ser una carga para mis mejores amigos.

Jaehwan, por su parte, me dio todo el apoyo que pudo enviando memes y cosas graciosas (que en realidad no eran graciosas, pero eso las hacía graciosas) por medio de mensajes, pues justo la noche anterior nos había informado que se iba a un "viaje de negocios" en EUA.
Mensajeé bastante tiempo con Changkyun, preguntaba si estaba bien o me hablaba de lo que él estaba haciendo, nada fuera de lo que para mi comenzaba a ser "habitual" en nuestras pláticas. Parecía un hombre ocupado, pues más de tres veces se disculpó por "no poder responder rápidamente".

Ese último día de descanso que tomé, Binnie fue a visitarme, pues el gerente le pidió venir a ver cómo seguía mi tan preciada salud. Ese hombre era extremadamente amable con sus empleados; le tengo cariño, aunque jamás se lo expresé, nunca se lo he dicho ni tampoco he hablado de esto con nadie.

Se supone que esa noche sería mi última oportunidad para descansar como era debido, pero cuando Binnie llegó, eso cambió.

—Kihyun, idiota, hoy no es tu último día de descanso, te cuento que Seugoo me pidió que viniera a informarte que puedes tomarte lo que resta de la semana para que descanses y ese bonito culo tuyo se sienta mucho mejor. Y no, no es un favor de mi parte, tómalo como un obsequio, mi mamá está insoportable y no quiero estar cerca de ella mucho tiempo, tomaré tus turnos, así te quedas tranquilo y sin más preocupaciones. Suficiente tienes con no poderte mover y esa personalidad de madre nerviosa que tienes— Mencionó con plena tranquilidad, escondiendo un tono juguetón mientras comíamos los espantosos fideos que intentó cocinar, bueno, en realidad lo dijo en respuesta a mi queja número tres millones acerca de lo cansado que me sentía. Y se notaba a kilómetros, pues mi rostro, a este punto, parecía de un vil muerto viviente que pasó todo un año buscando algo qué comer.

Binnie es mi mejor amiga, siempre hace cosas para mí aunque no lo aceptaba directamente; nos queremos demasiado, pero a simple vista pareciera todo lo contrario, pues nos encanta molestarnos y hacernos bromas. ¡Cualquiera podría pensar que nos odiamos mucho!

Y cambiando de tema, maldita sea, qué pensativo me había quedado desde esa última (que, de hecho, también fue la primera) vez que vi a esos seis jóvenes.

—¿Quién es MX? Y, ¿Por qué ese día tuve que atenderlos yo, si era tu turno?— pregunté sin preocupaciones ni titubeos.

Ella y yo siempre nos turnabamos para atender a los clientes que llegaban al café, uno ella, uno yo, uno ella, uno yo... Así las propinas serían lo más igualitarias posible. Ella y yo nunca fuimos irrespetuosos conforme a turnos se trata, desde que comenzamos a trabajar ahí, aún si no comenzamos juntos. Sin embargo, esta última vez, sucedió que ella, por sí misma, decidió saltar su propio turno.

Parece ser que no se había esperado aquella pregunta. De hecho, ni siquiera se le había cruzado por la mente que podría preguntarle algo así, aunque no fue una pregunta incómoda, de mucha confianza ni nada parecido, ¡Qué exagerada, joder!
Me percaté de todo aquello cuando comenzó a toser porque se había atragantado con tan deliciosa sopa instantánea, pero extra gourmet, preparada por el mejor chef de toda Corea; entre tosidas y jadeos volteó a mirarme, sus ojos parecían dos platos de lo sorprendida que se encontraba.

—No, no sé de qué estás hablando, ¿A qué te refieres?... Además, ¿A poco no vas a conocerlos? ¿En dónde has estado todo el tiempo, en el otro lado del mundo? Es el grupo de chicos más famoso de todo Corea, Monsta X, cantantes, raperos, bailarines, esos seis son de otro mundo... ¡¿De verdad, no te suena el nombre?! — a medida que hablaba su voz se ponía mas histérica, se había levantado de su asiento, estaba parada sobre el reposapiés de la silla, recargada sobre la mesa, mirándome con los ojos en llamas por su furia mientras me señalaba al entrecejo con su furioso-dedo-indice.

Yo me eché a reír muy suavemente, ocultando ese pequeño pánico que me entró cuando sus palabras comenzaron a arder en fuego. Esa de ahí, era una fan empedernida, sin duda alguna. Negué repetidas veces con la cabeza, mientras mantenía mis ojos cerrados del puro miedo a abrirlos y encontrarla amenazandome con la silla en sus manos

—Estuve distraído— Respondí sinceramente. Y ella pareció desinflarse y quedar sin ganas de nada cuando volvió a dejarse caer en la silla, mirando al techo, como si buscara respuestas en Dios.

—Bueno, Kihyun, no debería decirte esto, pero...— suspiró. Binnie suspiró y me miró con muchas ganas de tirarse a llorar ahí mismo

— Seugoo les llamó, ellos solo fueron a Murasame porque querían verte. Mira, lo siento, ¿Si? Debía hacer algo con tu voz porque tú no querías escucharme, tú no querías hacer nada con ella, ¡Tienes una voz increíble y debes mostrársela a todo el mundo! —

Fueron las palabras suficientes para que yo, Kihyun, me quedara totalmente asombrado. Bueno, no asombrado, más bien, petrificado, horrorizado, helado, congelado. Una vez más, mi piel se volvió de papel y quede atónito ante su respuesta.

Había miles de cosas por las cuales no estaba seguro de mi mismo. Sin embargo, mi voz, era mi inseguridad más grande. Admito que me gustaba cantar, yo amaba cantar, pero siempre y cuando estuviera totalmente a solas.

Hace un par de meses, me quedé hasta tarde en el café y no fue exactamente por mi jornada doble, sino porque debía limpiar algo en el piso de arriba; estaba a solas, o eso había pensado. Esa fue la única razón por la que que empecé a cantar sin miedo mi canción favorita en todo el mundo.

Para mi mala suerte, nunca pude percatarme que Binnie estaba escuchandome detrás de la puerta del almacén donde yo estaba. Todo esto sucedió porque no vi cuando fue que se metió allí. Ese día, cuando la descubrí, le hice jurar que no le contaría a nadie y rogué por favor que olvidara todo aquello. Desde entonces pensé que me había obedecido, que ya no le quedaba ningún recuerdo de ese día, pero hoy, por desgracia, me di cuenta que estaba horriblemente equivocado.

Con lágrimas en los ojos y la voz extremadamente rota pero aparentando una fuerza que sin duda alguna no tenía, le pedí que se fuera, que se largara y no me hablara por más cosas que no fuesen solo del trabajo.

Cuando ella se retiró casi con la misma furia y tristeza que yo estaba, me quedé ahí, sentado en el silencio espectral de mi propio hogar, que ni siquiera podía tener calor de un verdadero hogar, preguntándome por qué ese tipo de cosas me sucedían a mí, si yo no las merecía.

SAKURAGARI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora