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Mi mirada estuvo al frente todo el tiempo de camino hasta el auto y gracias al cielo no pasó nada raro. Pero, cuando abrí la puerta de aquél mismo, escuché un golpe muy fuerte en el vehículo de atrás; admito que me asusté mucho, y si, grité muy fuerte. Pero, digno de película de horror, con los nervios de punta volteé a ver qué estaba sucediendo y lo que vi me dejó la sangre helada

Estaba medio cuerpo de Minhyuk, quien parecía estar dormido, sobre ese otro auto; no sé cómo era eso posible, pero ahora no era lo más importante. Apreté los dientes y me acerqué corriendo a ayudarlo para que se levantara, lo cual no fue muy buena idea pues me vomitó en la cara

¡EN LA PUTA CARA!

Tenía todo manchado con su vómito, lo sentía escurriendo hasta por el culo. Fruncí el ceño con tanto asco que, casi creo, se quedó una arruga muy fea en mi frente. Pero no me detuve, lo tomé como pude para ayudarlo a ir a mi auto, donde lo metí a la parte trasera con mucho cuidado de no lastimarlo (o vomitarlo también).
Entonces me fui al asiento del piloto y entre.

No tardé mucho en arrancar, aunque me quedé un segundo pensando en lo mucho que iba a odiarme al amanecer cuando se diera cuenta que pasó la noche conmigo, aunque no hicimos nada y solo le ayudé.

— Si voy a la cárcel por ayudar a la gente... Bueno, ni modo, ya me tocaba, ¿A poco no?— bromeé amargamente conmigo mismo en el camino a casa que gracias al cielo no fue muy largo.

Lo único que pareció largo y casi infinito, fueron las benditas escaleras de mi hogar para subir a la muy bendita habitación. Me partí en dos casi literalmente por jalar a ese hombre 30 centímetros más alto que yo cuesta arriba, y el cabrón no cooperó. Al contrario, se quedó dormido en mi pobre espalda los 10 minutos que tarde subiendo las escaleras.

Y una vez arriba, lo llevé a mi habitación y lo dejé en la cama. Ah, pero bendito Kihyun todo poderoso, se le ocurrió quitarle la ropa EXTREMADAMENTE SUCIA al POBRECITO Minhyuk borracho, para ponerle una pijama limpia, perfectamente planchada y, para colmo, con aroma a vainilla.

Cuando estuvo perfectamente cambiado, lo recosté en mi cama y le arropé con mucho cuidado con mis deliciosas mantitas. Como toda una madre cuidando de su pequeño, le besé cálidamente la frente y me fui con sus asquerosas ropas, mismas que yo mismo lavé a mano para que no se maltrataran y dejé secando.

Ahora si, totalmente libre de tareas, me fui a duchar para quitarme todo el desgraciado vómito ajeno que tenía en el cuerpo. Al terminar salí con tan solo mi bata de baño blanca en el cuerpo y corrí a la habitación de huéspedes, donde me senté y a continuación, pasados unos segundos, me recosté, ahí me quedé mirando al techo y cerré los ojos.

No tardé mucho en abrirlos, porque escuché la puerta de la habitación siendo abierta lentamente por Minhyuk. Casi me da un paro cardíaco, estaba yo ahí con solo una bata puesta y el chico que más me odiaba en todo el mundo se me metía en la habitación.

EsTo No PoDiA sEr ReAl

—¡El baño es al final del pasillo! —Musité en voz alta para que el tonto de dos metros saliera de su ensoñación pero al parecer, el único que tenía una ensoñación era yo mismo; Minhyuk se abalanzó sobre mi y me acorraló en la cama, ¿Qué?

Me sentía aturdido y fue peor aún cuando nuestras miradas se cruzaron; estábamos mirándonos profundamente a los ojos cuando, con una voz muy suave, me murmuró muy cerca a los labios

—Perdóname por ser tan duro contigo, pequeño ser...— y yo no respondí. Solo seguí mirándolo, mi cerebro estaba congelado y no podía hacer nada que pareciera lógico en ese momento.

Entonces, el hombre alto, al ver que yo no reaccionaba, me atacó el cuello con sus preciosos labios; succionaba mi piel y me mordía como si tratara de arrancarme el pellejo. De mi boca se escapó un sonoro gemido tan agudo como ninguna de mis notas más altas.

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