12.0《¿IS THAT A YES?》[Elijah M.]

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Con una sonrisa en su rostro permitió que el honorable la guiara a donde sea que tuviera planeado llevarla, pues la curiosidad de descubrir la sorpresa que éste había planeado para esa noche empezaba a carcomerla por dentro.

─¿Falta poco? ─preguntó una vez más obteniendo la misma respuesta.

─Ya casi, no te desesperes ─murmuró cerca de su oído aprovechando la cercanía entre ellos. ─Solo un par de pasos más ─la animó a continuar.

─Espero que esta vez hables en serio. Llevas diciendo eso los últimos minutos ─le recordó con falso tono de reproche.

─Tienes mi palabra ─argumentó en su defensa convenciéndola inmediatamente.

La joven solo asintió y sin decir nada más, avanzó la poca distancia que aún faltaba en silencio.

─Listo ─anunció Elijah. ─Puedes quitarte la venda ─ni siquiera tuvo que repetirlo, pues ésta no dudó en obedecerlo.

─No puede ser ─pronunció totalmente sorprendida, cubriendo su boca con sus manos en un intento de contener su emoción al ver tal escenario.

Las hermosas flores y velas de distintas clases y tamaños respectivamente, que decoraban el lugar, no pudieron evitar que toda su atención se centrara en la enorme caja en medio de tan mágico y romántico escenario, la cual tras un asentimiento por parte del original no dudó en abrir.

─¿En serio Elijah? ─interrogó incrédula al encontrarse con una caja más dentro de la que ya había abierto.

─Ya verás que valdrá la pena ─aseguró sonriente, animándola a seguir con su trabajo.

─Eso espero ─'amenazó' destapando la siguiente, notando otra caja más.
Iba a protestar de nuevo, pero al notar el portarretrato que se encontraba a un lado de la próxima caja que tendría que abrir, se contuvo. Con mucho cuidado lo tomó entre sus manos, recordando de inmediato el día en que la fotografía enmarcada fue tomada.

─Fue el día que nos conocimos ─murmuró levantando su mirada hacia el honorable.

─Así es ─asintió el castaño. ─Aquel día no contaba con que te presentaras en ese baile ─admitió, ─pero no sabes cuan agradecido estoy de que así fuera.

─Apenas había regresado a Mystic Falls aquella mañana ─contó trayendo a su memoria aquel recuerdo. ─Estaba cansada por el viaje, pero Caroline insistió tanto en que la acompañara a aquel baile que simplemente no pude negarme ─añadió sonriente empezando a abrir la siguiente caja.

─Fue lo más difícil de conseguir ─admitió al verla tomar el pequeño bulto de cartas amarradas con un listón azul. ─Por suerte tu hermana accedió a ayudarme, prometiendo seleccionar las que más te habían gustado de todas ellas ─explicó viéndola leer una de las epístolas.

─Y vaya que lo recordó ─musitó sonriente volviendo a doblar la carta que había leído. ─Éstos son parte de todos los poemas que me escribiste antes de que aceptara tener una cita contigo ─compartió dicha información al reconocer los sobres dorados en los que en su momento, ella personalmente los había clasificado. ─Nunca entendí como no te diste por vencido conmigo ante mis constantes negativas.

─Sinceramente muchas veces estuve a punto de hacerlo ─confesó.

─¿Por qué no lo hiciste entonces? ─preguntó curiosa.

─No lo sé, supongo que en el fondo estaba seguro de que podría derrivar la gran barrera que te habías empeñado en crear entre nosotros dos.

─Mi última relación había terminado por una infidelidad hace solo un par de meses, creo que era lógico que no me sintiera lista para intentarlo de nuevo en ese momento ─explicó tomándose unos segundos antes de continuar con la siguiente caja. ─¿Acaso esto es lo que creo que es? ─sus ojos se iluminaron al contemplar el objeto que se encontraba dentro.

─¿El dardo con el que pudiste obtener uno de los premios en la feria, luego de varios intentos fallidos? ─ésta asintió en modo de afirmación. ─Sí, ese es ─confirmó.

─¿Pero cómo...?

─¿Cómo lo obtuve? ─completó por ella, recibiendo una vez más un asentimiento de cabeza como respuesta afirmativa. ─Usé mis poderes con el encargado del juego ─respondió simple.

─Entonces, ¿cómo es que no me di cuenta?

─Estabas demasiado ocupada eligiendo cual de los osos de peluches llevarías, como para poder hacerlo ─explicó.

─Era la primera vez que ganaba en uno de esos juegos, era normal que me tomara mi tiempo eligiendo el premio que recordaría mi gran hazaña ─se defendió causando que el castaño negara divertido por su respuesta. ─De todas formas, ¿por qué decidiste conservar el dardo? ─frunció el ceño confundida.

─Era nuestra primera cita y parecías no estar disfrutándola por estar pendiente de que todo fuera perfecto, hasta que nos detuvimos en aquella atracción de la feria y todo cambió ─empezó a explicar con una sonrisa en su rostro. ─Recuerdo claramente como te empeñaste tanto en conseguir uno de los premios, que incluso empecé a lamentar el haber sugerido ir a aquel lugar ─admitió. ─Pero me olvidé de todo eso, cuando en medio de tu emotiva celebración por haber acertado finalmente tu objetivo, me besaste sorprendiéndome por completo.

─Ese fue nuestro primer beso ─murmuró por lo bajo comprendiendo todo.

─Quién diría que solo bastaba que este dardo se incrustrara en el lugar correcto, para que el resto de nuestra cita fluyera con más naturalidad ─negó irónico tomando dicho objeto en sus manos. ─Adelante, aún te quedan un par de cajas más por abrir ─la animó a continuar.

Tras varios minutos de reencontrarse con objetos que habían marcado un momento importante en cada etapa de su relación, como el muérdago bajo el que Elijah oficialmente le pidió ser su novia o las llaves del primer departamento al que se mudaron juntos, finalmente dio con la última y más pequeña caja, la cual a diferencia de las demás estaba completamente vacía. Cuando se dió la vuelta para preguntarle al honorable sobre eso, se quedó completamente inmóvil al verlo de rodillas con una cajita de terciopelo negro en sus manos.

 Cuando se dió la vuelta para preguntarle al honorable sobre eso, se quedó completamente inmóvil al verlo de rodillas con una cajita de terciopelo negro en sus manos

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─Talvez no sea mucho, pero todo este tiempo que llevamos juntos realmente ha sido una bendición para mí ─empezó el original mirándola directamente a los ojos. ─No hay día alguno en el que despierte a tu lado y no me imagine un futuro contigo ─confesó con una gran sonrisa sincera en su rostro, provocando que los ojos de su amada se cristalizaran por completo.
─Soy consciente de que no puedo prometerte que todo sea como un cuento de hadas, porque aún nos quedan muchos obstáculos que enfrentar ─abrió la cajita revelando el hermoso anillo que se encontraba dentro. ─Pero si decides darme una oportunidad, te prometo que nuestra historia de amor será como ninguna otra antes contada...─exhaló el aire que insconcientemente había retenido, antes de proseguir con su declaración. ─Así que dime cariño, ¿aceptarías casarte conmigo? ─preguntó finalmente ansioso por escuchar su respuesta.

Incapaz de pronunciar palabra alguna y sin casi darle tiempo a reaccionar, la joven se abalanzó sobre él sorprendiéndolo con un apasionado beso que el original no dudo en corresponder.

─¿Eso es un sí? ─indagó Elijah en cuanto se separaron.

─Por supuesto que sí ─asintió emocionada besándolo una vez más, en medio de tan mágico lugar lleno de sus más preciados recuerdos juntos.

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