Capítulo 5

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Al llegar, me trasladó hacia la notaria de guardianes, ese edificio grande, nuevo con dos anillos de nubes rodeándolo en la parte superior. Me soltó, pero no quiso sacarme la cuerda del cuerpo. Me imaginaba que habría de rebanarme la carne, si es que tuviera.

Me indicó que entrara yo primero, el interior era absolutamente blanco, pero desde un momento a otro todo oscureció y no pude ver absolutamente nada. De un segundo a otro sentí que el lugar se remecía, mis oídos se agudizaron y sentí que iba a caer. Entonces una llama se encendió, era de color azul y estaba sobre un enorme pedestal. Me acerqué a esta, y de imprevisto una fila de llamas de colores iluminaron, dejándome apreciar el desconocido lugar en el cual me encontraba.

Estaba en el centro, rodeado de cinco sillas enormes elevadas. Cada una con un ángel y una criatura referente a cada uno. Frente a mí estaba Cameron, ángel de la inteligencia, era un sabio, amo del conocimiento. Sus ojos eran realmente grandes, su cabello oscuro y dotaba de una piel morena. El asiento en el cual sentaba tenía el color café, y su animal acompañante era el hipogrifo.

A su lado derecho, se encontraba Melissa. Era una mujer de cabello rubio, ojos verdes y tés blanca. Su asiento es de color rojo. Aquella mujer no tiene el don de hablar, pues un ángel oscuro la maldijo, y aquel ángel era participante de los cinco que ahora me rodean. Por lo cual, se puede comunicar por telepatía con su animal de acompañante, el dragón. Y este, habla por ella.

El siguiente ángel se llama Phillips, su tés es blanca, su cabello al igual que sus ojos son rojos. Donde está sentado es de color naranja, y su animal acompañante es el fénix. Phillips por lo que algunos han contado luego de salir de la reunión (que a veces se trata de alguna felicitación por el trabajo realizado como guardián, y otras para castigar a quien comete algún error y erradicar, es por ello que ir a aquellas reuniones donde se unen los ángeles más importantes es peligroso), es risueño, agradable y en muy pocos casos juzga de mala manera a los que llegan a ese lugar.

Miré al subsiguiente, allí se encontraba Jacob. Tenía la habilidad de la teletransportación, es trigueño de ojos azules, su pelo es castaño y tiende a recogérselo en un pequeño moño. Un pegaso estaba sentado a su lado, el lo acariciaba a la vez que jugueteaba con sus dedos en su enorme silla blanca.

Y por último, estaba Amy. Su cabello es blanco con un mechón oscuro al igual que sus ojos, tés blanca y tiene el poder de curar. Junto a ella estaba una ninfa, que le servía como sirviente, tenía en sus manos una esfera. -Me pregunto para que servirá-. Estaba sentada en una silla de color celeste. Finalmente las dos vestían con túnicas y con mangas de kimono, que les hacía resaltar entre los demás.

Todo estaba en silencio, hasta que Cameron hablo

–Comenzaremos la sesión para dar el veredicto de ver que sucederá con Emily y su ángel guardián –se había levantado de su asiento, extendiendo los brazos para llamar la atención de todos.

Todos comenzaron a murmurar cosas. Se acercaban unos a otros, pero sin despegar los ojos de mí. Un hombre viejo de unos noventa años se me acercó y me colocó al centro de la enorme sala con tan solo tocarme, aunque fuera solo un roce de sus dedos en mi hombro, sentí miles de estallidos dentro de mi cuerpo. Fue un magnetismo y electricidad que nunca, jamás, había sentido.

Vi a Cameron sentarse e indicar a Melissa. Ésta hizo un gesto con su dedo índice, y el dragón verde petróleo y naranja que estaba a sus pies se levantó, hizo una reverencia y se encaminó hacia mí. Avanzaba lentamente en cuatro patas, no me miraba directamente, pero sí de reojo, empezó a caminar en círculos alrededor de mí y dijo:

– Christian, protector y ángel guardián de Emily Jhonson, nos hemos reunido aquí, nosotros los ancianos y ángeles con mayor rango, para juzgaos ante tu despreocupación con Emily...

– Pero solo fue un segundo...

–Guarda silencio. –Dijo él– No me interrumpas cuando te estoy hablando.

Mi boca fue sellada sin mi consentimiento, el dragón había levantado una de sus patas y había hecho un gesto circular. Me estaba controlando.

No me podía imaginar a mi mismo en aquella situación, rodeado de vegetes que no hacían más que alardear sobre que tan poderosos son, y que se creen que todos los ángeles les deben guardar respeto y son inferiores ante ellos. Además, ¿porqué debía yo callar ante un dragón desaliñado que no hacía más que creerse uno más del montón?

–Como decía; serás juzgado por tu despreocupación. No podrás hacer nada al respecto, tus opiniones aquí no son de importancia.

–No seas tan duro con él Melissa –Indicó Phillips, con una sonrisa amplia apoyando la cabeza en su puño.

¿Melissa? Se había dirigido hacia ella mirando al dragón. ¿Qué sentido tenía?

Entonces miré al dragón, luego a Melissa, ella me miraba como si fuera una presa y sonreía tímidamente. Admiré los ojos del dragón, y note que eran los ojos de ella. El dragón no era más que un especie de títere usado por la mujer para poder comunicarse conmigo.

El dragón rió, mientras yo estaba pasmado con mi ceño fruncido.

– Si te lo estás preguntando, yo estoy controlando a este Dragón como lo desee, pero descuida, él no siente algún daño, ni ganas de comerte. –El dragón sonrió–. Pero sí muchos de estos que te rodean tienen muchas ganas de atacarte por tu falta e inconsciencia. Puedo tener bajo mi poder las mentes de las personas, criaturas y ángeles. –Hizo una pausa–. Leo las mentes... y estoy leyendo la tuya en este momento. Y fue muy irrespetuoso que pensaras que somos unos vegetes amargados. Ten cuidado Christian, que no estamos aquí solo porque nos creemos los importantes. En realidad, hicimos meritos para llegar a sentarnos en este lugar y juzgar a irresponsables como tú.



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