Capítulo 10

2 0 0
                                    


Me llevaron a la notaría. Como Glenn estaba cuidando de Emily habían colocado en su lugar a Sophia y allí me estaba esperando ella con los papeles de mi nuevo humano. Sophia leía papeles sin mirarme, me coloqué frente a ella con los brazos apoyados en el escritorio alto que llegaba a la altura del pecho. Por el gesto de su rostro comprendí que ya lo sabía todo.

–Tu nuevo humano se llama Andrew Collins, tiene noventa y cinco años, era el antiguo humano de Kendall. Sus pasatiempos son: salir a caminar los jueves y sábados, ver películas de los años ochenta y hacer yoga los martes. Es viudo hace cinco años, tiene tres hijos y actualmente vive solo en una pensión pagada por ellos. Lo van a visitar constantemente. –Dijo en tono seco.

– Bien.

– ¿No estás contento con la noticia verdad? –Preguntó– Escucha, esto no será tan malo. Ese tal Andrew no tiene mucho tiempo de vida... No pasará mucho hasta que vuelvas a estar con Emily.

– Entonces me estás dando la chance de que vuelva a ser su ángel guardián.

–No Christian; no exactamente. Solo quiero que esto pase rápido y hagas las cosas bien. Tal como dijo Cameron, esto depende de ti.

Volví a la residencia de Cameron y me indicó el portal. Era hora de conocer al suplente de Emily... Era hora de cambiar.

Nuevamente miré aquel espacio indefinido de oscuridad. Observe el rostro de Kendall, estaba serio junto a mí, pero cuando me coloqué frente al portal por el rabillo del ojo noté que sonreía con satisfacción. Me metí al portal y desplegué las alas, en un momento no vi absolutamente nada, ni siquiera aquellos puntos blancos que había visto antes. Entonces una imagen se proyectó al fondo como una pequeña mancha, a medida que iba avanzando con mis alas la imagen se iba ampliando y pase a través de ella. Entonces vi ante mí una ciudad repleta de pequeñas y antiguas casas.

Era de noche y la luna estaba llena. Volé lentamente agitando mis alas con cuidado para no producir mucho ruido. En seguida algo llamo mi atención en una pequeña plaza iluminada por farolas al medio de la ciudad, allá se encontraba un hombre sentado, descansando en una de las bancas. Volé con rapidez a su lado, y lo reconocí. Había visto su rostro en los papeles que me entregaron en la notaría. Claramente era un anciano, pero bastante bien cuidado.

Tarareaba una canción de los años ochenta, movía la cabeza con la melodía y miraba a la nada. ¿Que podría estar haciendo un hombre de su edad a esas horas de la noche?

Me coloqué a su lado, lo observé un momento y finalmente el hombre giró su rostro al piso, se rio en un tono espeluznante, quise largarme de ahí y volver con Emily. Entonces Andrew habló:

–¿Quién eres tú? –Miré a ambos lados, no había nadie. Sus ojos estaban incrustados en los míos, no era posible que me estuviera hablando a mi–. ¿Qué haces aquí?... Si chico, te estoy hablando a ti. El rubio, alto que está parado al lado mío.

Me quede paralizado.

Entonces entré en un estado de confusión, y finalmente recordé a Arnold... Al parecer cada humano experimentaba el poder ver a los que no podían percibir antes, de forma distinta... Al parecer, Arnold solo pudo verme antes de morir, y Andrew puede verme quizás, días antes.

–Ho..hola –Le dije. No sabía qué hacer ni que decir. Apenas pude saludarlo, esto jamás me había pasado de este modo.

–Dime, ¿qué haces aquí? ¿donde está Kendall? –El anciano me quedó mirando esperando una respuesta– ¿Lo conoces, no? hace bastante no lo veo.

–Sí, lo conozco. –Apreté los puños con rabia–. El no volverá... Yo seré su nuevo ángel guardián.

Andrew se levantó con pesar de la banca y caminó. Pasó adelante de mí sin siquiera mirarme. Me ignoraba.

–Vamos entonces –Dijo.

Me quedé asombrado por su actitud tan tranquila. Andrew estaba un poco encorvado y tenía las manos en los bolsillos de su abrigo gris, miró el cielo y luego me observó un rato.

– ¿Vienes? –Me preguntó.

Desaparecí mis alas y caminé junto a él.

–Entonces... ¿Qué hiciste para llegar aquí? –Me preguntó él retomando el caminar.

No quise contestar y él lo entendió, pues no insistió con su pregunta. Era un tema incómodo imposible de explicar en un momento así, recién nos veníamos conociendo... No podía tener tanta confianza con el tan rápido. Además, jamás había charlado con un humano.

La noche estrellada se cubrió de unas nubes espesas y negras, estaba lloviendo cuando llegamos a su residencia. Aquella enorme y vieja casa de dos pisos, de color gris y moho en las partes posteriores, daba el aspecto de que su tiempo allí era indeterminado.

Andrew abrió la reja, se oyó un molestoso chirrido agudo y caminó al interior lentamente como si cada parte de su cuerpo pesara el triple de lo correspondiente. Subió los antiguos y despedazados escalones al pie de la puerta, tocó su abrigo y sacó de éste una llave oxidada, luego la metió al cerrojo y la giró. Andrew abrió la puerta, el sonido de la madera desincrustándose de la cerámica creó un eco en las cuatro amplias paredes de la sala. Solo habían dos sillones verdes y floreados frente a frente y entre ellos una mesa de centro empolvada, en las paredes habían colgados algunos cuadros cubriendo los desperfectos de la pintura de color gris. Andrew avanzó hacia una corredor que no se veía a simple vista, pues estaba cubierta con una cortina celeste, el anciano corrió la cortina entró. Era la cocina. Y al fondo del pasillo estaba un corredor lleno de habitaciones pequeñas donde se hospedaban los huéspedes de blanca cabellera. Era su asilo.


Instagram: _roxaus_ 


Next Chapter -> 

All for youWhere stories live. Discover now