– ¿Ya estás viendo cosas? –dijo el hombre.
– Díganle a Adam, de seguro que vendrá de inmediato a chequear como estoy para hacerse el lindo conmigo. Luego me preguntará sobre la herencia. Es un...
– No hables así papá –Habló tristemente Danielle invitando a Andrew a pararse–. Ven, vamos por algo de comer.
Eran las dos de la tarde, Andrew y sus dos hijos ya habían almorzado en un restorán barato que se llamaba "Doña Brenda, güena comi'a pa' que aprenda y venga", después fueron directo al asilo y obligaron a entrar a Andrew, ya que oponía fuerte resistencia, lo acostaron en la cama asegurando que había pasado un día muy agitado y debía descansar toda la tarde en su habitación. Eran las dos y media, no había nadie adentro, la puerta estaba cerrada con pestillo por fuera y Andrew sollozaba bajo las cobijas de su fría cama. Apretaba las rodillas contra su pecho, tapaba su boca con sus arrugadas manos para que nadie lograra escuchar sus gemidos de dolor, presionaba sus ojos para impedir que las lagrimas salieran.
Me metí dentro de su cuerpo para aguantar el dolor, pero no sentí nada.
– Andrew –dije–, cuéntame que te duele.
El anciano no dijo nada, apenas se movía para temblar. Tenía el rostro cubierto por la sábana, traté de sacarlas pero un manotazo traspasó mi rostro con rapidez, dejándome en claro que debía dejarlo solo. Era un momento en el que cualquier persona quisiera no ser molestado y ahogarse en su propio sufrimiento. ¿Acaso Kendall habrá pasado por esto? Si, de seguro. Quizás bastantes. ¿Habrá ayudado al señor Collins? ¿Lo habrá hecho reír? A lo mejor ni siquiera lo tomaba en cuenta. Puede ser que Andrew jamás tuvo apoyo de nadie, y es por ello que le cuesta hablar conmigo y ser un poco más simpático.
– No me duele nada –Respondió el viejo– Estoy afligido. ¿No puedes adelantar la fecha de mi muerte?
Aunque sonaba cruel, si supiera hacer eso ya lo había hecho.
– No
Andrew dio un largo suspiro y se descubrió el rostro lloroso quedando de espaldas en la cama, miraba el techo como si ahí estuviera lo más preciado para él, ya que le brillaban los ojos y sonreía de tal manera que daban ganas de ver lo mismo para sentirse igual que él.
– ¿Ya estás viendo cosas?
– Trato de ver más allá y dirigir mi vista al cielo. Anhelo mirar los ojos de mi Leonor una vez más... se fue tan joven. –Se hizo crujir los nudillos y otra lagrima humedeció las marcas en su cara– La amaba demasiado. Tanto, que habría dado mi vida por ella.
Al escuchar esas palabras saliendo de su boca, algo sentí en la garganta, era como si me la estuvieran presionando, como un nudo. Se me vino a la mente el rostro de Emily mostrándome esa bella sonrisa y su radiante esencia. Me sentí atraído por ella, la extrañaba más que cualquier cosa. Entonces una pregunta se cruzó por mi mente dejándome sin aliento, tenía ganas de hacérsela a Andrew pero me daba miedo la respuesta.
– Andrew –Le dije con mi voz entre cortada y mis manos temblando. Estabas a los pies de la cama del señor Collins, me costaba asimilar cada palabra de la pregunta y como sería su reacción frente a ella–. ¿Cómo sabe usted que está enamorado?
En un primer momento Andrew se hizo el sordo, pero luego fue como si las tuercas de su cerebro por fin comenzaran a girar para confrontar mi pregunta. El anciano me miró con los ojos entre cerrados, la mueca de su rostro cambió, en ella se hallaba una sonrisa picarona que me ponía tenso.
– Pensé que ustedes no sentían amor –Respondió al fin.
Habría preferido que me respondiera inmediatamente, pero era obvio que su interés por el tema se haría más fuerte haciéndole la pregunta tan rápido sin introducirlo al tema.
– Digo... No es que esté enamorado señor Collins. Mucho menos pienso estarlo. Solo los humanos experimentan un sentimiento tan puro como es el amor, porque son seres débiles e... incapaces de resguardarse de aquellos... líos... porque... al final el amor solo causa dolor. Y el amor no existe, osea sí, pero es complicado encontrar uno que sea real. ¿Usted me entiende no? –Dije al fin.
– Si.
Gracias a Dios.
– Estás enamorado de una chica Christian, ¡te he pillado!
– ¡Usted no me ha pillado! ¡Si no le hubiera dicho no habría tenido idea de lo que siento! –Me tape los labios rápidamente como si hubiera dicho lo peor de todo, como si hubiera cometido un pecado dando a conocer lo que sentía.
Se quedo acostado en su cama mirándose los dedos, los meneaba como si quisiera hallar una respuesta en ellos, la colocó sobre su rostro con pesar y comenzó a llorar.
– Ella tenía unas manos tan hermosas. Mi Leonor... tenía unas bellas manos, tan angelicales y tan femeninas. Eran delgadas y con ellas tocaba piano, creaba melodías realmente lindas, y no lo digo porque fui su esposo, sino porque ella era una profesional. Podía hacer que cualquiera sacara lagrimas recordando el pasado, lo que fue, y como se encontraba en esas circunstancias.
No me respondió mi pregunta, pero no quise insistir.
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All for you
Teen FictionEl asfalto brillaba por las luces de la calle, y una motocicleta iba directo hacia ella. Sentí que una fuerza me impulsaba y vi en cámara lenta todo lo que estaba pasando. Mi cuerpo recibió todo el impacto después que la empujé hacia un lado, y admi...