ONCE

211 15 0
                                    

Aún estoy tomando el café cuando suena el timbre del portal de mi casa.

- Yo iré a abrir - me indica Marcos. - Seguro que se trata de Leo con mis cosas.

- Supongo. - Todavía no le he dicho que Oscar va a venir. He pensado que es mejor que se tope con él de golpe.

Unos minutos después, Marcos abre la puerta para dejar entrar a un exhausto Leo.

- Más vale que me expliques por qué me has hecho levantar tan pronto en fin de semana y por qué he tenido que venir a toda pastilla hasta aquí - dice Leo intentado recuperar el aliento.

- Gracias por venir, tío. Te explicaré todo pero ahora dame la ropa. Tengo ganas de quitarme esta toalla húmeda y ponerme algo limpio.

Aunque a mí no me disgusta la idea de que siga sólo con la toalla. La escasez de ropa me da mejor acceso a su escultural cuerpo.

Sí, ya es oficial: mis hormonas están totalmente descontroladas.

- Hola Leo - saludo desde la silla en la que sigo sentada desde que empecé a desayunar.

- ¿Sara? Espera. ¿Esta es tu casa? - pregunta sorprendido. - ¡Tú! ¡Pedazo de imbécil! ¿Por qué no me dijiste que esta era la casa de Sara? Ni siquiera me explicaste porqué necesitabas que te trajera ropa y esa pomada, ni porqué debía darme tanta prisa.

Leo parece enfadado pero no me extraña. Marcos no le ha dado ni una sola explicación y aún así no ha dudado en correr en su ayuda, en venir casi sin dormir y sin saber qué es lo que había pasado. Me recuerda mucho a Oscar. Me alegro mucho de que Marcos tenga a alguien como él para los momentos difíciles y sé de lo que hablo.

- De verdad que te lo voy a explicar pero ¿no crees que primero debería vestirme? ¿O es que prefieres que te cuente todo sólo tapado por esta pequeña toalla? - pregunta bromeando mi cirujano.

- Leo, por favor, - digo cuando me levanto en dirección al sofá, - dale la ropa de una vez si no quieres que se desnude aquí mismo.

- Toma y date prisa, pero no te desnudes delante de mí. Todavía tengo pesadillas con la última vez que te vi en pelotas.

- ¿Pesadillas? ¿Así llamas a los sueños húmedos?

La relación que tenemos Oscar y yo es buenísima pero la de estos dos es igual o mejor. Da gusto oírles bromear.

- ¿Sueños húmedos contigo? No me hagas reír. Vístete enseguida porque creo que has cogido frío y te está empezando a afectar al cerebro.

- Vale, vuelvo enseguida. Sólo serán cinco minutos, princesa - dice justo antes de darme un rápido beso en la frente.

Puede sonar como un tópico pero cinco minutos sin él de verdad que me parecen una eternidad.

- Siento que hayas tenido que venir tan rápido y casi sin dormir - me disculpo. - Seguro que te acostaste tarde después de cerrar el pub.

- Agradezco tu preocupación pero sé que Marcos no me metería prisa si no fuera algo urgente de verdad. Aunque si te soy sincero, hubiese preferido que me diese antes alguna explicación. Ni siquiera fue capaz de decirme que la dirección que me estaba dando era la de tu casa.

- Sí, bueno. Ha sucedido mucho en una sola noche como para contarlo por teléfono. Supongo que prefiere decírtelo en persona.

- No sé lo que habrá sucedido pero me alegro de que esté contigo. Últimamente no paraba de hablar de ti - dice cuando lo oigo sonreír. - Era como un monólogo continuo; no tenía otro tema de conversación. Hacía mucho que no le oía hablar así de una mujer.

Corazón invidente [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora