SIETE

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Pensaba haber hablado con Marcos el lunes por la noche pero la diosa de la fortuna no está de mi lado últimamente. El fin de año cada vez está más cerca y eso supone un trabajo extra antes de las vacaciones de Navidad, no sólo para mí, también para mi querido cirujano. Debido a ese cúmulo de tarea no he podido ir ningún día con él a pasear a Horus por lo que solo lo he visto unos pocos minutos cada mañana en mi despacho. El trabajo no me parecía el mejor lugar para hablar de la dirección en la que va nuestra relación así que, por el momento, mi confesión tendrá que esperar. Por suerte, esta noche es la cena de la empresa y Marcos estará allí, así que, probablemente, después del restaurante tenga una oportunidad para estar a solas con él. No quiero demorarlo más.

Oscar se ha ofrecido a llevarme hasta el local donde será la cena y eso me ha costado tener que soportar una pequeña pataleta de Marcos, pero ya estoy acostumbrada a la tirantez entre ellos dos.

Prácticamente hemos llegado los últimos al restaurante y eso significa que los sitios alrededor de mi caballero de brillante armadura están todos ocupados. No nos queda más remedio que ponernos en la otra punta de la mesa pero lo que para mí es un fastidio, para Oscar es toda una bendición.

No suelo relacionarme mucho con el resto del personal del hospital pero mi acompañante se encarga de no dejarme sola ni un solo segundo y de amenizarme la velada con alguna que otra ridícula anécdota. A pesar de sus esfuerzos, no puedo evitar poner toda mi atención en Marcos pero las voces cada vez se alzan más y eso complica que pueda escucharle. Sin embargo, puedo percibir un montón de voces femeninas provenientes de la dirección en la que se encuentra él. Sé que no debería pero me siento intranquila sabiendo que está rodeado de mujeres que esperan la más mínima oportunidad para abalanzarse sobre él. Supongo que estoy celosa. Es curioso pero por raro que parezca, es la primera vez que tengo este tipo de sentimientos y no me gusta nada.

A medida que los minutos pasan, la opípara cena va llegando a su fin. Las botellas de vino y licor desfilan una tras otra y el alcohol comienza a hacer estragos en la mayoría de los comensales. Yo no suelo beber pero hoy he perdido la cuenta de las copas de vino que he tomado, y todo debido a mi creciente mal humor desde el momento en el que descubrí que Marcos se había convertido en el centro de atención en el extremo opuesto al que yo me encuentro.

- Ey! Sara! - Me grita Oscar para llamar mi atención. - ¿Me estás escuchando?

- Perdona. Creo que he bebido demasiado.

No me gusta estar ebria porque eso hace que mis sentidos del equilibrio y del oído mermen, y si a eso le sumamos mi ceguera, moverme se vuelve realmente complicado para mí.

- ¿Quieres que salgamos a tomar el aire un poco? Esto ya está casi terminado - dice Oscar tomando mi mano.

Mis dudas sobre si aceptar o no la oferta de Oscar se disipan cuando oigo a una de las médicas con peor tolerancia que yo al alcohol, alardear de lo mucho que se divirtió una de las noches del mes pasado con Marcos. Esto es demasiado incluso para alguien con tanta paciencia como yo. Lo peor de todo es que no sé cuál es la reacción de Marcos porque, aparte de no verle, tampoco puedo oírle. Me gustaría que se apartara de ella, que dijera que lo de aquella noche juntos jamás volverá a pasar pero dudo mucho que eso suceda. Ni siquiera se ha acercado a mi una sola vez en lo que va de noche. Es casi como si no me conociera, como si fuesemos dos extraños que nunca se han cruzado.

Por mi mente comienzan a pasar oscuros pensamientos que hacen que me sienta aún más mareada. ¿Y si este es el verdadero Marcos, aquel al que le gusta estar rodeado de mujeres con las que pasar una noche de diversión? ¿Y si yo sólo he sido un juego, uno en el que quería ganar a todo costa para no romper su buena racha? ¿Sólo he sido una pobre idiota de la que reirse?

Corazón invidente [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora