- Capitulo 1: Crueldad -

4.9K 380 130
                                    


---☬---

Capítulo 1: Crueldad

---☬---

Mi corazón retumbaba en mi pecho, corría lo más rápido que podía en dirección al pueblo más cercano al pie de la montaña. Respiraba rápidamente, batallaba con mis pies que se hundían en la fría nieve con cada zancada, luchando con cada paso para mantener el ritmo. La carga sobre mi hombro estaba rebasando mi capacidad para tolerarla, pero no podía detenerme, tenía que salvarlo a como diera lugar... ¿Porque? ¿Porque? ¿¡Porque tenía que pasar esto!?

No sabía si agradecer por estar ilesa al no haber estado presente o estallar en llanto por la pérdida que había sufrido... Mi familia, mi única familia, las personas que me vieron crecer y me hicieron compañía toda la vida se habían ido. Se esfumaron de un momento al otro como el humo de una fogata recién apagada, siendo cruelmente asesinados por un ser que no tuve la oportunidad de ver, y que ahora odiaba con todo mi ser... Primero había sido mi padre quien pereció por una enfermedad, ahora mi madre y mis hermanos... también acompañaban a los espíritus.

La nieve se colaba a través de mis calcetines y bajo mis pies al correr, las piernas me ardían por el esfuerzo y el cruel golpe de los copos de nieve por la fuerte brisa que silbaba cortando el silencio. No podía controlar mi respiración, inhalaba y exaltaba tan rápido que me dolía por absorber tanto aire helado en mis pulmones, de verdad sentía que moriría si continuaba así mucho tiempo. Nunca me había esforzado tanto en mi vida, sentía que colapsaría en cualquier momento, pero debía continuar, un pequeño rayo de esperanza figuraba al final de esta sangrienta mañana, perseguía la posibilidad de escapar de la soledad que se cernía sobre mí... Tanjiro, mi querido hermano mayor, había sobrevivido de forma milagrosa al asalto de quien fuera que atacara nuestro hogar, sangraba mucho manchando mi ropa, pero su cuerpo aún conservaba calor y respiraba. Lo que me traía a mi situación actual, cargando su inerte cuerpo sobre mi hombro, o al menos lo intentaba, no tenía la fuerza física para hacerlo del todo y solo cargaba parte de su peso. Estaba segura de que si lograba llegar, el medico del pueblo podría salvarlo, debía esforzarme por él.

Suelen decir que la vida es como el tiempo, no siempre las hojas caen de los árboles o está nevando. En este mundo no sabes lo que te depara el destino hasta que golpea tu puerta... cuando ya es demasiado tarde para hacer algo al respecto.

Con el pasar del tiempo y hasta ese momento, había algo que en nuestra familia se había vuelto una rutina, algo que se repetía casi todos los días con algunas excepciones. Tanjiro se ocupaba de talar madera y usarla para fabricar carbón que posteriormente vendía, lo cual era nuestra principal fuente de ingresos, él siempre decía que nunca era suficiente y por eso solía hacer varios viajes por día. Esto además de darse la trabajo de ayudar a los otros en sus respectivas tareas. Takeo, el segundo de nosotros, también aportaba a la recolección de madera pero esta solo se ocupaba para usos hogareños como encender la chimenea, la pequeña pareja de hermanos menores ayudaba a nuestra madre en sus tareas junto conmigo. Una actividad que siempre realizaba por mi cuenta era la recolección de frutos silvestres, a lo largo del año florecían árboles que nos obsequiaban los más ricos dulces y ácidos, en especial en invierno donde estos últimos estaban en auge y los usábamos para preparar una deliciosa mermelada casera. Cuando niños era una actividad que solía hacer en compañía de Tanjiro y que con el pasar del tiempo pasó a ser mi responsabilidad.

Esa mañana me encontraba volviendo del bosque mientras pensaba tranquilamente en los frutos que había recolectado, estaba emocionada porque no había tenido la oportunidad de ir a buscarlos esa semana y había estado deseando preparar esta famosa mermelada de frutos invernales hacia días, de solo pensar en su sabor se me hacia la boca agua, era un gran postre para disfrutar en familia tras la puesta de sol... De pronto un extraño olor metálico golpeo mi sentido sacándome de mis pensamientos, al instante me invadió un mal presentimiento y sujetando mi canasta con fuerza eche a correr tanto como mi kimono lo permitía. Tanjiro había sido bendecido con un olfato excepcional, uno que le permitía olfatear casi cualquier cosa a grandes distancias, desde comida hasta heridas y emociones. Aunque también poseía un olfato muy bueno comparado al de mi hermano no era nada... sin embargo bastaba para saber que el olor a sangre no auguraba nada bueno...

Divisé mi casa a lo lejos, y sentí como mi corazón se detenía... La fachada estaba manchada de un color rojizo en casi toda su extensión, un espeso líquido del mismo color había teñido la nieve en toda la zona... Mi corazón dio un vuelco al presenciar que frente a la entrada se hallaba un cuerpo pequeño y otro más grande que lo abrazaba... El haori a cuadros de mi hermano era inconfundible. Horrorizada, deje caer la canasta y lleve ambas manos hasta mi boca antes de soltar un grito ahogado mientras caía de rodillas, no sabía cómo reaccionar, mis hermanos estaban muertos... lagrimas rodaban de mis ojos mientras me apresuraba hacia ellos. No podía ser, no podía ser verdad... no quería perderlos a ellos también, en ese momento lo único en lo que podía pensar era la muerte de mi padre, todo el dolor que creí haber superado salió a flote. No quería perder a nadie más... no de nuevo. Estaba en shock.

—¡Ta-Tanjiro...!— Me dejé caer a su lado mientras lo llamaba, estaba cubierto de sangre, tenía heridas en su cabeza y brazos. —¡...Responde! ¡¿Qué fue lo que paso!?— Expresé histérica y sollozando. El pequeño cuerpo que abrazaba era el de el menor de todos nosotros, Rokuta... era tan solo un bebe.

Me cuestione lo que pudiera haber pasado. ¿Acaso un animal salvaje había atacado mientras no estaba...? ¿Había sido un asalto que salió terriblemente mal? Comenzaron a formarse tantas preguntas en mi cabeza que no podía pensar. Agobiada por la situación, corrí hacia la puerta con una leve esperanza de encontrar algo mejor, pensando en nuestra madre... Cuando llegue senti que mis ojos se saldrían de la impresión... Ella estaba... ella estaba contra la pared, desangrándose con los ojos vacíos y muy abiertos, parte de su torso no estaba exponiendo su entrañas, faltándole un brazo, mis hermanos yacían a lo largo del piso, desmembrados en medio de un gran charco de sangre. Sentí como mi última comida subía hasta mi garganta... mi mirada se congelo en ese punto, no podía dejar de mirar mientras caía de rodillas sollozando. Solo había quedado yo, todos habían muerto, no había duda.

Una intensa amargura y tristeza me invadieron, me sentía culpable de no haber estado, me cuestione por qué no había estado presente... si tan solo no hubiera tardado tanto... podría haberlo evitado, quizá la criatura al ver a tantos juntos no se habría atrevido a atacar.

«Me demoré demasiado... no sé cuánto tiempo te quité hasta que note que seguías con vida... perdóname, sé que estás perdiendo sangre a un ritmo preocupante pero quédate conmigo. ¡Resiste! ¡Vive...! Sé que hiciste frente a lo que sea que los ataco. Protegiste a nuestro hermano con tu hacha, mereces vivir» Pensé, mientras corría por el bosque.

La Dama de la Katana  ||  『 Kimetsu no Yaiba 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora