- Capitulo 4: Demonio -

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Capítulo 4: Demonio

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La noche empezaba a caer sobre nosotros. Di un mordisco a la fruta en mis manos haciendo un sonido crujiente, masticando lento con la mirada perdida en el horizonte, en un vaivén de pensamientos que no conducían a nada. La fruta venia de un árbol que encontré por el camino, reconocí que se trataba de una de las que solíamos comprar en casa... Sabía que debía comer para tener fuerzas, sentía el estómago contraído, suplicando por alimento, pero siendo honesta no tenía apetito...

Estaba cansada, con el paso de las horas la carga sobre mis hombros parecía no dejar de aumentar... estaba acostumbrada a cargar con mis hermanos por largos periodos de tiempo, pero esto era sin dudas un auténtico desafío. Me pesaba, necesitaba descansar. Mire al cielo, la noche aproximarnte se cernía lentamente sobre nosotros, poco a poco el sol se escondía mas tras el horizonte tiñendo el cielo de unos llamativos tonos naranja, al mismo tiempo que cada vez más árboles llenaran mi campo de visión, una montaña boscosa se hallaba en mi camino. Comenzaron a surgir las dudas sobre la dirección que había tomado, tenía más o menos claro el sentido en el que debía ir, pero no conocía detalles ni puntos de referencia... Hasta ese momento no había visto más que llanura y esta montaña frente a mí me confundía. No creía que fuera mi destino, pero la latente duda me dejaba intranquila...

Marqué una expresión de incomodidad mientras ponía atención a mis alrededores, esperando tener la suerte de cruzarme con alguien que pudiera ayudarme. No muy lejos de mi divisé una pequeña casa de madera al pie de aquel monte, a las orillas del camino que transitaba. Casualmente, fuera de la pequeña estructura se encontraba una mujer sentada con un pequeño niño en su regazo, parecía que le mostraba el mencionado bosque o le contaba algo sobre él. Era oportuna su presencia, pues viviendo en estas tierras debía conocer si el monte Sagiri estaba por aquí o si al menos iba en la dirección correcta.

Puse buena cara y saludé.

—Buenas tardes, querida— Respondió la dama con una sonrisa

—¡Hola!— Agregó el niño, enérgico. Correspondí con un ademan

—Lamento molestarla tan tarde, ¿pero sabe usted si el monte Sagiri está en esa dirección?— Señale con mi índice la montaña.

—¿Sagiri?... Si, vas bien encaminada. Se encuentra cruzando esa montaña— Respondió mirando hacia allá, donde la frondosidad del bosque parecía aumentar. Luego me miró con detalle. —...Veo que estas muy cargada ¿Segura que quieres subir ahora? Dicen que es un lugar donde te pierdes fácilmente... en especial de noche— Su preocupación se hizo palpable, tenía motivos, pero parecía que solo servía para inspirar eso.

—Sí, no se preocupe.

—Puedes pasar la noche aquí si quieres... mi hijo suele jugar en el bosque, pero cuando el sol se pone no le permito salir, es peligroso— Agregó acariciando la cabeza del pequeño.

—Se lo agradezco de verdad, pero llevo algo de prisa, no quisiera perder ni un minuto... Además alguien me espera del otro lado— Le sonreí con gentileza, me sentía un poco culpable por mentir, pero me consolaba la idea de que así no se preocuparía de más. Pese a ello, la desolación comenzó a aflorar nuevamente...

—Está bien, debes estar segura de lo que estás haciendo...

—¿Estas triste?— La repentina pregunta me sorprendió, me hizo darme cuenta de que mi expresión se había apagado. Mire al pequeño quien me veía con ojos inquietos.

La Dama de la Katana  ||  『 Kimetsu no Yaiba 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora