- Capitulo 7: Infierno -

1.9K 165 53
                                    


Capítulo 7

---☬---

Infierno

---☬---

La mañana comenzó rápido. A primera hora Urokodaki ya se estaba preparando para dar inicio a las actividades del día, yo también fui despertada temprano, el sol apenas cruzaba el horizonte y el crudo frio de la noche aún no se desvanecía. En lo primero que pensé fue en darle los buenos días a mi hermano, por lo que me dirigí hacia aquella habitación designada para él. Con cuidado deslicé la puerta corrediza y lo encontré aun durmiendo plácidamente; una sonrisa se escabulló en mis labios mientras me acercaba, enternecida por su imagen. Sentía que necesitaría su apoyo, quería que estuviera conmigo, la expectativa del entrenamiento que llevaría a cabo me intimidaba y no sabía que me esperaba con el viejo, lucia como un hombre recio al que no quería planta cara sola; conociendo a mi hermano estaría encantado de hacerme compañía, así que me arrodillé a su lado y le susurré para despertarlo, acariciando suavemente su frente y cabello.

—Buenos días, Tanjiro... ya es hora de levantarse... hazle compañía a tu hermana ¿sí?

Mis intentos fueron vanos, parecía estar tan profundamente dormido que no me escuchaba, llamé un poco más fuerte mientras sus cabellos pasaban entre mis dedos, pero no respondía. Sentí el impulso de sacudirlo para forzarlo a despertar, pero el recuerdo de lo ocurrido hace dos días me detuvo, la pelea que tuvo contra aquel demonio de cabellos rojizos al defenderme. Aun debía estar cansado, quizás mucho más que yo; teniendo eso presente no tuve el corazón para obligarlo a levantarse, tomé su rostro y bese su frente con delicadeza, aceptando consternada mi destino, salí de la habitación y lo miré algunos segundos más.

—Vamos— Pronunció Urokodaki detrás de mí, así que cerré la puerta sin más.

Me sorprendió con un conjunto idéntico al suyo, pantalones anchos negros con un cinturón de igual color y una prenda superior azul cielo con motivo de nubes, pero en un patrón distinto; durante el día que pasé dormida lo fabricó para mí. Dijo que me cambiara de ropa ya que en un entrenamiento físico un kimono como el mío no sería más que un vil estorbo. Sabía que estaba siendo objetivo, pero no pude evitar sentirme algo herida por el comentario; ese kimono había sido un reglo de mi madre. Sin decir otra palabra abandonó la casa dejándome sola con mis pensamientos.

Observé las prendas unos segundos mientras las sostenía, detallando la textura con las yemas de mis pulgares; las costuras eran firmes, las fibras estaban bien unidas y no presentaban ningún detalle, un trabajo impecable mejor a cualquier cosa que haya hecho por mi cuenta; al mismo tiempo noté que mi nombre fue grabado en el reverso del cuello con letras en rosa, al observarlo, por alguna razón me hizo sentir cálida, recibida. Me despojé de la ropa, la doblé junto al futón y me metí en las nuevas prendas. Fue entonces que noté que las tallas eran exactas, coincidían casi a la perfección con la forma de mi cuerpo, al darle vueltas por unos momentos sentí mis mejillas ponerse coloradas ¿Cómo hizo Urokodaki para saber las medidas?

—Hay aproximadamente cien cazadores de demonios. Forman parte de una organización no reconocida por el gobierno, desde tiempos inmemoriales se han dedicado a la caza de estas criaturas... pese al tiempo que llevan existiendo y cumpliendo su deber, es un misterio quien lidera a estos asesinos. Demonios, seres que se alimentan de humanos, los cazan, matan y devoran, no se tiene conocimiento de cuándo o de donde surgieron; tienen una destreza física asombrosa y pueden regenerar sus heridas, también son capaces de conectar de nuevo miembros cercenados o generar nuevos. Algunos son capaces de cambiar su forma e incluso tener otras habilidades, solo los mata la luz del sol o decapitarlos con una espada especial. Los asesinos de demonios se enfrentan a ellos siendo humanos, eso implica que sus heridas sanan despacio y no pueden recuperar los miembros que pierdan, aun así les plantan cara de todos modos para proteger a la humanidad— Explicó con seriedad mientras no apartaba su mirada del horizonte como si rememorara una antigua leyenda, aunque el misticismo que envolvía todo el relación a esa organización la hacía sonar como tal. Saber que existían cientos, sino miles de demonios por todo el país en comparación con la cantidad de cazadores me erizaba los vellos; aun así sus palabras hacían cobrar sentido a lo que había experimentado antes, incluida la desaparición de las heridas de Tanjiro.

La Dama de la Katana  ||  『 Kimetsu no Yaiba 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora