2: Podemos ser amigos.

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Me sentía tan cansado, mi energía estaba por los suelos y apenas podía estar derecho en clase, quién podría decir que forzarte a dormir no ayuda en nada. Desde que Alice me había contado aquellas palabras había hecho todo lo posible por simplemente dormir, pero no podía.

Estuve hasta tarde esperando caer dormido, había forzado tanto mis ojos que simplemente me dolía la cabeza, pero aún así no pude dormir. No fue hasta un instante en el que bebí un vaso de leche y con aquella cosa tan trivial caí dormido, lastimosamente no pude soñar nada.

¿Será la conmoción?
¿Acaso un ser mágico me controla?
¿Podría ser el café que bebí?

Intentaba concentrarme en mis pensamientos y no quedarme dormido en la clase de matemáticas para no recibir una sanción. Debía quedarme despierto, pero era tan difícil.

Cuando escuché el timbre del receso estaba tan feliz sabiendo que podría dormir, jamás salía del salón y mucho menos lo haría estando así. Lamentablemente, la profesora me saco de ahí, nunca había odiado a nadie en mi vida, pero parecía que aquella profesora tenía el ojo en mí.

Me dirigí hacia una pared en donde había bastante sombra para sentarme y abrazarme a mi mismo, solo debía descansar los ojos y esperar a que el receso terminará.

— ¿Estás despierto? — Dirigí mi mirada hacia arriba para encontrarme aquellos ojos castaños profundos y claros, sin responder bajé nuevamente la vista para cerrar mis ojos intentando volver a mi relajación. — ¿Te encuentras bien?

— Si profesor Pines, no debe preocuparse. ¿No tendría qué estar vigilando a su clase? — Respondí soltando un bostezo.

— Tal vez, pero me doy algunos permisos sin sospechar, además te noto desanimado y cansado. ¿Pudiste dormir bien? Es mi deber como maestro saber que sus alumnos no están enfermos, heridos o desanimados.

— No tanto, pero realmente estoy bien. — Había tallado mis ojos intentando mirar a la cara al profesor.

— Tómame como un amigo, podríamos tener una buena amistad aunque sea mayor y parezca un fracasado. — Aún así después de aquellas palabras hirientes a sí mismo, Mason río.

— No creo necesitar amigos. Algo podría ocurrir y tendría que cambiar de instituto nuevamente, no quiero formar lazos. — Terminé abrazando mis piernas para mirar hacia los demás niños que jugaban juntos, me sentía tan insignificante y desagradecido por tantas oportunidades de amistad que me habían ofrecido.

El castaño se sentó a mi lado y con bastante confianza y miro a los alrededores.

— No importa si no me aceptas ahora, puedo aguantar la soledad un poco más.

Cuando el timbre del receso volvió a sonar, todos los alumnos de la escuela volvieron a sus salones, al igual los profesores. Mason se levantó y me extendió la mano para levantarme.

— Debemos ir a clases. — Su actitud era como la de un compañero común, como si él tuviera mi misma edad y simplemente quisiera conversar siempre contigo. No tuve otra opción que aceptar aquel movimiento y volver a mi salón junto a él.

Me dirigí a mi asiento para guardar y ordenar un poco mi mesa, el profesor Pines simplemente sonrió para borrar las actividades de matemáticas que estaban escritas en el pizarrón.

— Nos vemos nuevamente clase, espero estén con energía para leer. — Aquel ojimarrón río un poco, sabía exactamente que me lo decía a mí.

El constante silencio parecía demostrar la poca motivación, solo una pequeña porción de todos mis compañeros respondieron aquella afirmación. Antes de empezar la lectura preparada por el profesor, esté paso lista comprobando quiénes estaban y quiénes no.

Vuelve. | 𝙱𝚒𝚕𝚕𝚍𝚒𝚙 - (𝚃.𝟸)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora