Mi corazón entero

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Sin duda alguna, sus ojos no daban crédito a lo que veían, pues era un maldito milagro que ambos siguieran vivos.

- ¿Cómo carajos sigues vivo?- preguntó Magnus al borde del llanto. Eso le arrancó una dolorosa carcajada a Alexander debido a las vendas que se enrollaban en sus costillas.

-No tengo la menor idea, pero creeme que me alegra poder ver tus ojos una vez más - contestó sonrojandose al instante por el tono de voz que había usado sin darse cuenta

-diablos, eso sonó muy cursi ¿no? - preguntó a lo que Magnus solo ensanchó su sonrisa provocando que el sonrojo de su amado aumentará.

Ninguno dijo ni una sola palabra más, no había nada que pudiera describir la dicha que los inundaba a ambos pues pese que muy poco recordaban del horrible accidente que sin duda dejaría recuerdos por sus cuerpos, nada de eso era relevante ahora que podían verse a los ojos una vez más.

Alec acarició la mejilla de su amado con delicadeza, no tanto por temor a lastimarlo sino más bien porque quería memorizar con su tacto cada poro de su piel, cada marca, todo de él.

Cuando nadie quiso decirle que había pasado con su esposo había entrado en pánico sin saber qué haría sin el otro. Poco le importaba que él hubiese estado al borde del abismo de la muerte por el colapso de sus pulmones, no, su mente solo podía pensar en que el amor de su existencia estuviera bien y a salvo. No pedía nada más

Nunca había sido alguien religioso, más sin embargo en ese momento de pánico le rezo a los miles de ángeles y santos que se decía los observaban. Al darse cuenta de que no obtendría respuestas por parte de las enfermeras e incluso el mismo médico fue que emprendió su viaje por el hospitalhasta dar con Magnus. Sin duda ni el hecho de traer un yeso en su pie o usar la ligera bata que dejaba su trasero al aire lo detuvo pese a lo penoso que era.

-Alexander enserio eres estúpido- dijo de la nada Magnus dejando anonadado al aludido.

-¿Gracias? Yo tambien te amo cielo- contestó sarcásticamente provocando que el otro riera.

-Explicame, ¿como se te ocurre ir por medio hospital sin muletas?- cuestiono dejando al otro sonrojado.

-No me importo eso, necesitaba verte- fue su unica contestacion, solo esas palabras arrancaron mil latidos del corazón del moreno.

-Y pensar que hace unas semanas hubieras preferido ser tu quien le prendiera fuego a mi auto- dijo en voz alta Magnus. Alec solo asintió con una sonrisa divertida pues sus vidas sin duda habían dado un giro de 180 grados en tan solo semanas. - Pensé que lo harias despues del baño que te pegue aquel día cuando tu padre nos dijo todo lo que él y mi padre habian planeado.- Aquello descolocó al ojiazul de tal manera que no entendia que sucedia.

Recordaba aquel día, sin duda había creído que sería el fin de su existencia pero no recordaba lo que su esposo decía, ese día le había pasado de todo desde el hecho de haberse hecho tarde, no desayunar, el agua fría, su auto sin gasolina, tener que caminar kilómetros, la lluvia, la mojada de un auto color rojo y también quedarse encerrado en el elevador.

Entonces el cerebro de Alec dio su primer esfuerzo en la vida.

-¿¡Tu fuiste el imbécil que me mojo!?- preguntó exaltado asustando a su novio.

Magnus solo asintió pensando si hubiera sido mejor haberse quedado callado en vez de haber dicho aquello que al parecer el pelinegro no había asimilado, pero sin duda era más que obvio porque siempre que salía con el joven usaba ese auto y no es que hubieran muchos deportivos rojos en el nublado Londres.

-Yo no lo hice adrede, lo juro Alexander- enseguida empezo a explicarse al ver la expresión furibunda de su esposo -Además, no te enojaras por eso ahorita ¿o si?- preguntó mirándolo de manera que pudiera convencerlo, aunque en el fondo temblaba de miedo.

Odio es igual a Amor (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora