La verdad sale a la luz

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Desperté y ahora estaba en una camilla, no entendí a que se debía eso, hasta que de la nada, flashasos de los sucesos antes de que me desmayara acudieron a mi mente, yo en un cuarto, Yuri hablándome de Seelie y Magnus despierto, Magnus bien....hijo de la..

Me levante de golpe y cuatro pares de ojos me observaban, todos diferentes, pero cuando reconocí unos sumamente familiares, mi pulso se acelero de manera asombrosa, la sangre me hirvió y mi corazón casi salio de mi pecho.

Magnus se acercó a mi sonriendo y yo, bueno.

-Garbancito que bien que...- no lo deje terminar, me lance sobre su cuello y ahora estábamos en el suelo, el golpe seco de su cuerpo al caer no me preocupo, ni el hecho de que lo estaba asfixiando, nada me preocupaba, estaba dejando que la ira me controlara.

Sentí agua en mis mejillas, estaba llorando y cada lágrima se impactaba en el rojo rostro de Magnus.

-Alexender sueltalo!!- grito una voz de mujer, pero yo no prestaba atención.

-Otabek!!!- era la voy de Yuri pero se escuchaba lejana.

De la nada, unos brazos me sostuvieron desde atrás y me obligaron a separarme del cuerpo de Magnus.

Enseguida el intento aspirar todo el aire que le fuera posible, Seelie lo ayudo a incorporarse y empecé a forcejear entre los brazos de Otabek, aunque él fuese más bajo que yo, si que tenía fuerza.

-Alexander, calmate, sabemos que estas molesto pero relajate- decía Yuri frente a mi, tratando de relajarme y hacer que me controlara.

Pero yo no podía, ni quería relajarme.

-¿Por qué?- dije susurrando, sentía mi garganta cerrada, seca, no podía hablar, el nudo que sentía era demasiado fuerte.

-¿Disculpa? No te escuche Alec- dijo Yuri y mis lágrimas salieron como torrentes por mis ojos.

-¿¡Por qué fingiste casi haber muerto!?- le grite a Magnus, él me miro, sus ojos, que en un inicio me miraron felices y alegres, transmitieron todo el dolor que sentía por como le hablaba, pero dios eso no me importaba porque él me había provocado más dolor, él había fingido estar inconciente cuando yo gritaba su nombre, cuando lloraba sobre su cuerpo, cuando la desesperación llegaba a mi, él me había lastimado primero, y dolor con dolor se paga.

El silencio reino en la habitación, nadie respondía nada, ni él, ni ninguno de los presentes en la habitación.

Me zafe del agarre de Otabek y los mire a todos, a los cuatro a los ojos.

-Espero se pudran en el infierno los cuatro- dije secando mis lagrimas.

-Alexander...espera tienes que saber..-

-Callate, no quiero saber nada, lo que me tengas que decir ya no me importa, me vale, no me interesa- dije friamente, pese a que el ya empezaba a llorar, poco me importo, asi como mi dolor no le importo a él.

Sin mirar a ninguno, camine hasta la puerta, resistiendo mis enormes ganas de llorar, ya no derramaria ni una lagrima frente a ellos, sobre todo frente a Magnus.

Abrí la puerta del cuarto y salí, el aire frío del desierto pasillo me golpeo y despejo, alejando un poco las ganas de seguir llorando.

Camine lo más rápido que pude, no soportaba seguir en el mismo lugar donde estaba y me podría encontrar Magnus.

Tome el ascensor y pulse repetidas veces el botón de planta baja.

-Solo lo vas a atorar, creeme que así no conseguiras que cierre y baje más rápido- alcé la mirada y me tope con unos ojos cafes, comunes y corrientes, tipicos de cualquier persona, pero tenían un brillo lindo y unas pestañas rizadas negras que los hacían ver aún más lindos.

Odio es igual a Amor (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora