Capítulo 9.

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Creo yo que nunca en mi vida han esperado TANTO un capítulo como el de hoy. AJAJAJ.
La advertencia es la misma que la anterior: escenas explícitas y MUY gráficas, cosa que me encanta AJAJAJA. a mí me encantó este capítulo.✨ y espero que lo disfruten.
ah y acabo de descubrir a Remini y junto con el conocimiento que tengo de edición básica estoy haciendo las fotos de Gus más nueva y coloridas, como la de multimedia


O eso pensaba. Gustavo miró furioso a Flor desde el otro lado del patio. La joven estaba en el bar de la playa con un vestido blanco de flores sin mangas ni espalda que revelaba la piel dorada de su espalda hasta por debajo de la cintura. Su cabello ondulado brillaba bajo la luz arrojada por las antorchas. Gustavo apretó la mandíbula cuando la vio dibujar otro giro y moverse sin perder un paso al ritmo de la música de la banda de salsa que tocaba a varios metros de la barra. El vuelo de la falda de su vestido le descubrió los muslos. Si no tenía cuidado, con el siguiente movimiento iba a enseñar las nalgas de su culito redondo y perfecto.

Pero Mike volvió a atraerla hacia sí y extendió los largos dedos por la piel sedosa y desnuda de la espalda de la joven. Los nudillos blancos de Gustavo contrastaron con su bronceado cuando apretó los dedos alrededor del vaso que sostenía. El nudo que tenía en las tripas se tensó cuando Mike atrajo las caderas de Flor hacia las suyas y los dos se movieron con ritmo sensual en perfecta armonía.
Se echó hacia atrás el cabello y su rostro dibujó una amplia sonrisa cuando se rió de algo que le dijo Mike justo entonces tropezó y Mike, el muy cabrón, aprovechó la oportunidad para tocarle el culo mientras fingía ayudarla. Después le subió la mano por la espalda a toda prisa, como si hubiera sido un accidente, pero Gustavo notó la expresión lasciva que adquirían los rasgos de Mike.

Como también notó el rubor que bañaba las mejillas de ella; si fue de vergüenza o de excitación, no lo sabía. Pero sí que se dio cuenta de que la joven no estaba intentando apartarse.
No lo soportaba más. Ver a otro hombre tocando su piel desnuda. Verla moverse contra otro hombre en un baile que prácticamente simulaba una relación sexual.

Había acudido al bar esa noche para aceptar la oferta de Florencia: sexo sin compromisos. No esperaba verla riéndose, coqueteando y tocando a otro hombre, pasándoselo tan obviamente bien. Y tampoco esperaba el destello ardiente de rabia que lo había invadido al verla con otro. Aquella mujer era suya.

Pero tampoco se paró a analizarlo. No podía. Un solo pensamiento, uno solo, reverberaba por todo su cerebro. Mientras estuviese en la isla, era suya; le pertenecía solo a él.
Florencia se rió con Mike con la esperanza de que no se le notara la tensión.

-Quizá debería sentarme. Estas sandalias no están hechas para bailar, precisamente.

Para demostrarlo, en ese preciso instante el tacón de aguja de una sandalia se metió en una grieta. Tropezó y cayó contra el pecho de Mike, que la sujetó poniéndole una mano firme en el trasero.

Florencia se puso tensa y se enderezó. Mike llevaba todo el día haciendo lo mismo. Esa mañana, con el pretexto de comprobar el tanque de oxígeno, se las había arreglado para rozarle los pechos con la mano por lo menos diez veces. Por no mencionar las docenas de roces «casuales» más en las piernas, las caricias en los brazos y las veces que le había agarrado la mano.

La joven sonrió con decisión cuando reanudaron el ritmo del baile. El problema era que tampoco se podía decir que ella lo hubiera desanimado. Esa mañana, después del encontronazo con Gustavo en la piscina, había saludado a Mike con algo más que su habitual cordialidad. A decir verdad, se había comportado como una auténtica coqueta.

Resiliencia | Gustavo CeratiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora