No puedo odiarla.
Porque ella vive
y está muerta (se que lo está).
Porque existe
en ella
y en mi (por mucho que me pese).
Porque piensa mucho
las cosas equivocadas,
y me escucha cuando se lo hago saber.
Porque no piensa lo suficiente
las cosas que debería,
y le gusta escucharme,
pensando por ella,
pensando por mi.
Porque le gusta la filosofía
y cree que la poesía es escencial.
Porque es arte, y no lo sabe.
Y lo ama, y no se ama.
Porque mi perfume se llama como ella.
Paula.
Paula.
Paula.
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Paula.
PoesiaTal vez un día te lea esto, Paula. Mientras tocas la guitarra para mi. O quizá nunca te enteres de que existe. Quizá nunca me toques la guitarra. Quizá nunca me toques. Quizá nunca te toque. Pero te pienso. Y te escribo.