Conociendo a Cler

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No puedes aguantar gritos durante siete años, gritos y reproches imparables, sin valorar ni una sola cosa. Estaba harto y decidido a terminar con eso, se merecía más, mucho más. El vivía solo para ella, todo lo hacia por ella, pero nunca le era suficiente. Salió furioso, pegando un portazo, pero sin decirle nada, como siempre. No valía la pena, las veces que había intentado solucionar las cosas le fueron peores, y más si intentaba actuar como ella. Siempre terminaba en lo mismo. Se subió a su camioneta, una RAM 2500, y manejo rumbo a la ruta, y doblo a la derecha, solo porque era el camino mas despejado. Manejo acelerando bastante, maquinando en su cabeza sin parar de todo lo que le hubiera podido decir a Mary si tan solo cerrara su asqueroso hocico por tan solo cinco minutos. Fantaseaba en como le gritaría y le diría las cosas como eran y la frase que mas le hubiera dolido, "eres igual que tu madre", sin duda eso la haría enfurecer como nunca.

Después de unos minutos en los que se calmo y respiro hondo decidió ir a tomar algo. Normalmente después de una discusión así solo iba a dar una vuelta. Aveces pensaba en que podría ir con otra mujer, con alguna de las que cobran por sus servicios. Pero Mary descubriría el perfume barato y alguna que otra cosa. Pero en ese tema él no estaba desconforme, Mary era una excelente mujer en la cama, lastima que sus actitudes y forma de ser en general la volvían una incomoda compañía, tal vez la peor de todas. Definitivamente iría a tomar algo, ella se lo había prohibido totalmente, decía que eran gastos innecesarios, que no seria una mujer pobre solo porque su marido fuera alcohólico. Parecía que no conocía la diferencia entre alcohólico y una persona que quiere tomar algo cada tanto. Pero sí lo dejaba, solo en las fiestas cuando visitaban amigos y familiares, cuando se convertía en la mujer ideal, atenta, cariñosa, y muy amorosa. Falsedad total, pero claro, ella tenia que quedar bien frente a los demás.

Intento despejar su mente y entro en el próximo pueblo, doblo por una calle secundaria y entro en un lugar muy singular. Habían mansiones de las mas lujosas, luego se encontraba con casas de muy bajos recursos, autos carisimos junto a chatarras con ruedas, incluso carros desechos tirados por caballos flaquisimos y muy miserables, parecían estar a punto de morir, muertos de hambre y deshidratados. Vio vagabundos, unos pocos pero los habían, algunos intentando esconderse, con miedo. Recorrió un poco mas la ciudad, viendo este contraste por donde anduviera. Llego hasta un bar, ubicado al final de la calle por donde iba. Era un bar normal, nada fuera de lo común, ni muy extravagante ni muy mísero, se llamaba los cuernos del toro. El nombre le dio una impresión rara. Al entrar se encontró con un ambiente inundado en humo de cigarrillo, respirar se le haría difícil hasta que se logrará acostumbrar. El no fumaba, él Intentaba alejarse del humo del cigarro. En la oficina normalmente cuando salían a fumar sus compañeros él ponía excusas para alejarse, que tenía que ir al baño, una llamada, tenía que pasar por la tienda, etc. Se consideraba un hombre sano en ese sentido, no le gustaban esas cosas, era una de las pocas cosas en lo que concordaban con Mary. Pero a la mierda con Mary, no quería volver a pensar en ella en toda la noche en lo posible.

Se fijo en el lugar, intentando ver a través de el espeso humo que había sustituido el aire y oxígeno del lugar. Tenía un estilo tangero el, le hizo recordar a un bar francés, como los que aparecen cada tanto en alguna película. Habían hombres con trajes y su respectivos sombreros y zapatos de vestir, bien peinados y un cigarrillo en la boca, algunos jugando a las cartas con copas con líquidos rojos muy oscuros, le parecía sangre. Pero estaba seguro que era vino, vino tinto, por el color de seguro Merlot. Al entrar muy pocos lo observaron, con deje de despreocupación. Era un forastero más, eso allí no ofrecía nada nuevo.

Se acercó a la barra y pidió un Negroni. El barman se puso en su trabajo y Brandon se dedicó a examinar el lugar. Se había equivocado, no era de un estilo de bar francés, sino más bien rioplatense de la época de Gardel, querido tacuaremboense. Se dio cuenta cuando presto atención a los caballeros de la mesa más cercana, estaban jugando al truco Uruguayo. Y uno de ellos había cantado flor, "contra flor" le contestó su contrincante.

Amigos imaginariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora