Sabía que lo había jodido. Por mucho que se repitiera que había hecho lo correcto, que obligar a HuaiSang a tomar ese curso de administración era lo mejor para su hermano –para todos- Nie MingJue sabía que la había jodido. Difícilmente olvidaría la expresión desesperada de su hermano menor cuando le dijo que tenía que irse de la ciudad por un año. Él mejor que nadie sabía cuánto le había costado a HuaiSang conseguir que Jiang Cheng le prestara atención... que admitiera que le prestaba atención y cuando finalmente el hijo de los Jiang dejaba atrás su obsesión con su hermano de crianza, cuando finalmente decidía darle una oportunidad a lo que fuera que existía entre él y el Nie menor, MingJue le imponía a su hermano su voluntad como tutor legal. No era como si HuaiSang pudiera negarse: la madre de HuaiSang había estipulado en su testamento que su único hijo quedara bajo la custodia legal de su hermano mayor hasta los 25 años. En esos momentos, Nie HuaiSang no poseía nada y ni siquiera podía tomar decisiones legales sobre sí mismo a menos que un tribunal lo liberara de la tutoría de Nie MingJue.
Nie MingJue hizo una mueca y vació el vaso de un golpe, dejándolo encima de la mesa. Se pasó una mano por la cara, frotando con fuerza la frente, intentando borrar el recuerdo de la expresión traicionada de HuaiSang – quien con toda certeza nunca esperó que él hiciera valer su autoridad legal de este modo, en este momento.
Mierda! HuaiSang nunca iba a olvidar esto, nunca lo dejaría pasar. Y lo peor era que no lo diría jamás, que se guardaría la rabia y el resentimiento, que seguiría sonriendo como si nada... incluso si al regresar de esos seis meses Jiang Cheng había cambiado de idea.
¡Bien! Si Jiang Cheng decidía que después de todo no le interesaba HuaiSang lo suficiente como para volver a intentarlo en medio año, ese imbécil podía irse al infierno. Y tendría que arrastrarse todo el camino porque Nie MingJue le iba a romper las piernas.
Apretó los dientes, irritado. No podía golpear al hijo de su socio solo porque no estuviera enamorado de su hermano menor – hermano menor al cual acababa de mandar a medio país de distancia, por cierto.
Tenía que calmarse. Nie HuaiSang no iba a odiarle toda la vida y si Jiang Cheng no esperaba, era simplemente que no merecía a alguien tan especial como su hermanito.
—¿Otro trago, señor? ¿Lo mismo?
Nie MingJue se giró a medias en la silla para enfrentar a quien hablara.
Junto a su mesa se hallaba uno de los empleados del club: Nie MingJue lo reconoció por el uniforme – que por cierto era ridículo. Como todos los trabajadores del local – excepto los de seguridad, por supuesto – el joven usaba un delantal de muñequita gótica, con volantes en la parte inferior y el peto ajustado al cuello por una pajarita negra, sin nada más que los jeans para complementar su atuendo. Por el color blanco del delantal, Nie MingJue supo que era un simple camarero, sin ofrecer más servicios. Por el lugar se movían otros jóvenes – y menos jóvenes – con delantales rojos, lo que los señalaba como algo más que camareros.
—Tráeme una botella, chico — ordenó Nie MingJue.
El chico asintió y se dio vuelta para apresurarse en dirección a la barra.
Fue en el momento en que se alejaba que MingJue cayó en cuenta de lo joven que era. Con el ceño fruncido, se volteó para seguir al camarero con la vista y su mirada descendió por la espalda desnuda hasta la cinturilla del pantalón.
Por un segundo, Nie MingJue se preguntó por qué demonios Wen Xu mantenía a este chico como camarero cuando era evidente que más de un pervertido pagaría una fortuna por un trasero como ese. Personalmente, él no iba tras niños, centrando sus gustos en hombres más hechos; pero sí que sabía apreciar algo hermoso a pesar de lo que HuaiSang pensara, y ese trasero era una obra de arte erótico.
Inconscientemente, MingJue siguió el movimiento de las caderas del chico a lo largo de la pista. Los jeans se ajustaban a su cuerpo como una segunda piel y Nie MingJue se preguntó si las carnes serían tan firmes al tacto como se veían.
—Mirar pero no tocar.
Nie MingJue giró la cabeza para mirar a la mujer que hablara. La conocía. Wen Qing era la prima de Wen RuoHan y gerente del club 'Delicatessen'. Era el tipo de mujer que imponía respeto y lo suficiente bella como para despertar interés en cualquiera. De todos los Wen, ella era quien más se parecía al cabeza de familia.
Wen Qing estaba de pie junto a la mesa, enfundada en un traje sastre de pantalón y chaqueta color rojo vino que resaltaba su piel morena y sus ojos verdes.
—Hay otros 'anfitriones' que pueden resultar de tu gusto, Nie-gongzi, y que sí pueden ofrecerte más que el placer de mirar.
—Me contentaré con mirar por ahora — replicó el hombre —. ¿No es demasiado joven para trabajar aquí?
La mirada de Wen Qing no se desvió para buscar al camarero.
—Yao puede parecer joven; pero no lo es — respondió con voz desnuda de emoción.
—Lo es lo suficiente como para que lo mantengas solo como camarero.
La mujer apretó los labios pintados de rojo oscuro.
—Mirar y no tocar, Nie MingJue — repitió.
Nie MingJue frunció el ceño ante la insistencia. Un calor en su estómago le hizo apretar el puño para contener una respuesta desagradable.
—Nunca he pagado por uno de tus... 'anfitriones', Wen Qing, y no voy a empezar esta noche. Ya dejaste claro que el chico no está en el menú.
—Su bebida, señor. Señora.
El ceño de Nie MingJue se acentuó ante la reverencia hecha por el muchacho: le encantaría que HuaiSang fuese capaz de aprender a comportarse de ese modo. Aunque quizás no en ese lugar. Cuando su atención volvió a la bebida traída por el chico, dejó escapar un bufido.
—Chico, confundiste la orden. Yo pedí...
—Este cóctel es refrescante y ligero, señor. Se acerca su hora de retirarse y tiene que conducir un tramo bastante largo. Una bebida que le permita despejarse es lo más adecuado. Además, es la especialidad de Wen Ning. Que lo disfrute, señor. Me lo agradecerá mañana cuando despierte sin jaqueca.
El jovencito había hablado sosteniendo la bandeja delante de sí con ambas manos. Una ligera sonrisa iluminaba sus labios delgados y sus ojos de larguísimas pestañas... ¿serían naturales?
Nie MingJue comprendió que realmente había bebido suficiente cuando empezó a fijarse en el largo de las pestañas del camarero.
—Supongo que también trajiste mi cuenta — comentó entre dientes.
El camarero asintió sonriente y puso la nota delante de él. Nie MingJue entregó un billete mucho mayor que el importe y esperó a que el chico se alejara para ponerse en pie.
—Espero verte de regreso, Nie-gongzi —señaló Wen Qing —. Eres uno de nuestros mejores clientes.
—Mhn... Dile al chico que puede quedarse el cambio.
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Delicatessen
FanfictionNie MingJue es cliente habitual del Club Delicatessen. Una noche descubre un camarero demasiado lindo para ser real. Y con los jeans más ajustados que pudiera imaginar. Antes de darse cuenta, solo vuelve por él. Yao es un camarero, no uno de los 'a...