All alone inside
All alone each night
All alone I've cried
Thinking of youClose my eyes and see
Close my eyes to sleep
Close my eyes to escape from this madness"Rescue me", Eurielle.
Podía recordar la sensación de los labios en los suyos, de los dientes hiriendo su labio inferior, tirando y presionando hasta causar dolor – pero estaba acostumbrado al dolor. El dolor lo hacía más real. Si se esforzaba un poco – solo un poco – podía evocar la rugosidad de las manos encallecidas recorriendo su torso, provocando sus pezones demasiado sensibles. Si cerraba los ojos, podía sentir el perfume a ámbar y cuero saturando su nariz, sus pulmones... la leve mezcla de almizcle y musgo que precedía al aroma profundo del sexo. Inconscientemente, se humedeció los labios y casi sintió el sabor a whisky en su lengua.
Estaba impreso en su piel, en su lengua, en sus ojos, en cada uno de sus sentidos... Nie MingJue era como una marca al rojo vivo. No podría librarse nunca del vacío de su ausencia. No debió haberse acostado con él. nunca debió soñar con una historia, un futuro que lo incluyera. No era su liga, sencillamente. Los hijos de oficinistas convertidas en amantes del jefe para luego ser despedidas no podían soñar con una vida mejor – una vida que incluyera afecto, tranquilidad, una mirada oscura llena de pasión y apreciación. Le gustaba sentirse apreciado: era una de sus debilidades – la otra eran los tíos altos y anchos de espalda que hacían el amor como si quisieran meterse bajo tu piel. Nie MingJue le había apreciado. Ya no, por supuesto.
"Las prostitutas no tienen que fingir vergüenza."
Cada palabra se había clavado en su pecho, en un lugar de él que ni siquiera sabía que existía hasta que Nie MingJue lo alcanzó. Prostituta. Ramera. Eran palabras que había escuchado tantas veces mientras crecía. Su madre había dejado de ser la chica buena del barrio para convertirse en la 'ramera de Jin GuangShan', en 'una ramera que se las da de mujer fina', en 'la putica que pensó que preñándose atraparía el premio gordo', en 'esa ramera con la que te revolcaste y que ahora te está empujando un hijo que a saber de quién es' – palabras cortesía de la elegante y sofisticada señora Jin, la dama más reconocida en la ciudad por sus donaciones a causas benéficas.
Había soportado muchos insultos desde niño. Había callado y sonreído desde que la primera vez que se peleó en la escuela por defender a su madre fue él el suspendido y no los otros tres chicos. Había aprendido a ocultar los moretones para que ella no se preocupara y había hecho lo único que podía hacer el hijo de una ramera: luchar por un futuro mejor. Había sobrepasado a sus compañeros en clase – incluso a los que nunca fueran suspendidos – y había conseguido una beca para estudiar medicina. Iba a convertirse en médico... hasta que Meng Shi enfermó. Ahora no tenía tiempo para estudiar. El tratamiento costaba – costaba mucho más de lo que podía ganar sirviendo mesas. Fue por eso que aceptó lo que evitó por todo un año.
No quería ser un 'anfitrión' en Delicatessen. Incluso esa sofisticada y controlada relación cliente-empleado le provocaba náuseas. Era prostitución disfrazada de compañía elegante. Odiaba el poder que un poco de dinero le concedía a otra persona sobre él. Odiaba estar sujeto a la voluntad, a los deseos de alguien más. Sinceramente, eligió a Nie MingJue desde el primer momento. La primera vez que lo vio entrar en el club supo que ese era un hombre en cuya cama le gustaría estar. Al principio creyó que era un deportista venido a menos, creyó que era más imagen que cerebro. El desengaño fue una grata sorpresa. Empezó a provocarlo a conciencia: no era difícil percatarse de cómo la mirada del hombre descendía a su trasero cada vez que se contoneaba frente a él con los jeans ajustados. Pero él lo había elegido de todas formas: Nie MingJue era un hombre capaz de proteger, de cuidar, de... poseer. Y él quería un hombre así. Lo necesitaba.
ESTÁS LEYENDO
Delicatessen
FanfictionNie MingJue es cliente habitual del Club Delicatessen. Una noche descubre un camarero demasiado lindo para ser real. Y con los jeans más ajustados que pudiera imaginar. Antes de darse cuenta, solo vuelve por él. Yao es un camarero, no uno de los 'a...