Meng Yao estudió su imagen en el espejo del baño común. Cuidadosamente, se aseguró de que no quedaran rastros de maquillaje. En esas semanas, Nie MingJue no había emitido criterio – positivo o negativo – acerca de la leve capa de maquillaje que era obligado a usar durante su horario laboral; pero el joven quería que esta noche fuera suya, enteramente suya – de Meng Yao; no del anfitrión del Club Delicatessen, no del joven de pantaloncillos ceñidos y delantal rojo con una peonía bordada.
Respiró profundo, intentando calmarse. Estaba nervioso como nunca antes lo estuviera. No era una primera cita; pero en cierto modo, sí lo era. Tenía que ser espectacular; tenía que hacer de modo que Nie MingJue deseara más, volviera por más; tenía... ¡Quería ser espectacular! ¡Quería ser el amante que marcara un hito en la vida de Nie MingJue!
—¿Vas a salir en algún momento? ¿O piensas quedarte a dormir en el baño?
La voz ligeramente chillona de Xue Yang interrumpió sus divagaciones. Hizo un mohín y agarró su bolso para dirigirse a la puerta.
—No tenía idea de que esperabas — replicó encogiéndose de hombros.
En lugar de responder, Xue Yang lo recorrió de una ojeada.
—¿Adónde vas esta noche?
—¿Por?
—Luces... elegante — señaló el otro joven, alzando una ceja. Lo inspeccionó una segunda vez y agregó: —Apetitoso. Como un regalo que alguien fuera a desenvolver.
Meng Yao dio gracias en su interior por ser un gran actor.
—Estás tan acostumbrado a vestir cutre que cualquier trapo es elegancia para ti.
—Nada de lo que usas es un trapo, Yaoyao — se mofó —. ¿Quieres que te acompañe a casa? Podrían asaltarte.
—Son doce cuadras.
—Pueden ocurrir muchas cosas en doce cuadras.
Habían llegado a la salida posterior del club mientras hablaban y Meng Yao se detuvo para contemplar a su compañero de trabajo. El chico era listo, le agradaba. Pero en ocasiones era demasiado listo.
—Te están esperando. Y no creo que le haga gracia tener que caminar a nuestro lado hasta mi edificio.
Xue Yang frunció la boca al tiempo que echaba un vistazo hacia donde se encontraba un hombre medio sentado en una motocicleta. El hombre vestía de cuero negro y apoyaba en el suelo un pie calzado con una llamativa bota adornada por cadenas. El largo cabello estaba recogido en una coleta oscura.
—Song Lan es más amable de lo que su rostro deja ver — comentó con desenfado.
—Eso no hace más aceptable tu propuesta. Estaré bien. No tienes que preocuparte por mí.
El más joven lo miró con recelo; pero finalmente soltó una risotada.
—¿Quién dice que me preocupo, Yao-mei? Solo quiero ver quién es el afortunado que va a desenvolver el regalo.
Todavía riendo, atravesó la calle para reunirse con Song Lan, quien le tendió un casco con dibujos rojos en los costados antes de encender la motocicleta.
Meng Yao esperó a que se alejaran calle abajo para echar a andar hasta la cuadra siguiente. Aun sabiendo que estaría allí, avistar el coche de Nie MingJue le provocó retortijones de estómago y por un instante tuvo el impulso de seguir de largo, ignorándolo. Ese impulso no perduró.
El joven subió al coche directamente, acomodándose en el asiento del copiloto y asegurando el cinturón al tiempo que modulaba un saludo. Nie MingJue se puso en camino de inmediato.
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Delicatessen
FanfictionNie MingJue es cliente habitual del Club Delicatessen. Una noche descubre un camarero demasiado lindo para ser real. Y con los jeans más ajustados que pudiera imaginar. Antes de darse cuenta, solo vuelve por él. Yao es un camarero, no uno de los 'a...