Of your making.

Capítulo 8.

Con la brusquedad de un chasquido, Harry despertó y todo su cuerpo se puso rígido. Él y Tom eran una maraña de miembros. Harry dejó de respirar, aterrorizado de moverse. Con los ojos muy abiertos, hizo un balance de la situación. Estaba de lado, con un brazo atrapado entre sus cuerpos mientras el de Tom estaba envuelto alrededor de su cintura. Una de las piernas de Tom descansaba entre las suyas, ligeramente doblada por la rodilla. Harry estaba completamente acurrucado contra el hombre, su rostro contra el pecho de Tom, la barbilla de Tom presionada contra la parte superior de su cabeza.

¿Cómo había sucedido esto?

Con la cara arrugada, Harry cuidadosamente liberó sus piernas. Moviéndose lentamente, se escabulló, haciendo una mueca cuando la cama crujió. Tom se movió y Harry se congeló. Una eternidad flotaba en el aire, pero Tom simplemente se hundió más en la almohada y siguió durmiendo. Harry agarró sus lentes y salió de puntillas de la habitación, finalmente soltando una exhalación temblorosa cuando llegó a la seguridad del pasillo. Se desplomó contra la pared, sintiendo que su escape era tan monumental como deslizarse junto a un dragón.

Pero Tom podría despertarse en cualquier momento. Huyó a la cocina, bajó los escalones del sótano y entró en la sala de calderas, tratando de entender cómo se había visto envuelto en Tom Riddle.

¿En qué punto de la noche había sucedido eso? ¿Tom lo había sabido?

No podría haberlo hecho, razonó Harry, con la cara ardiendo. Me habría estrangulado.

La caldera hizo un ruido fuerte y Harry saltó.

Cálmate, amigo. La voz sonaba como Ron.

Con las manos temblorosas, Harry cargó la caldera con fuego y encendió una cerilla.

"Eso es lo que obtienes por ayudar." se quejó, viendo el humo enroscarse alrededor de las tiras de madera "Las cosas se ponen aún más jodidas."

¿Pero qué más debería haber hecho? Por un momento, Harry creyó seriamente que Tom estaba siendo asesinado, por la forma en que estaba gritando. Por supuesto que Harry se había ido hacia él.

Permanece. Por favor.

Harry no esperaba eso. Solo había querido que Tom se calmara. Sucedieron cosas malas cuando el hombre se molestó demasiado. La decisión de quedarse se había tomado por sorpresa tanto como a Tom, pero ¿qué más se suponía que debía haber hecho? Harry conocía el miedo. Intimamente. Y Tom había estado aterrorizado.

Harry gimió, levantando sus lentes y frotándose los ojos. El hombre iba a ser una pesadilla. No había forma de que en el infierno dejara pasar un momento de debilidad. Demasiado para el amigo Tom. Se preguntó cuántos pasos los había lanzado una sola noche. ¿De vuelta con el furioso Tom? ¿Tom silencioso? ¿Te imaginas a Tom con el cuello roto? Harry metió más troncos de madera en el horno, preparándose para la frialdad que seguramente lo saludaría.

Pero cuando Harry salió de la caldera y entró con cautela en la cocina, no se veía a Tom por ningún lado. Aliviado, Harry se preparó el desayuno y se comió los bollos en los escalones de entrada del porche, observando a un par de gallinas buscar grillos en el patio delantero. Escuchó movimiento por el pasillo mientras limpiaba su desorden y subía rápidamente las escaleras, queriendo mantener una distancia segura entre ellos. Si Tom deseaba interactuar, Harry lo dejaría ser el que lo instigara.