Nuestra vida era una normal y feliz, como la de cualquier otra persona.
Éramos vecinos y mis padres y tu abuelo se llevaban bien, por lo que pasaste toda tu vida junto a mi.
Nunca fuiste muy cercano a tu hermano, por lo que me tomaste a mi como un ejemplo a seguir, cosa en la que fallabas estrepitosamente.
—¡Uzui! —gritabas mientras llorabas tirado en el suelo, recuerdo que solo tenías seis años, yo tenía trece; aún éramos unos niños.
—¿Te has caído otra vez? ¡No es nada extravagante llorar y rendirte cuando te caes! ¡Debes levantarte por tu cuenta! —te dije, tú solo lloraste más fuerte.
Suspiré, no sé ni porqué lo intentaba, sabía cómo eras tú. Pero aún así lo intentaba porque no quería que estuvieras llorando, quería verte con una sonrisa.
—Venga, ven aquí —te dije tomándote entre mis brazos para así llevarte a un banco del parque y observar tú rodilla que estaba roja y raspada, había pequeñas gotas de sangre que no llegaban a ser abundantes para que salieran —. ¿Te duele? —que idiota, claro que le dolía, ¿por qué lloraría si no?
Solo a sentiste con tu cabeza levemente indicando un sí.
Me quité la banda que tenía en la cabeza y la até a tu rodilla.
—Pero tu banda se manchará —dijistes calmando tu respiración —.
—Da igual, tengo más, ni siquiera es mi favorita —mentí, claro que era mi favorita, era la más llamativa y extravagante, pero me daba igual si así tú sonreías —.
Te subí en mi espalda y nos dirigimos a casa para jugar algún videojuego o comer.
Así era como pasábamos el tiempo, yo intentaba hacerte sonreír y tratar que no lloraras. Te defendía cuando se metían contigo y al final del día siempre terminábamos comiendo galletas y durmiendo juntos.
Todo parecía ser tan normal, tan feliz. Pero los problemas no tardaron en aparecer.
Papá siempre tuvo problemas con mafias, pero nunca llegaron a ser nada del otro mundo. Hasta aquel día, tres semanas después de que yo cumpliera los dieciocho años.
Él debía bastante dinero a aquella organización ilegal, amenazaron con cobrárselo con su vida si tardaba mucho más en pagar.
Desesperado por la situación de mi padre. Hablé con el miembro jefe de aquel grupo para ver si había alguna posibilidad para que lo dejaran, o le dieran más tiempo para pagarlo.
Ahí es cuando me dijeron que si trabajaba con ellos como sicario, el dinero que ganara con las recompensas iría para pagar las deudas de mi padre. Así es como acepté el contrato hace ya cinco años.
Hace un mes más o menos llegó una petición anónima para acabar con la vida de un chico de tan solo dieciséis años de edad, en ese momento no sabía nada más que la edad de mi objetivo.
—Ya me encargaron otro trabajo, no puedo hacer dos al mismo tiempo —dije irritado a aquel mensajero que se encargaba de darme los trabajos —.
—Ese trabajo se lo podemos dar a alguien más, este es un pedido que han pedido expresamente que lo realices tú —dijo posicionando los papeles con los detalles sobre la mesa —. Además —continuó hablando levantando mi curiosidad —, dan mucha recompensa por su vida, la suficiente como para que termines de pagar tu deuda y puedas dejar la mafia —dijo retirándose de allí, miré los papeles dudando —.
Terminé cogiéndolos, ¿qué podía perder si hacía aquel encargo? Nada, al contrario, lo que lograría sería volver a casa de una buena vez.
—Por cierto —dijo el mensajero asomándose por la puerta de mi oficina —, ya que lo has aceptado, no puedes retirarlo —dijo sonriendo, tampoco tenía intención de devolver un trabajo, ¿por qué lo haría? —.
Aquel hombre se fue definitivamente y me dispuse a leer aquella información.
-Edad: 16 años
-Oficio: estudiante de secundaria
-Otros: sin actividades en las tardes
-Descripción cabello: rubio con mechas naranjas
-Descripción ojos: ojos color ámbar
-Dirección: C/Fulget, portal nº8, piso único
-Altura: 1'64 m
-Peso: 58 kg
-Fecha de nacimiento: 3 de septiembre
-Nombre: Zenitsu AgatsumaLeí aquello casi tres veces sin poder creérmelo. Leí los detalles de la operación pero, tal y como me dijeron, la petición era anónima, solo el jefe sabía quién era el que hizo el encargo, de alguien lo debería cobrar.
Ahora sabía porqué me dijeron que una vez que aceptara no podría echarme atrás.
'Es mi trabajo, lo haces por tu padre', pensé y me preparé.
Estuve cerca de un mes siguiendo tus pasos para así atacarte en el mejor momento.
No había día que no te viera llorar, quería ir allí, echarte la bronca por ser tan débil y luego consolarte con galletas y una película como hacíamos de pequeños. Pero aquello era algo que yo ya no me podía permitir, mi deber era acabar con tu vida.
Aquella noche que te vi con la cabeza baja, totalmente solo en la noche, sabía que era mi oportunidad para realizar mi trabajo. Sin embargo, solo te seguí desde más de cerca para así esperar que salieras corriendo, pero no lo hiciste, solo te encerraste en aquel callejón.
Sollozabas levemente, negociaste por tu vida, si fuera otra persona la hubiera matado en ese mismo instante, pero tratándose de tí, me sorprendió que hicieras algo para evitar tu muerte en vez de solo llorar.
Ambos jóvenes llegaron a la casa del menor.
—Ni se te ocurra dejar que otros sicarios te maten, no hasta que me des mi pago —rió sarcásticamente el de cabellos plateados —.
El rubio solo sollozaba con la mirada en el suelo, se sentía inútil ante toda esa situación. Lo único que podía hacer para salvar su vida era pagarle a un total desconocido, y ni siquiera sabía si aquel sicario mantendría su palabra de no matarlo.
Uzui intentó retenerse, lo intentó con todo su ser, pero falló de una manera increíble.
Se acercó a paso lento y estrechó al menor entre sus brazos, mentiría si decía que no echaba de menos aquellos momentos. Sin embargo, sabía que no podía volver a ellos.
El de ojos dorados no abrazó de vuelta a aquel hombre, solamente comenzó a llorar más fuerte. Aquella calidez que recibía por el abrazo le recordó a la calidez que le transmitía la persona que consideraba como su héroe en su infancia.
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Hired Assassin
أدب الهواةSe conocían desde que Zenitsu era prácticamente un bebé. Al Uzui cumplir los 18, desapareció completamente sin despedirse ni dejar una pista de su paradero. Cinco años después de su desaparición, Zenitsu caminaba por las calles siendo perseguido por...