~5~

8.7K 1K 415
                                    

El rubio se despertó en su cama con los ojos rojos por llorar por casi toda la noche debido a los sueños nostálgicos que tuvo.

Se levantó y lavó su cara, recordó su conversación con el sicario la noche anterior. Alguien de su entorno quería acabar con su vida, no podía permitirse bajar la guardia ni un momento.

No prestó ningún tipo de atención aquel día en clases, pasó durante todas las lecciones pensando y cuestionando quién podría mandar un sicario para eliminarlo.

Primero pensó en su círculo más cercano, sus amigos y familiares.

Su abuelo lo adoptó por voluntad propia y lo crió con cariño y esfuerzo, simplemente no querrías matar a alguien a quien salvaste antes.

Su hermano adoptivo, Kaigaku. No tenían la mejor relación como hermanos, pero no llegaban a tener un odio de ningún tipo.

Descartó directamente a Tanjiro, su mejor amigo. Era imposible que alguien como él hiciese algo así.

Si Inosuke quisiera matarlo lo haría por su cuenta, no es tan inteligente como para pensar en algo así.

La cabeza del de ojos dorados estaba hecha un total lío. Era imposible que nadie de su círculo cercano lo hiciera.

No hablaba apenas con sus compañeros o tutores, mantenían una relación indiferente.

Da igual cuanto pensara, no se le ocurría quién podría ser.

—Si a contratado a un sicario, debe ser alguien con dinero —pensó Zenitsu para sus adentros cerrando sus ojos —.

Trató de calmarse y así hacer que nadie notara su estrés.

Las clases terminaron y salió con sus amigos del centro. Trató de sonar normal a la hora de hablar y actuar,  parece que sus amigos no sospecharon ya que no dijeron ningún comentario fuera de lo normal.

Llegó a su casa y pasó la tarde en su celular, conversaba con sus amigos de estupideces o miraba algunos memes. No se debía preocupar del dinero hasta que entrara el atardecer.

—Niñato, ven aquí —ordenó el de cabellos azabaches a Zenitsu desde el sofá —.

El de ojos dorados salió de su cuarto a regañadientes para así dirigirse al salón principal donde estaba Kaigaku.

—¿Qué quieres? —decía asomándose por el marco de la puerta aún mirando su celular con funda amarilla con triángulos amarillos.

—¿A dónde fuiste anoche? —decía clavando su mirada en el menor tomando un sorbo de su vaso.

El rubio abrió los ojos como platos mientras levantaba lentamente su cabeza.

—¿Cómo? —preguntó Zenitsu sintiendo el terror recorrer su cuerpo.

—Anoche entraste en la oficina del abuelo y cuando saliste te fuiste directamente de casa sin avisar —contestó, el rubio iba a hablar pero fue interrumpido —. Te despertaste por la noche y saliste de casa y no volviste hasta una hora después —dijo para dar otro sorbo al terminar —.

—¿A tí que te importa, de todos modos? —contestó, siendo eso lo único que se le pasaba por la cabeza.

—A mi me da igual —comentó —, pero quizás al abuelo no le de igual que le haya desaparecido dinero así de la nada —continuó con una sonrisa en sus labios apartando su mirada —.

El de ojos dorados sintió como su rostro perdía color y se quedaba totalmente pálido.

Se quedó en silencio pensando en alguna excusa que lo sacara de esa situación, el de collar azul también estaba callado esperando una respuesta por parte del contrario.

—¿Y bien? —continuó hablando el mayor para presionar al más joven para que diera una respuesta.

—Yo —comenzó a decir mientras su corazón latía rápidamente indicándole que, aunque quería morirse en ese momento, seguía vivo —. Le debo un favor a alguien —dijo casi susurrando, no era la verdad, pero no se alejaba mucho de la realidad —.

—¿A quién? —continuó interrogando dejando su vaso en la mesa debido a que este ya estaba vacío.

—A un compañero —contestó rápidamente con lo primero que se le pasó por la cabeza —.

—¿Y por qué? ¿Por qué le devuelves el favor con dinero? ¿Por qué se lo diste a esa hora? —bombardeó al menor con preguntas, en verdad no le importaba, solo quería molestarlo e intentar que se metiera en un lío.

—¿Eso es whisky? —cuestionó el de orbes doradas mirando el vaso vacío.

—¿Y qué si lo es? No me has contestado —continuó irritado ignorando la pregunta del rubio —.

—El abuelo te prohibió volver a beber desde la vez en la que casi te da un coma etílico —dijo severamente el menor —.

—Pero él no se va a enterar —afirmó irritado Kaigaku —.

—Al igual que tampoco se va a enterar de la falta de dinero —contestó con una muy leve sonrisa el chico que aún sujetaba su teléfono en su mano —.

—Hijo de puta —susurró mientras se reía el de ojos azules —.

Zenitsu volvió a su cuarto y cerró la puerta con pestillo.

Sus piernas empezaron a temblar y cayó al suelo de rodillas mientras trataba de calmarse, le había salido bien la jugada pero tenía miedo de que Kaigaku empezará a seguirle o algo así.

El rubio puso una alarma en su móvil para que le avisara cuando tenía que salir de su casa, acto seguido se durmió.

Al despertar se dirigió a la oficina de su abuelo para así coger otra décima parte del dinero que debía. Así salió de su casa mientras la curiosa mirada de su hermano se fijaba en él.

Llegó al callejón y se posicionó detrás del contenedor, había llegado antes de lo normal por puro miedo así que aún quedaba un tiempo para que llegase el sicario.

Comenzó a respirar lentamente para calmarse y tratar de no llorar cuando estuviera en frente del asesino.

Comenzó a escuchar unos pasos dirigirse a aquel callejón, haciéndole saber que aquel sicario ya estaba allí.

Hired AssassinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora