~12~

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 Él tenía más oportunidades para descubrir la verdad, pero quizás, si no detenía al niño, él no tendría más oportunidades de seguir viviendo. Al llegar a esa conclusión, decidió abandonar el pasillo y buscar al pequeño.

 La ventana apuntaba al lado este de la casa, él entró por la trasera que estaba al norte; pero si el chico iba con un guardia quizás entraría por la del sur, la principal.

Se dirigió hacia los pasillos de aquella dirección, mientras más se acercaba más claramente escuchaba las voces de los guardias y del joven de cabellos dorados, supo que no estaban más allá de un pasillo de distancia respecto a él. La casa poseía una estructura para nada común, por lo que no fue difícil encontrar un hueco en el que pasar desapercibido.

 Vio al guardia pasar junto al joven, este trataba de balbucear cosas que eran interrumpidas por las risas y el monólogo del guardia. Cuando estuvieron a una distancia prudente, salió de ese lugar y los comenzó a seguir solo para encontrarse que se dirigían al lugar del que él venía.

 El guardia comenzó a hablar por encima de los intentos de palabra de Zenitsu, este se ponía cada vez más nervioso. Giró levemente su mirada a la izquierda y pudo notar unos cabellos plateados escondidos en un hueco irrelevante de la pared. En ese momento no supo decir que si aquel era el sicario, sería su salvación o su perdición.

 Cuando continuaron andando el de ojos ámbar giró su cabeza desapercibidamente haciendo que su mirada se encontrará con la del asesino a sueldo, ambos asintieron levemente al saber que hacer; Uzui quería sacar al chaval de allí y Zenitsu quería regresar a casa de una pieza incluso si eso significaba confiar en aquel hombre.

El mayor se paró en seco, dio unos pequeños pasos atrás y comenzó a correr en dirección al menor, cuando se aproximó a él lo agarró con un brazo y, al ver que la distancia de la ventana al suelo no era de más de un piso, saltó por esta, rompiéndola. 

 Aterrizaron patosamente en unos arbustos del jardín en la puerta principal, ambos miraron alrededor y se encontraron con la mirada de dos guardias y el abuelo Agatsuma. Apenas pasó un segundo de silencio para que se comenzaran a escuchar los gritos y el alboroto, ambos se posicionaron y comenzaron a correr. Aquellas calles, si se les podía considerar así, estaban vacías y silenciosa, ningún animal, ningún niño en bicicleta, nada; por lo que los guardias no dudaron en disparar sus armas de fuego.

 El de mayor tamaño se puso detrás de Zenitsu para evitar que alguna bala le alcanzara, finalmente se cansaron al ver que ya estaban lejos los fugitivos, afortunadamente, ninguno de los dos acabo con heridas mas allá de roce de balas y poco más.

El rubio sacó su teléfono y dudó en si llamar a la policía o no: si lo hacía ya no tenía porque temerle a ninguna de esas mafias u organizaciones extrañas para él, si lo hacía tanto el hombre que misteriosamente le había ayudado tanto su abuelo irían a prisión.

Hired AssassinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora